domingo, 14 de octubre de 2018

Dos poemas de Jesús Aparicio: Puzzle y El último vuelo



   
      Leyendo a Jesús Aparicio uno entiende que alguien dijera que la poesía no se escribe porque sí, que se escribe porque no. Porque lo que hay que decir no puede ser dicho de otro modo. Y es que no concebimos que lo dicho por Jesús pueda decirse en prosa. Tal vez por eso y sólo por eso existe la forma, la tensión del lenguaje, que supone el poema. Un instante no puede ser explicado. Si lo fuera perdería su condición de instante, su plenitud de golpe emocional. Exactamente lo que sentimos al leer a Jesús Aparicio: el instante como revelación. Un poema debe estar muy cerca de la fotografía. El poeta debe tener la habilidad de no difuminar con palabras innecesarias. Entendemos lo anterior al hilo de la lectura de La sombra del zapato. Como igualmente queremos dejar constancia de que el poeta alcarreño ha encontrado el lugar ideal donde hacer entrega de su obra: Ars Poetica y su colección Carpe Diem que dirige Ilia Galán. Allí publicó hace poco su antología Huellas de gorrión. Hay armonía y buen gusto en el diseño y en los materiales. Y respeto, mucho respeto, por el autor.
       Si hay un poeta fiel a su hacer, insistente en su mirada, tan inquisitiva como misericordiosa, y con su capacidad de sorpresa intacta, es Jesús Aparicio. Volcado en sí -apenas reduce sus relaciones públicas poéticas al sosegado mantener de la tertulia sabatina en la Biblioteca de Guadalajara- reserva todo su esfuerzo para trazar con la mayor limpieza posible cuanto necesita contar. Los poetas sin ruido mediático no son menos poetas. No se olvide. Es la obra la que debe sonar. Preocupado siempre por lo minúsculo, por los mensajes ocultos que las cosas guardan, por los aconteceres de las hojas y el vuelo de los colores, los poemas de La sombra del zapato se estructuran en dos capítulos que son dos libros, dos propuestas estéticas diferentes. Por ambas se extiende, con aroma franciscano, la búsqueda de la verdad posible, la que concilia, la que vive a nuestra altura. También dos interrogantes: el del hecho poético y el de nuestro caminar hacia la cumbre para aprehenderlo; sobre todo en la segunda estancia, en la titulada Los secretos del polen. Se halla esta compuesta por 25 poemas sujetados a doce versos, contenidos en su forma, serenamente vigorosos, tercamente frutales. Si en el poema XIV nos advierte de cómo la mínima raíz del liquen es capaz de deshacer la roca, así advertimos nosotros que procede su decir poético, lo que semeja leve discurrir esconde una tremenda potencia, tanto de observación como de imperativo moral para la conciencia del poeta. Con la salvedad de nunca quiere hacer Jesús Aparicio valor universal de sus reflexiones, hasta ahí llega su elegancia. De la primera parte, 66 poemas, en la que su mirada unitiva ahonda en su voluntad mística de lazo y aprendizaje con Dios y con la Naturaleza, extraemos los poemas que se ofrecen.


 
PUZZLE

Recompón los fragmentos
en un vaso de agua,

los pedazos de un río
en donde nos se baña
ni el niño que recuerdas
ni el viejo que te aguarda.

Bébete los fragmentos
del hombre que hoy te llama.
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EL ÚLTIMO VUELO

Una ventana abierta hacia la muerte
y el imán de la tierra que te engaña
con el miedo a ser libre.

Del asfalto unas alas transparentes
te desclavan y llevan a ese viaje
del que solo se vuelve
transfigurado en lluvia de mañana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Conozco muy poco (mea culpa) la poesía de Aparicio. Hago propósito de enmienda.

fcaro dijo...

La antología Huellas de gorrión es una puerta perfecta para ello.