martes, 8 de junio de 2021

Carta Pública a y dos poemas de: Alfredo J. Sánchez Rodríguez

 


             Querido Alfredo, entre tú y el mar está la pasión de la poesía. Cuando hace tres años saludábamos tu Cuaderno de Campoamor ya advertimos esa triple tensión: la del amor recompensado, la que esplende el mar a tu mirada, y la más reciente, la de la entrega al descubrimiento de la poesía. Sé, lo has confesado, que escribes desde siempre, que compones canciones desde siempre, letra y música y que las interpretas con enorme, merecido, éxito. Bien ganado. Me encantaron gran parte de tus poemas de Como el felino ansía la gacela, ya sé que no fueron concebidos pretendiendo unidad de libro, pero en muchos de ellos el pulso firme y la cadencia equilibrada hablan alto del poeta que te ocupa. Y sé que dentro de unos días presentas Territorios, editado por la BAM. Pero quiero hablarte de la entrega de Lastura: Entre tú y el mar. Sorprendido primero por lo arriesgado de la puntuación: a las tres comas que han logrado colarse, añadamos la ausencia de puntos y mayúsculas. Gracias al diablo se han salvado los suspensivos, los dos puntos, los guiones. La decisión no es gratuita, y el prologuista FJ Carretero ha sabido captarlo; no es sino el intento de hacer de todo el libro un solo poema en estancias, porque todo él, y eso es evidente, respira la misma voluntad de asombro. Un asombro sorprendido ante el mar y un asombro deleitoso ante el cuerpo y el alma de la amada. Y lo consigues. Hay armonía y decir claro a lo largo de toda tu propuesta. Hay una emoción que respira a flor de piel, hay un discurso transitivo que contagia. Es difícil al lector interesado no sentirse en la voz del poeta rendido a sus dos tentaciones. O no sentirse interpelado cuando acudes a ese tú autorreferencial que te desdobla en los poemas del mar. Has querido el libro separado en dos secciones, en dos, pero yo me atrevo a intuir que ambas nacen del mismo gen y que su simultaneidad las refuerza, que en ellas no hay nada de alternativo. Amor y mar forman parte paralela de tu sentir y tu existencia. Y el libro habla, y bien, de esa verdad manifiesta. Habita en él un lenguaje sin estridencias ni fugaces riegos, pero sí con el atrevimiento de la búsqueda, y casi siempre el hallazgo, de la imagen sorprendente y novedosa, del subrayado que ilumina. Bien sabes tú que no es un libro de ruptura, no estás en esa etapa, pero sí de consolidación. Vendrán otros –Territorios ya está aquí– en donde se desparramen las novedades en temas y provocaciones que constituyen tu identidad poética.

              He escogido estos dos poemas, uno de cada parte del libro, por resguardar la simetría que has pretendido y logrado a lo largo de todo él. Y lo hago desde la conciencia de que tu aparición, tan profunda, tan decidida, en el ambiente poético de nuestra tierra, es una de las cosas más refrescantes que nos han sucedido. Sin hablar de la generosidad de tu voz que a tantos y en tantos sitios acompaña.

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necesito tocarte
 
necesito tocarte
aunque sea tan solo el leve roce
de mis dedos pasajeros
abrir mis manos
como hambrientas palmeras victoriosas
buscando cada día su camino
recorro el mirto blanco de tu cuerpo
haciéndome viajero y vagabundo
de todos los espacios que me llaman
aprendo a mirar lo que nos se ve
lo que tengo delante y se me escapa
lo que no tiene ruido
tan cercano
que habría de batir el sol mis alas
para ver desde allí lo que persigo:
        esa agua raíz que me construye
        la certeza vital de tu presencia
 
después desaparezco
y guardo el eco de las palabras para dar contigo
cuando tu ausencia me hunde en el vacío.
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estaba solo el viento
 
          Y todo lo que existe en esta hora
          de absoluto fulgor
          se abrasa, arde,
          contigo, cuerpo,
          en la incendiada boca de la noche.
                   JOSÉ ÁNGEL VALENTE
 
he salido a la mar
para verme en las olas
y ha llovido en la playa
 
no había nadie
ni gaviotas ni sol
 
estaba solo el viento
armándose en espumas
efímeras de sal
sobre las crestas del agua
jinete sobre el hueco de la luz
que fueron nuestras huellas
rolando por la arena
sobre las dunas
sobre el silencio que protege la tarde
 
sobre las algas muertas
brega en su alarido
y levanta los secretos
que alguna vez dejamos ocultos
cuando fuimos
          sencillos libres
           …y esperanzados
 
 
 
 

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