miércoles, 21 de diciembre de 2016

Dos sonetos de Jorge Luis Borges

    


  De Jorge Luis Borges, de aquel que dijera que los versos son felices por­que son ambiguos y que un idioma es un modo de sentir la realidad, aunque tal vez quiso decir la soledad. Del que nos animaba a no confundir el tiempo con la cronología. Y al que es preciso no olvidar.

      Para el primer soneto, un tema que siempre le apasionó: la dualidad, el no ser del ser y su presencia. Para el segundo, su fascinación por los poetas que le arañaron: Quevedo en este caso, de quien pide prestado el último verso y la impiedad,

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El espejo

¿Por qué persistes, incesante espejo?
¿Por qué duplicas, misterioso hermano,
el menor movimiento de mi mano?
¿Por qué en la sombra el súbito reflejo?

Eres el otro yo de que habla el griego
y acechas desde siempre. En la tersura
del agua incierta o del cristal que dura
me buscas y es inútil estar ciego.

El hecho de no verte y de saberte
te agrega horror, cosa de magia que osas
multiplicar la cifra de las cosas

que somos y que abarcan nuestra suerte.
Cuando esté muerto, copiarás a otro
y luego a otro, a otro, a otro, a otro…

                                  (De El oro de los tigres, 1972)


A un viejo poeta

Caminas por el campo de Castilla
y casi no lo ves. Un intrincado
versículo de Juan es tu cuidado
y apenas reparaste en la amarilla

puesta del sol. La vaga luz delira
y en el confín del Este se dilata
esa luna de escarnio y de escarlata
que es acaso el espejo de la Ira.

Alzas los ojos y la miras. Una
memoria de algo que fue tuyo empieza
y se apaga. La pálida cabeza

bajas y sigues caminando triste, 
sin recordar el verso que escribiste: 
Y su epitafio la sangrienta luna.

                                      (De El hacedor, 1960)



8 comentarios:

JOSÉ LUIS MORANTE dijo...

La poesía sin magisterios es un árbol sin raíces; así que bienvenida tu entrada que nos recuerda dónde poner los ojos en la biblioteca. Aprovecho para desearte unas fiestas navideñas entrañables, repletas de sueños cumplidos...

fcaro dijo...

Igual para ti, José Luis. Borges siempre tiene un apunte sorprendente. Que Ávila te ilumine con la serenidad de su azul..

Aarón García Peña dijo...

Un “soneto asonantado” no es soneto; es, como mucho, catorce versos que simulan ser soneto o se inspiran en éste para desarrollar modalidades contiguas.

Un “soneto” cuyas rimas entre cuartetos no son compartidas, no es un soneto.

Un soneto con un sólo verso no endecasílabo, no es soneto: tercer verso del primer poema que, al menos, acentúa en cuarta sílaba siendo eneasílabo.

En cuanto a los tercetos, nada que decir, pues la estructura del soneto no impone ningún criterio fijo.

En cuanto al contenido del segundo poema, destacan los dos versos finales del segundo cuarteto y el ultimo verso del segundo terceto para cerrar el poema. Lo demás muestra, en exceso, un artificio que este poeta no domina.

En cuanto al contenido del primer poema, destaca la idea que sí logra con talento a partir del segundo tercero y hasta el final de primer terceto. El resto es vulgar aunque no lo parezca. Podría decirlo de otra manera pero Jorge Luis agradecería la sinceridad de cualquiera.

Si el maestro narrador Jorge Luis Borges definió estos dos poemas como “sonetos”, mal aprendizaje tuvo de la poesía a diferencia del cuento, la estampa, el relato breve y la novela. Quiero creer que no fue el caso.

Resumo: un unicornio se parece a un caballo pero se llama ‘unicornio’; y ningún caballo sin un cuerno en el frontal de la cabeza, puede aspirar a ser unicornio.

Con afecto,
Aarón García Peña

fcaro dijo...

