martes, 1 de diciembre de 2015

Hotel en Oxford







Un lápiz que se afila, una

pantalla de cristal que anhela el tacto,
un papel encendido,
un paisaje dispuesto de herramientas
con que pintar aquello que creímos saber
¿que aún creemos?

La noche en el hotel es cenagosa,
los gin-tónics son cuarzo
y es la luz sin fulgor
aire salobre

lugares donde el miedo se refugia 
desde el atardecer,
donde la sien es sola.

Por el bar,
cruzando la moqueta ríen 
aviesas lagartijas la soledad del huésped,
su temor de cisterna, ríen su balbuceo
mientras se afila el lápiz, mientras se incendia
la piel gris y fingida de la tablet

y tú no sabes si pretendes
o no escribirte, estás triste y ya conoces que
solamente lo triste te revela.


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