Los martes, desde que Rafael
Montesinos colocara a su Tertulia Hispanoamericana en lugar de privilegio, fueron durante muchos años el día por excelencia de la poesía madrileña. Martes que aparecían
siempre densos en ofertas, agresivos. En los últimos tiempos, los viernes han
ido ganando terreno en las preferencias, pero donde esté un buen martes poético,
como lo fue el pasado 25 de noviembre, que se quiten los viernes. Incluso el fútbol
y los toros, que decían los castizos refiriéndose a las corridas. Cristina
Cocca presentaba su nuevo libro, Rafael Soler anticipaba parte de su nueva
obra y Enrique Gracia, encorbatado, leía en el Casino de Madrid. Mientras
la luz llegó hasta donde pudieron sus medios, dijo el jefe con
posterioridad. Como disculpa, seguro.
Cristina
Buenos Aires 1958, apunte de M. Cocca |
Su padre fue pintor, su madre amaba la música. Ella es poeta.
Siempre ha vivido rodeada por el color y el ritmo, envuelta por la palabra. La ilustración
que acompaña este texto pertenece a un dibujo de su padre que ella donó,
generosamente, a la redacción de Mientras la luz. En los últimos años
le llegan nuevos reconocimientos a un hacer, el suyo, prolongado y constante.
Al premio “Amantes de Teruel”, recientísimo, se le unió el pasado año el
prestigioso “Ciega de Manzanares”, que el pasado martes 25 presentó en Madrid. Editado
por Huerga y Fierro, 19 amplios poemas se agrupan bajo el título Claroscuro
para escribir un cuadro, porque es la pintura el argumento elegido para
contarse que ha preferido en esta ocasión.
Adicta como pocas a la poesía, la cultiva abonando su
suelo con el agua de un fuerte lirismo y los nutrientes de su reconocida
capacidad melódica. El local de AEAE en Leganitos 10 se llenó para comprobarlo,
para confirmarlo. Se llenó a pesar de la fortísima competencia poética del día.
Estuvo tan fortísimamente acompañada que la lluvia, tan presente en la
simbología de la poeta, no quiso faltar en la tarde madrileña, no como otros.
Aunque a su disculpa acudan los actos citados. Estuvo acompañada en la
mesa por los poetas José López
Martínez, representando a la Asociación, y Jorge de Arco en calidad de introductor del libro.
Habló el maestro Jorge de un espléndido cromatismo, de una sorprendente
imaginería verbal, de un hilo que se ovilla alrededor del recuerdo. Dijo de su
paisaje interior, lugar en donde el verbo batalla con la conciencia. Es allí,
prosiguió, donde la nostalgia es una fotografía que amarillea de ausencia, donde
lucha con las heridas que se tornaron duelo, con el escalofrío que desordena el
corazón. Donde sucede la explosión de la sentimentalidad. Insinuó también,
citando a W.C.
Williams, que la intención ecfrática de conciliación entre poema y pintura es un camino de intenciones con el que recorrer el libro.
Cristina Cocca Foto: MCBarri |
Rafael
Lo de Rafael Soler es otra tierra. El pasado viernes su
editor se refería a él como una de las estrellas en el firmamento poético actual. El martes, Marisa Montesinos acarició el otro extremo:es un hombre de la casa, dijo. Ambas
vientos tienen razón. Guarecido en un cuerpo que conoce la amabilidad de las
formas, le vive un fiero corazón poético. Que devora. Que le devora. Un temblor
insaciable del que aún no se medica. Conversador a muerte, ve la vida y es
visto a través de las ventanas del Comercial. Practica la caza peripatética y matinal, callejera. Guarda sus presas a lápiz. Siempre. Pocas veces regresa de vacío. En
los últimos años, esto es público, ha cimentado su alzada fama en tres libros
singulares: Manera de volver, Las cartas que debía y Ácido Almíbar, tres
vitruvios de pitones y faz negra, de los que cornean. Poesía y poeta de carácter, irreductibles ambos. El martes 25 leyó en la Tertulia Rafael Montesinos, su casa en los últimos años. Leyó rodeado
de su gente, lectores muchos, amigos todos. Le cuesta vivir sin ellos. Para
ellos quiso leer. Y para vivir, claro.
