La verdad es que llevábamos tiempo sin dejar constancia de nuestro periplo por el poetiqueo de Madrid. Hoy puede ser ocasión y momento.
Lunes 28
Foto: McBarri |
Estuvimos en el salón de actos del Archivo Histórico Nacional, donde entregaron a la poeta manchega (al modo del Territorio Mancha) Mª Antonia García de León el premio Rubén Darío. Lauro que la editorial Sial-Pigmalión creó para distinguir cada año a uno de los autores que publica. Una mesa completísima: Juan R. Romero como director del Archivo, el filósofo Antonio Chazarra, el escritor Rogelio Blanco y la colombiana Nery Santos precedieron y glosaron la obra Mira la vida, nueva entrega de esta feraz paisana y amiga que construye con tesón su memoria y su presente. Leyó la autora siete poemas seleccionados. Y lo hizo con el goce de vivir, con la mirada abierta y el alegre sentir que suele acompañar su día a día. En esta entrega, los poemas acuden acompañados por un aluvión de citas y referencias culturales, de las que cantan el existir y no lo sustituyen. Poemas que la autora desea como bengalas contra la negación de la alegría, fulgurantes. Y es que obra y vida logran en Mª Antonia una sonora concurrencia. Hasta ahí. Luego, Basilio R. Cañadas tomó la palabra, con el dulzor y la extensión que acostumbra, para agradecer profusamente a todos los que intervinieron. Y a algunos ausentes. Dijo el editor –¿necesitaba excusa?– que como los anteriores cinco habían sido breves, él se permitía ser largo. Lo fue. Yo siempre pensé que tras la palabra del poeta que nos convoca nada debe decirse, pero al parecer se puede. Para final del acto, la entrega del premio Rubén Darío: materialmente una lámina impresa y parcamente enmarcada, lo que nos hizo pensar que su valor espiritual debe, tiene que, ser mucho mayor. El libro Mira la vida, se dijo, será llevado a las ferias americanas del libro (Medellín, Guadalajara, Puerto Rico) en donde Sial-Pigmalión tiene aplicada presencia. Por nuestra parte, conseguimos un ejemplar firmado al que ya dedicamos nuestra atenta lectura.
Con 18 años ahora, lleva tiempo siendo el milagro joven de la poesía española. Se llama Mario Obrero (de Getafe). No conocía su persona. Nos acercamos a la Alberti porque, acompañado de la editora Elena Medel y en conversación con la poeta Luz Pichel, presentaba “Cerezas sobre la muerte”. Un opúsculo vestido para libro que contiene un solo poema del mismo título. Un poema levantado tras tener conocimiento, el pasado verano, de que sobre una fosa común de soldados republicanos, luego campo de cultivo, crecían sin coraje los cerezos que se plantaban. El poema leído con bellísima lentitud, es un homenaje a la memoria y las esperanzas de un tiempo que no tiene por qué morir. Con el cual el poeta anima a comprometerse. Me sorprendió la madurez de su discurso, su elegancia, su precisión, la calidad de sus referencias y sus citas. Y sobre todo, su gusto por el lenguaje y las lenguas. Dice en el epílogo que el lenguaje debe ser un espacio de trabajo donde alterar, perforar y reformular los materiales. No solo ilustró su decir con innumerables referencias etimológicas, sino que en todo momento estuvo presente la cuestión de las lenguas, (recuerden que estaba Luz Pichel). Digamos que, en el poema “Cerezas sobre la muerte”, Mario utiliza, además del castellano, fragmentos en euskera, catalán, gallego y bable como un compromiso con las lenguas minoritarias de nuestra península, (aunque los que hablaban decían del estado). Mario, que citó en numerosas ocasiones a Guadalupe Grande, dijo en algún instante que la poesía debe ser una sacudida contra la mansedumbre, contra la docilidad, contra lo mediocre. Tal vez por eso recoge la cita de la portuguesa Tatiana Faia: Memoria é tener sede. Lola Larumbe le puso una mesita en la acera de Tutor para las firmas. Había cola. Mario atendía pertrechado con sus acuarelas tricolores. Traje a casa una de sus cerezas.
2 comentarios:
Vengo siguiendo a Mario Obrero desde hace años gracias a un amigo que fue maestro suyo en el colegio público de Getafe donde cursó la primaria. Es una voz de extraña madurez que nos dará mucho y bueno para leer y hablar (en cualquier lengua del estado, que a saber lo que sea eso).
Ya digo que me sorprendió su temprana madurez, cursa primero de alguna filología y parece estar dando clase a posgrados.
Lo de las lenguas del estado es de premio.
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