viernes, 1 de marzo de 2013

Un libro, un poema de Manuel Cortijo Rodríguez


Importante y discreto, poeta desde su juventud, poeta con y entre los poetas, es mantenedor de una de las tertulias más acreditadas de Madrid, albaceteño, defensor de La Roda, su paraíso natal, persona cultivadora de afectos, extenso amigo y buen hombre. Se llama Manuel Cortijo Rodríguez y ha sentido por fin la necesidad de dar a las tintas un poemario. Su primera entrega. Algo que sus numerosos amigos llevábamos solicitándole tiempo y tiempo. Ocurrió este pasado otoño. Desde entonces numerosas críticas y numerosos lectores han celebrado la ocasión, hasta el punto que ha sido precisa una segunda reimpresión. Con el sugerente Memoria de lo usado ha querido titular Cortijo Rodríguez esta novedad.

Hay que decir y pronto que el acertado texto de Pedro A. González Moreno, que acompaña la edición, señala la existencia de un yo lírico potente, apenas disimulado a veces en el plural, así como el tono elegíaco de su recorrido. En  todo el poemario la memoria de lo vivido, de lo usado, y su recuento, lo que de ganancia y pérdida supone, es el fundamento de un altísimo pulso poético. El tiempo, y lo que su arca guarda, no es novedad, en algo muy propio de poetas que se acercan a cierta altura del friso, pero tanto el tono, nunca desesperanzado, como la claridad de la mirada que se vuelve, hacen de Memoria de lo usado un libro necesario, útil, revelador.

Manuel Cortijo en Madrid el 3 de febrero
(Fotografía de Davina Pazos)
Manuel Cortijo nunca ha estado en la pelea ni en los codazos del mundillo, más bien al contrario, ha sido siempre un facilitador para que la divulgación poética encuentre cauce y lugar. Su pequeña patria y cientos de poetas saben de ello. Voces que podrían decirlo alto y fuerte. Tal vez por eso han sido numerosas las reseñas y críticas que prontas han brotado para  resaltar las cualidades y el largo recorrido que a estos versos aguardan. José María González Ortega, Manuel López Azorín, Cristóbal López de la Manzanara, Ana Garrido, Juan José Alcolea, Natividad Cepeda y Juan Pedro Carrasco García, entre otros, han sido algunos de los que tengo noticia. Y todos han señalado lo que el poeta tiene de observador introspectivo, capaz de rastrear sus raíces, de reconocerlas y delimitarlas, de intentar fijarlas en la sencillez melancólica y clara que para Manuel supone el poema.

El autor de Memoria de lo usado es un hombre pulcro en sus expresiones, en sus gestos, en su amistad, en sus lecturas y no se podía esperar otra cosa, de sus primeros éditos en libro, sino una extremada pulcritud en las formas. Lo que para algunos poetas actuales supone un lastre, para el poeta de La Roda es eje esencial en su decir. Metro y acento, disposición y estructura, constituyen algo más que una herramienta. Manuel es un hombre pulcro, cuidadoso, con un delicado respeto por la buena construcción poética, de la que este libro puede dar alto testimonio. Hay en él un lenguaje barroco y llano, capaz de aunar la sencillez del discurso con un alto grado de concentración expresiva.

Presentación en La Roda
/De la red)
Y como buen manchego, en el libro se reparte una cierta aceptación de la vida y su papel. No hablo de resignación fatalista, sino de saberse uno solo, y erectamente uno, caminando al lado de otros, de los demás, de todos. Con toda la importancia de la batalla, pero con la conciencia de lo imposible que es librarla alejado de compañía, esos que siempre terminan apareciendo en el poema, esos a los que el combate hace hermanos. Hay siempre un toque de emoción contenida, una cierta imposibilidad en las ansias de volver, un anhelo sostenido de claridad que permita el camino, la sensación de que todo lo que nunca llegó sigue existiendo, que la Naturaleza es fuente de iluminación. Y que escribir es la mejor atalaya desde donde contemplarnos, aunque ya conozcamos la imposibilidad de vernos.  

Manuel leyendo en el homenaje
a Vicente Martín
(Fotografía MC Barri)
Es Manuel Cortijo Rodríguez, ya hemos dicho, poeta de numerosas lecturas, lo cual es tanto posibilidad como peligro, pero del trato con su persona, amplio y que agradezco, creo que uno de los aprendizajes más asumidos es el de conocer muy bien el papel del poeta: ante la sociedad, en su sentido amplio, y ante el grupo que suponen los del oficio. Existe siempre en él una generosa humildad, no exenta de autoestima, de altura, de la necesaria conciencia de lo que ser poeta significa. El poemario se presentó en La Roda, el 26 de octubre y en Madrid el pasado 3 de febrero en su Casa de Castilla-La Mancha. Con tal motivo surgieron entrevistas, de las que no quiero dejar de señalar una de sus respuestas

Mi poesía se acerca mucho a la de los poetas cultivadores de la poesía del conocimiento: Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, entre otros. Mi poesía no es sino un modo de conocimiento, un camino para comprender mejor al yo. Así que torna  mi mirada a mi propia intimidad, a mi mundo interior. En la temática de mis poemas percibimos temas personales y particulares: la infancia, el tiempo como tránsito, fugacidad del hombre,  la vida cotidiana. En casi todos ellos el lenguaje es sencillo, aparentemente común, pero tratando de cuidar siempre  los valores estéticos del verso, como el ritmo o la persecución de la belleza de las imágenes, sin olvidar el conocimiento de los límites de la palabra poética, sus posibilidades para representar las experiencias reveladas.

Queda decir que el poeta dedica una buena parte de sus poemas a una buena parte de sus amigos, los que con él van. Y entre los que me honro. Quiero dejar constancia aquí, en Mientras la luz, del que ha tenido la gentileza de ofrecerme.
.......... 

Examen de conciencia  
                             
                                  A Francisco Caro  

No hacía falta más luz para saberlo, 
tampoco que volvieras 
a vaciar tu memoria tan en balde. 

Tú sabes lo que sabes: 
la parte menos tuya 
es la que vive 
fuera de ti, sonando en el papel. 

Tú te das a esos aires 
que ciernen hacia adentro, a lo salvado 
de perderse en la frías espumas de la nada. 
Por eso mismo, 
permites que tu voz se vaya haciendo 
tan solo a lo interior, 
búsqueda sola y alma que respire por ti. 

No hace falta empeñar 
más luz para saberlo: 
tú oyes temblar la noche, tantas veces, 
los pasos de tu voz, la palabra hacia adentro, 
y es allí donde 
la escribes o la guardas 
en su única verdad.

4 comentarios:

La Solateras dijo...

Tu crónica es fantástica, el título, tentador; y el botón de muestra deja la miel en los labios. Quiero hacerme con el libro de Manuel.

Gracias, Paco, por traernos estas joyas.

fcaro dijo...

Mereca la pena, Ana. El libro y la persona. Trataré de conseguírtelo. Es una edición de la Diputación de Albacete, casi agotada ya. Por lo que he podido saber se está pensando en una reedición.

Anónimo dijo...

Tienes razón, Paco. Es un poemario espléndido. Y lo mejor es que se corresponde la calidad literaria con la calidad humana. Algo poco común. Gran abrazo para Manolo que siempre fue "santo de mi devoción". Otro para tí, celoso. Carmina

fcaro dijo...

Contigo, Carmina. Además, y es lo más importante, la lectura del libro te remite a la persona. Autor y obra no son algo distinto. Le pasa lo que a ti. Besos