Textos pocos frecuentes de Ácido almíbar quiso el poeta para iniciar el acto. Como rito sí, pero también como defensa. Parapetado
tras ellos aguardaba el deseo. Oírse en público con los inéditos. Todo porque la fiebre no le deja. Creyó que tras el último libro sanaría, pero es débil
remedio para tan severa ligazón. Desamparado, escribe. Observen: en enero de este año presentó el último
libro y ya le asciende el cosquilleo. Urge. Vayamos a los hechos. Uno, la lectura,
que comenzó con tono formal fue evolucionando a maneras de emoción, a susurro cómplice,
a modos de enamoramiento entre el poeta y el poema, a goce compartido, a prueba
y juego. Dos, el poeta sigue joven, cada vez más joven, cada vez más atento a
la batalla de la seducción y sus alrededores, a los caprichos del combate, a esa
tensión tan canallamente caballerosa como creíble: fresca, insinuante, gozosa.
Tres, el poeta explora y explota sus descripciones-flash como golpes
sorpresivos en el mentón del oyente, rápidas sucesiones que perfilan a tajo,
desafíos y avisos al futuro lector, lugares de audaz belleza, como instantáneas. Así concibe el verso. la armazón del poema. Inconfundible. Inconfundible. Cuatro, las
últimas entregas elegidas para el público del martes alertan de una veta ya existente y que se consolida, algo parecido a
la advertencia de que la fiesta va enseñando las garras de su final, atisbos de
desaliento, de que la verdad irremediable asoma. Mas tardará. Porque el amor
resiste mientras suene la música. No cejarán en el baile los amantes. Soler en estado puro. Puro manifiesto.
Datos complementarios. Aquí, en este otro vídeo, pueden contemplar la lectura de dos poemas. También ofrecemos el último texto leído.
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Rafael Soler y Marisa (Montesinos) |
Datos complementarios. Aquí, en este otro vídeo, pueden contemplar la lectura de dos poemas. También ofrecemos el último texto leído.
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El viaje es lo que
importa
Vamos al Sena decidiste
sin apretar la boca
y yo acepté
pues siempre fuimos dos y somos uno
de camino
un antipático taxista
nos dio la noticia en pésimo francés
flotando indiferentes a la lluvia
dos jóvenes de edades parecidas a las nuestras
alcanzaban la rive gauche de madrugada
ella lucía el collar que te compré
en el duty free
del aeropuerto
y pálido también en su abandono
él llevaba mis zapatos de tafilete oscuro
todo callaron cuando un bombero anónimo
encomendó sus cuerpos
con la urgencia eficaz del funcionario
ahogados de la mano
ajenos al desvarío azul de las sirenas
nuestros labios compartían un único deseo
que nadie supo descifrar
pero esa es otra historia.
6 comentarios:
Rafael dejó, como siempre, mucha poesía y bien dicha. Quería, dijo, testar sus inéditos. Pero, en realidad, su mirada iba al rincón donde observaban los "teleñecos". Un abrazo. Eduardo
Ahí me pillas, Eduardo. No sé qué son los teleñecos. En lo demás tienes razón. Un modo personalísimo de hacer buena poesía.
Creo Francisco que voy a volverme adicta a tu luz, porque lamentablemente no pude asistir a ninguno de los actos, y de alguna manera poder venir aquí es casi como poder haber estado, con la pena de no poder abrazar a los amigos pero la maravilla de poder hacerlo através de tu magistral manera de contar. Un abrazo y gracias siempre por tus crónicas.
Carmen, es una adicción pasajera, no tengas miedo. Se cura. Mientras la luz está escrito para los amigos, Bienvenida. Mi abrazo.
Gracias por tu crónica, Paco y gracias especialmente al presente en el acto, Paco García Marquina por sus comentarios sobre el desarrollo del mismo, mi lectura y su opinión sobre mi poesía.
Os quiero a los dos por ser mis amigos incondicionales. Y a pesar de eso, sé que vuestras opiniones son sinceras y no os dejáis cegar por el cariño. Gracias a todos los que asistieron, entre muchos, compañeros de Verbo Azul, Círculo de Bellas Artes y Tertulia del
Café de Oriente. Cristina Cocca.
Cristina soy un simple testigo, cuento lo que veo y presto atención a lo que cuentan. Es el caso de Paco Marquina. El resto lo pones tú. Tienes muchos amigos. Y buenos.
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