lunes, 9 de noviembre de 2020

Un poema: Patio en Noviembre



Para Antonio Parrón

Tras saber por el cesto
de mimbre que las nueces han sido recogidas  
y que las han dorado
con dulzuras el sol y el fin de octubre,
busca el patio ser otro, se aletarga,
se acuna en sí cansado y tímido,
hace ajuar su conciencia,
quiere un tiempo sin dueño
 
las otoñales manos
y celos que lo cuidan contemplan su mudanza,
observan cómo
teme al frío la fiel salamanquesa,
y cómo las begonias
recuerdan el techado que les sirve de abrigo,
la parra vieja luce
su caldero color de cobre seco 
 

campan
sin temores las hojas, entre verdes
van creciendo los rojos del evónimo,
la luz busca los ángulos,
los blancos turbios, desvaídos; una
mujer y un hombre se retiran,
es noviembre, sospechan
que el patio necesita sólo sueño.


8 comentarios:

Pedro Torres dijo...

Excelente. Hay algo de animismo en el poema que me gusta mucho: las 'cosas' están vivas, merecen respeto y trato delicado.

fcaro dijo...

Animismo? Pues si que parece, aunque no había caído, se ve que uno está tan dentro. Hay que dejarlo unos meses a su aire, descansar.Siempre lo hacemos.

Javier Díaz Gil dijo...

Qué belleza. El poeta contempla y es parte del patio y del otoño que contempla. Y ese gesto final de retirarse para que el patio -vivo- descanse. Da gusto leerte, Paco. Un abrazo enorme.

fcaro dijo...

Javier, es un poema tranquilo, sencillo, sin excesiva maquinaria, que trata de contar lo que pasa con cierto orden, así surgió. Si tiene buen aspecto, me alegro. Mil gracias siempre.

Juan Gómez Castañeda dijo...

Me ha encantado ese patio de noviembre, al leerlo llega a los adentros. Paco, gracias por este regalo.

Miguel Ángel Yusta. dijo...

Querido Paco : Has elevado la palabra patio , de tan varios significados, a los más hermosos: al de claustro, jardín, huerto, espacio en suma donde el poeta cumple con la Naturaleza, se funde con ella y se hace fruto, tierra, paz, otoño y verso.

fcaro dijo...

Juan, bien sabes que en las casas manchegas, el patio es el signo de la libertad, el concilio entre el hombre y la naturaleza. De eso intenta hablar el poema. Un abrazo.

fcaro dijo...

Querido amigo Miguel Ángel, el locus amoenus del que hablaban los latinos, como lugar preciado donde el amor, algo así. También el otoño en el patio y en los cuerpos, esa compañía. Es imposible rebelarse al paso del tiempo, al poso del tiempo. Muchas gracias siempre por tu atención.