viernes, 1 de septiembre de 2017

Primer Consejo de Redacción (en plasma)





     Buen septiembre, bienvenidos, gracias por estar aquí. Parece que seguimos. El Jefe lo decidió ayer, jueves,31 de agosto. Hubo Consejo de Redacción por video conferencia (vulgo plasma). Quiere reorganizar el funcionamiento de Mientras la luz. Es una decisión quebrantable como todas las suyas. Oportuna, nos dice, hacen falta reformas. O cambiamos o perecemos. Patria o muerte que decían los liberales decimonónicos. Lo que sucede es que no sabe aún en qué dirección. Si mantener los nombres y cambiar las funciones o mantener las funciones y cambiar los nombres de las cosas. Dice que se ha tomado un mes, un año, un siglo en Torrevieja para pensar. Allí sigue, tumbado, donde tiene un tío registrador de la propiedad. Y leyendo a Karmelo para aprender la manera paisana de estar en los bares, y para luego contarlo de manera aparentemente ingeniosa. La redacción, mientras, es un alboroto. El botones Picodemonte escribe dazibaos y llena las paredes diciendo que quiere irse, redactar por su cuenta. Lo audaz y lo prudente es seguir juntos, le decimos. Y esperar. La poesía, le añadimos, es un país cultivado desde hace mucho, pero que sigue siendo fructífero para todos si se siguen ciertas reglas. He aquí algunas, una docena, que pueden evitar el batiburrillo. Son de un casi paisano nuestro, hijo de agricultores y enterrado en Calaceite. Tal vez ya supongan ustedes de quien se trata. No es poético decirlo todo.
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La poesía es un camino de ida, pero sin vuelta. Los que vuelven regresan de otra parte.

La poesía es como una piedra en medio del camino. El buen poeta tropieza con ella y cae. El mal poeta nos la tira a la cabeza.

Lo discursivo puede ser poético, siempre que el discurso pague los platos rotos.

Para ser capaz de decir algo, hay que renunciar a decirlo todo.

Algunos poetas parecemos ignorar a la décima musa: la que aconseja no escribir.

Quien no se admire de hablar y que le entiendan, no lea poesía.

Sólo quien es capaz de soledad puede convertir el agua en vino.

Antes de escribir, hay que aprender a no hacerlo. Los fundadores se retiraban durante años al desierto, no para meditar, sino para cumplir este aprendizaje.

El poeta grande no evita necesariamente los lugares comunes porque sabe usarlos con magnanimidad.

El exceso de sinceridad en la poesía, como en el trato, es un egoísmo y, en último término, una falta de educación.

Todo discurso sin zonas de oscuridad es convencional y carece de inspiración. Pero oscuridad, en este caso, no quiere decir falta de lucidez.

La poesía está hecha de lo que se dice, pero también de lo que se calla. Por eso, quien lo dice todo no es poeta. Quien lo calle todo, tampoco, pero resulta menos molesto.

6 comentarios:

Federico Gallego Ripoll dijo...

Hay ángeles crespos, a ratos apasionados y a ratos sutiles, que alimentan por encima de su liviandad y su sabiduría. Gracias por el retorno y gracias por la oportunidad de la entrada. La marcha de Pilar coincidió con la llegada de la obra poética completa de Ángel con que la Fundación Jorge Guillén ha tenido la gentileza de sorprenderme. Leerle en otra tipografía, en esta hermosa edición, con la atinada introducción de Antonio Piedra, y recuperándome yo desde la lectura, es conocerle de nuevo: una fiesta que agradezco, un pequeño homenaje que me ayuda a corregir el rumbo. Cada vez que leemos a los grandes poetas es la primera vez, siempre somos alguien nuevo desde la última lectura, y nunca nos cansaremos de beber su agua dulce y transparente, ni de refrescarnos la cara y despojarnos de la insistente estupidez que nos rodea, con ella.
Gracias, Paco, muchos ánimos y... ¡adelante!

Alfredo J Ramos dijo...

Aforismos que nos ahorran de no pocas errancias. Quizás discutiría un poco —es que si no, me aburro— el de los lugares comunes. Pero como dice que quien no los evita es «el poeta grande», pensaré que al mediano o menor si puede (y hasta debe) ponerle cerco siempre «a la bestia loca del uso», y santas pascuas. La verdad es que está todo muy claro. Y, como apunta Federico, hay ángeles que mientras pasan, crespos y también valientes, lo transfiguran todo. Mientras el cuerpo aguante estaremos esperando a que dure la luz. Bien regresado, Paco. Espero que no tardemos en vernos.

fcaro dijo...

Es un placer sentir tu voz en esta pequeña casa, Federico. La muerte de Pilar, a quien mucho veía en Madrid, me ha removido el recuerdo de Ángel. Bien sabes tú que el mundo de la poesía, tan diminuto, está lleno de revueltas internas. Y más que nosotros lo sabía el que descansa en Calaceite, que tanto lo sufrió. Estos aforismos están llenos de gracia y sabiduría. Él, que tanto escribió, sabía de los riesgos y peligros. Pero así somos. Si el poema puede, y tal vez debe, ser contradictorio, el poeta también. Eso nos salva.
Tengo la esperanza del otoño que se anuncia.
Un fuerte abrazo.

Miguel Ángel Yusta. dijo...

Aquí estamos, sin más, dispuestos a aprender a convertir el agua en vino... Un enorme abrazo.

fcaro dijo...

No hay quien se libre Alfredo, de los lugares comunes, el asunto en no convertirlos en vulgaridades. Por lo demás, todo es discutible, el propio Crespo parecía decírselo a sí mismo. Me alegra que el verano haya sido costero para ti y fructífero. Por otra parte la luz parpadea temblorosa, pero resiste. Espero que la vela no sepa de vientos apagadores. Un fuerte abrazo,

fcaro dijo...

Para ti no reza, buen Miguel Ángel. No te empeñes. Siento no haber podido estar el domingo en Toledo. Un fuerte abrazo.