Vive
en la Sierra Morena sevillana. En la maravilla coronada de castillo que es
Alanís, la tierra de Juan de Castellanos. Mima la poesía y le dedica su hacer. Las
fuentes de la luz, su último libro, recoge una selección de los poemas
elaborados durante los últimos ocho años, los mismos que tiene su hija Alba, a
quien dedica el libro. Leopoldo Espínola, ha dirigido durante muchos años la
Asociación Cultural Alas de Alanís, de la que fue uno de los fundadores,. Esta es su tercera
entrega.

Entrega esta en donde los poemas cortos, de impresión resuelta casi fotográficamente, se
imponen a los que prefieren el relato. Son un don amable para el lector que se siente
atrapado por lo sugerido, por las reflexiones o los paisajes interiores. Sin
duda que los parajes de la serranía influyen en la manera en que las cosas y
las acciones humanas –intuitivamente primero, intelectualmente después y con intención moral siempre– se acercan a las intenciones poéticas de Leopoldo
Espínola. Parecieran hechos a lo Claudio Rodríguez, en los paseos por entre
torrentes y jarales.
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El
fin de toda
senda
comienza siempre
dentro
del caminante.
La
voz que teme
surcar
el mar se oxida
tras
sus barrotes.
*
Guarda
el ocaso
en
la tierra la sombra
del
buen amigo.
Amola
su hacha
el
tiempo en la arenisca
del
abandono.
La
verdad forja
el
poema. En el yunque
se
aguza el verso.
Junto
al arroyo
muere
de sed la piedra
seca
de orgullo.
Por
no inclinarse al agua
traga
su poso oscuro.
Colma
el poeta
la
fuente, en sus recuerdos
beben
los años:
sacia
la sed de un niño
que
trepó hasta sus caños.
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