En palabras del ya ausente Eduardo García: El verdadero realismo
disuelve el velo de las falsas apariencias, revela lo latente pero oculto a la
mirada; es ir
retirando capas de palabras muertas, aproximarnos al corazón de la manzana.
Así entiende la poesía José Luis Morales,
no como un juego del lenguaje, no como tensión inútil, sino como vector en
búsqueda. Su decir es de palabra cuidada y cierta. Belleza y verdad. ¿Qué más
debemos pedir? Suele, José Luis, dotar a sus libros de un centro neurálgico alrededor del
cual construye. En Gracias por su visita los poemas se levantan provocados por el látigo de una intervención quirúrgica de riesgo. Sin pestañeo se mira al abismo y cunde
entonces la necesidad de no mentirse. Ser poeta no es crear un mundo en donde
refugiarse, sino aceptar el reto y usar las armas con que batirse. Y es este libro un combate en el que las palabras alternan agitación y sosiego, presente
y recopilación de lo vivido. Si las dos
primeras partes Principio de
Incertidumbre y El conjunto de los números
imaginarios atienden al diálogo, encuentros y huidas, entre la “esperada” y
el hombre al que acecha, en el tercero, Galería
de fractales, se incorpora el abrazo al amor gastado por el uso –igual que aquel anillo de El aroma del tacto– que
permanece como razón de subsistencia. Como justificación de una vida siempre
tacaña en ofrecer excusas. La infancia suele ser una de ellas. Una infancia y
un río a los el poeta jamás abandona. Ni le abandonan.
Premio Antonio Machado 2016 |
Los viajes
He buscado en
tu abrazo la promesa
que una tarde
con lluvia y luz de Praga
escribieron tus
labios en mi boca
y rubricamos
luego en la pènumbra
de aquel cuarto
de hotel en Caletná.
Fue notario un
espejo con empaque
imperial, y
testigos
–desde el ónice
oscuro de la cómoda–
mi diccionario
checo y tu paraguas.
Hoy tu abrazo me dice que los años
viajados son efímeros,
apenas
la postal de un
ocaso desde el Il Forte
del Belvedere,
el Arno, el Mall ardiendo
de sed,
Prospect Street
o el Potomac
sin barcos… Lejanías,
miradas desde
el eco –luces, huellas
en el viejo
nitrato de plata– del deseo.
Estuvimos allí
y también nos
besábamos.
Pero no era el
amor,
no la humilde
viñeta de los días
compartidos aquí,
bajo estos cielorrasos
ya casi
desconchados y con manchas
de humedad,
territorio de caza del hastío,
nidal del
desencanto, crematorio
de las quimeras,
casa.
Y, sin embargo,
aún
compruebo en
este abrazo tardío que la vida
–sin salir de
estas cuatro
paredes– sigue
hablando
en futuro
plural sobre nosotros
y el tiempo es
nuestro cómplice:
porque algunas
arrugas embellecen
–no llores, no seas tonta– la ternura,
cada día más dulce de tu boca.
cada día más dulce de tu boca.
6 comentarios:
Gran poema de José Luis Morales, qué final tan bello:
porque algunas arrugas embellecen
–no llores, no seas tonta– la ternura,
cada día más dulce de tu boca.
Gracias por compartirlo.
Feliz Año, querido Paco.
Un abrazo grande
Javier
La vida...sigue hablando en futuro plural sobre nosotros.
Un bellísimo poema de amor. Qué placer leeros a quienes tanto nos aportáis en cada palabra, en cada verso.
Sí, Javier, ese final da sentido a todo el poema. Es un gran poema de amor. Por ello lo ha elegido Mientras la luz de entre tantos magníficos del libro. Merece mucho la pena. Un abrazo, amigo y buen 2017. Ojalá.
Ese futuro plural nosotros es el preámbulo de muchas cosas, Miguel Ángel. Bien lo sabes. Y qué bien encontrar poetas que lo entiendan y lo digan así. Mi abrazo. 2017 será mejor, seguro.
Me parecen muy notables las últimas entradas del blog, querido Paco, desde la reflexión de Pedro Antonio, seguramente para discutirla... (pero cuál no), hasta este hermoso poema de José Luis Morales, sin olvidar, claro, ni a Borges ni a los otros intermediarios. Que, además de la laboriosa tarea de cronista y las cuidadas pinceladas que vas dejando de tus propios poemas, traigas a la página estas resonancias tan bien hilvanadas atestigua la importancia del lugar. Que en 2017 no decaiga. Y que lo podamos seguir disfrutando. Un abrazo.
Querido Alfredo. Hilvano cuidadosamente lo poco que sé. Vive el blog de los demás, de vosotros. Ojalá y podamos continuar. Disfruto encontrando. La verdad es que el poema de Morales es emoción transitiva.
Gracias siempre por tu lectura, por esa posada siempre abierta a los soles nocturnos. Y buen año, Alfredo.
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