Querido Aarón
a) Muy Aarón tu comentario
b) Del eneasílabp disculpa a Jorge Luis, fue un error mío de transcripción, ya corregido como puedes observar si persistes.
c) Entiendo que el soneto es para ti una posada de una sola puerta, ni asonantados, ni de rima dispar en cuartetos, de de pie quebrado, ni octosílábicos... Entiendo que no los niegas en su creación, pero que deben renunciar al sacrosanto nombre de soneto. Queda dicho.
d) Sobre la calidad de los sonetos nada que opinar, salvo del verso final del segundo: es un préstamo de D. Francisco de Quevedo, Jorge Luis está a salvo de su bondad.
e) Tiebe Borges sonetos famosos. He oído a Cereijo recitar alguno de memoria. Y tal vez no perfectos. Seguramente se le disculpe por ser quien es. A mí estos dos me parecían que tenían algo transitable y con ese criterio los ofrecí en el blog. En mi opinión un soneto debe tener entre los versos sublimes alguno de tránsito que haga descansar el lector y permitan lucir con luz propia al que lo merece. Incluso Garcilaso no está sublime en todos.
f) Te agradezco tu interés reciente por una entrada tan lejana y que está recibiendo numerosas visitas ultimamente. Es un placer para mí y Mientras la luz tenerte tan cdrca, tan con ganas y tan sabio.
Ojalá y pronto nos podamos ver libres y sanos. Mi mejor abrazo, amigo.

Javier Collazo dijo...

Siento pena por la ignorancia de Aarón García Peña. Ícaro le ha respondido acertadamente, bien que con gentil discreción. Es evidente que García debe aprender mucho. Le recomiendo que lea los geniales ensayos de Borges y vea los numerosos vídeos de sus conferencias que puede encontrar en YouTube. Si tiene la honestidad intelectual de conocer en profundidad a quien tan altaneramente critica, llegará a admirarlo y amarlo. Para empezar su reeducación, Aarón podría consultar el diccionario de la RAE para comprobar que la "estampa" no es un género literario. También que "relato breve" y "cuento" son una misma cosa. Y que Borges leyó y guardó en su increíble memoria una gran cantidad de novelas, pero no escribió ninguna. Bien estaría para García que leyera los ensayos de Jorge Luis sobre el Quijote, la Divina Comedia o las Mil noches y una noche. Además, en España se han escrito muchos y muy buenos ensayos sobre el soneto. Invito a Aarón a aprender en ellos la gran cantidad de variantes del soneto que siguen conservando lo esencial de la forma clásica. Así podrá conocer, por ejemplo, el soneto pareado, el soneto continuo, el soneto con estrambote (del que el mismísimo Cervantes escribió varios que espero que no lleguen a conocimiento de Aarón, pues generaría las diatribas de este contra el autor del Quijote), el soneto machiembrado, el soneto inglés o shakespereano (pues Shakespeare escribió sus sonetos terminándolos con un pareado debido a que no había nacido quien corrigiera semejante desvarío), el soneto asonante, el soneto blanco, el soneto de trece versos (cultivado por Rubén Darío y potencial causante del abismal disgusto de García si, Dios no lo quiera, llegara a conocerlo). Seguramente, Aarón no es muy aficionado a la música, porque, si así fuera, sabría que Beethoven reemplazó el Minué de las sinfonías de Haydn o Mozart por un Scherzo, y ello no implicó que las sinfonías del genio de Bonn dejaran de ser sinfonías, así como no dejaron de serlo las sinfonías de Tchaikovsky cuando este introdujo un movimiento con forma de vals. Y eso es así porque la esencia de la forma sinfónica es el empleo de la forma sonata en el primer movimiento de la obra. ¿Sabe acaso Aarón cuál es la esencia de la forma soneto? ¿Conoce el principio de Pater? ¿Sabe que el soneto es la forma que más se aproxima a la música porque en esta el fondo es la forma? Estimado Aarón: le ruego me ahorre la carga de sentir pena por usted. Abandone su insostenible superioridad y, con humildad de discípulo, descubra al gran maestro que aún no ha podido conocer.

fcaro dijo...

Responda Aarón si desea, no yo.

Anónimo dijo...

Es verdad que en los dos cuartetos la rima debería ser la misma, pero podríamos ponernos mucho más estrictos y decir que, si bien no hay reglas sobre la rima en los tercetos, si ella es CDD CCD, la belleza es aún mayor.

Carmen González Huguet dijo...

Quiero saber a qué se refiere Borges con ese " intrincado / versículo de Juan". ¿Alguien lo sabe?