El jefe se presentó a las 10 de la mañana con este texto,
que leyó despacio.
Si amas
la poesía, amas la claridad. / El objeto de la literatura / no es inventar
enigmas para iniciados cursis. / Su meta es reflejar anhelos, angustias / y
emociones reales de la especie / en un espejo imaginario. / Y hacerlo de la
forma más nítida posible.
Aunque intentó recabar opiniones a favor y en contra, nadie se definió
antes que lo hiciera él. Algo hemos aprendido en tantos años. Por las
insinuaciones nos pareció que era partidario y que quería conocer el nombre del
autor. Recuerden que comenzamos el curso con lo de Sánchez Rosillo, lo que da
una pista de sus actuales inclinaciones.
Preguntó ¿van por ahí los tiros en
la poética actual? Y se contestó, lo
que haya de pensamiento en lo lírico ha de ir ligado a los asuntos diarios,
palpables, algo así como se gustan y buscan la pared y la yedra. Los poetas
deben escribir para aguijonear con temas cercanos y que no duelan a la
comprensión, que se resuelvan bien, con sorpresa y deleite si puede ser. Y sin
evitar la crítica a costumbres, mandamases o situaciones, eso gusta, las gentes
desean ver que los poetas habitan el mundo de lo real. La otra poesía, insistió, es un estorbo, lo prescindible. Tal
como están las cosas, a la redacción todo lo que él diga le parece bien. Estad, continuó, atentos al nuevo premio Blas de Otero, se titula Mala letra y va por esos caminos de la complicidad con el lector.
Quiero vuestras próximas crónicas atentas a este concepto. No debemos perder el
hilo de los tiempos Habló la becaria,
que no cobra, ni perderlos ni marcarlos,
propongo que sean los lectores quienes marquen
el hilo de los tiempos, porque se mojen también, y nosotros informemos sin
sectarismos. El jefe, sea, pero si encontráis al autor de la cita
me gustaría saludarlo.
1. Martes
Luis A. de Cuenca |
2. Jueves
Pedro Provencio en Favorables |
Vuelve Favorables, vuelve Suñén, Juan Carlos a CentroCentro de
Cibeles. Tercera temporada. Vuelve con una programación libre de ligazones
generacionales ¿más a su gusto? Algo provocativa también por salirse de lo ya
trillado. Pero con mucho riesgo. Quedó claro el 13 de noviembre, segunda sesión
con Pedro Provencio, antólogo que
fue, poeta todavía. Su último libro intentó darles voz a las víctimas de los
trenes de Atocha. Despachó la tarde con un poema de 19 folios que leyó de un
tirón sin apenas levantar la vista. Libro poema, dijo, complementado con notas
explicativas que, preparadas para edición escrita, pueden constituir poemas
independientes. Algo así, pensábamos como lo de TS Eliot y su tierra baldía, por remitirnos a lo más conocido. Su
propuesta puso a prueba a los 17 asistentes. Y es que la cosa va de conflicto
identitario entre el yo, el tú, el él, el nosotros, el ellos… y otros
pronombres. En especial el tú y el yo a los que designó con la letra A y el él
al que designó con la letra B, por aclararnos o aclararse, creo. Anotamos, de oído,
algún verso “Si A vemos que nunca es B” / “Vértigo del tú mirando al exterior
del yo” / “A se ramifica gracias a la sabia elaborada en B” / “Quise ayudarte
pero mi yo no avanzaba” / “Nunca descansan los culpables”. Este último me gustó
especialmente. Escrito desde la pulcritud en los modos, no édito aún, leído con
humildad y sabiduría, el ríopoema está concebido, según pudimos apreciar, desde
un tono conversacional intenso y cercano con el hombre que le sostiene y
acompaña. Y aunque fue arropado con la lectura de algunas de sus anunciadas notas
explicativas, debo reconocer cierta dificultad para una asimilación inmediata.
Juan Carlos Suñén prefirió en esta ocasión dejar la entrevista para el tiempo
posterior. Calificó el texto de impresionante, dijo que le sonaba a Juan Ramón y por la intención a Espacio. Pedro dijo que le tienta el
libro poema. A todo estuvo atento, en primera fila, el crítico y poeta Miguel Casado. Y hasta aquí podemos
informar porque debimos ausentarnos, con pesar, antes de que la cosa terminase.
El jefe nos esperaba en un bar cercano. A donde pronto llegó Maxi Rey con la cámara. Juntos fuimos a
La Siega, era jueves, a escuchar la
poesía flamenca de David Morello. Contrapunto.
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