Fotografia. Ediciones Vitruvio |
Si alguna vez dijimos que el poeta Fernando López Guisado lee con densa pasión, nos reafirmamos en lo
dicho, pero debemos matizar la apreciación: es capaz de leer con densa pasión continuada, sostenida en el tiempo. Hacía mucho que no asistíamos a una presentación de libro en donde el autor se acercase a los treinta poemas leídos. Incluido el famosísimo Mazinger Z. Hermosa desmesura. Y todos leídos con decisión fogosa. Fernando lo hizo, viernes 21, ante el aplauso crecido y consciente de un
auditorio amplísimo y entregado. Tal como si quisiera compensar con una lectura
masiva a una asistencia masiva. El libro también lo es. Es un vitruvio de amplio
espectro que recoge los tres últimos libros de poeta. Ergonomía editorial,
ejemplo a seguir que, digámoslo solapadamente, ahorraría multitud de citas, paseos y convocatorias.
Acierto en suma. Así los poemarios El
beso del demiurgo, Monstruo en prácticas y La captura de lo invisible se reúnen en un sólo volumen bajo el sugerente y acertadísimo título de Rocío
para Drácula: tres palabras que conjugan dos mundos propios del poeta:
la ternura y el temor a lo oculto, a lo indomable.
Fotografia. Ediciones Vitruvio |
La poesía emerge en López Guisado con personalísimo sello. Deudora
de un mundo gótico de lecturas, poblada de animales que buscan ser símbolos, es
un viaje de ida y vuelta a los sueños, por los sueños, con los sueños. Todo
buen poeta construye su hacer alrededor de dos o tres obsesiones que le sirven
de alimento, Fernando dejó las suyas claras en su anterior libro La
letra perdida y aunque en éste, sobre todo en Monstruo en prácticas,
procura atrapar en lo cotidiano lo que de misterio tienen sus experiencias,
siempre se impone lo inaprensible de la imaginación a lo palpable, el temor a la certeza. Lo expresó
bien cuando dijo de sí que era hombre bucle. Y lo expresó bien el poeta Rafael Soler, voz que habita en el
Comercial, que conoce bien, que vigila desde ha mucho la obra de Fernando, al
presentar el libro. Porque Soler, tras citar a M. Blanchot para señalar al poeta
como mediador, quiso detenerse tanto en la generosidad humana del autor, como
en precisar que es un libro de amor luminosamente oscuro. Resaltó luego la
personalidad propia de cada uno de los poemarios. El beso del demiurgo como
juego expresionista entre el amor y la muerte. Monstruo en prácticas:
lugar en donde vivir es conocerse, planeta en donde se reúnen el hombre que
ahora es, las mujeres que lo conforman y el monstruo que llevamos dentro. En La captura
de lo invisible domina un amplio poema-río separado en fragmentos, un altar
poliédrico en donde Drácula convoca a su alrededor los miedos devoradores y las
tentaciones que salvan.
Buen libro de un poeta de su tiempo. Nuevo, incontaminado aún
por el conformismo. Un poeta que viaja y revuelve en su interior y en el
interior de las cosas. Nada extraño para alguien que practica a diario el radiodiagnóstico. Y que ve más allá de ambos, del conflicto. Los
ejemplares disponibles para el acto (12 euros) se agotaron con prontitud. La
sala abarrotada y la devoción hacia su poesía condujeron a muchos hacia el desasosiego de quedarse sin él. Era algo previsible. Pero sepan que Fernando es un autor fecundo, lleno
de provocaciones, audaz y atento, volcado a la tentación de la literatura, aplicado
y devoto de Juan Carlos Suñén, y con dos fortunas. Una, la de residir en Rivas, inquieto caserío, lugar donde escribir es una religión tumultuosa. Y dos, la de tener un editor que confía y defiende su obra. Rocío para Drácula estará pronto en librerías, si no lo está ya. Pregunten por él. Desde aquí se apuesta firme por la cercanía de nuevas ediciones. Lo que oímos lo avala.
Tiovivo
Enamorado yo de ti.
Enamorada tú de los otros.
Nos perseguimos con el falso carrusel
de mi parque de verso y atracciones.
Hace tiempo que no vendía
mi alma al diablo.
Hoy traté de hacerlo
por una sola flor
por una sola flor
2 comentarios:
Poeta de elevado interes. Y la labor de vitruvio es inconmensurable, me atrevo a decir que ya es la mejor editorial de poesia.
Contigo en lo primero, señor Anónimo. Y casi en lo segundo, sobre todo por la selección de sus autores.
Publicar un comentario