Comienza para todos 2025 y creo que hace 17 o 18 años que inauguré la ventana de este blog. Mientras la luz es también el título del segundo de mis libros (que publiqué en la BAM y que presenté en Ciudad Real y Madrid. Tiempos). Apenas he leído en público de él porque no considero tanto sus poemas aislados como el conjunto de todos. Alguna vez me gustaría leerlo entero, seguido, ante gentes amigas que lo quisieran escuchar. Pero estamos todos tan saturados que da vergüenza siquiera pensar en ello. El blog tuvo para mí sus mejores momentos cuando me apetecía trasladar mis impresiones de aquellos actos a los que asistía, creo que incluso existían algunos lectores habituales. También cuando hacía Consejos de Redacción con la becaria. Intenté, porque quise, que otros amigos, otros poetas estuvieran en esta mi casa, y recuerdo que escribía cartas abiertas sobre lecturas deseadas. Luego todo, con el auge de las redes, se fue amortiguando. Y porque, seamos sinceros, menguó mi afán escribidor. O mi entusiasmo. Llevo tiempo pensarlo en cerrar, en bajar la persiana, pero me da muchísima pena porque fue cancha de alegrías. Durante el pasado año he intentado mantener una agenda poética madrileña en atención a algunos amigos que la visitaban. Tal vez la continue porque les sirve a ellos, dicen, y a mí, digo. Escribo poco (pocos poemas). Me ocupo más en colaborar con las ediciones de Mahalta (la que trajo Aquí), tan próxima y cercana, tan querida. De alguna manera es variar de horizontes, de costumbres. Desde la ventana que supone la editorial percibo el momento actual de la difusión poética, su escasa amplitud y sus limitaciones, ante el fervor de tantos y (en muchas ocasiones) buenos poetas. Desde esa ventana, digo que ha crecido mi aprecio por los editores que siguen cuidando su trabajo, y que he tomado nota de los que persisten en los descuidos como si solo desearan ser impresores. Vuelvo a decir que escribo pocos poemas, pero algunos. En los últimos meses (¿años?) he continuado creciendo aquel cuaderno -Fuentévar- que edité y difundí graciosamente entre mi familia poética, tan amplia y querida. Son poemas nacidos de la contemplación de la Naturaleza; y de algunos rastros de mi memoria y mi cuerpo en ella. También de su anuncio como casa futura (no tengo prisa). La colección Adivinos, de la editorial en la que colaboro, acogerá una primaveral edición de tal gavilla. Hace 4 años que no edito, nunca ha habido tanto tiempo mío entre un libro y otro.
El pasado día 9 encontré en el camino (que hago acompañado, bien sabéis) una piedra miliar, un mojón con un 7 y un 8 escritos e invisibles. Me dio tiempo a preguntarle, a preguntarme. Todo sigue de momento. Todo sigue mientras la luz.
Piedra miliar
La luz va por las ramas, se alabea.
Hacia un norte que espera regresamos.
Hacia el invierno. Vemos
cómo escapan los ciervos, sigilosos,
cómo huyen
los años jóvenes.
Dices: El tiempo sopla fuerte.
Digo: La vida nunca ofrece son ni tregua.
(Ocultos
tras los robles, dos pares
de ojos herméticos, de cifras
—4 y 7 las unas, 5 y 0 las otras—,
vigilan que no huyamos).
Un vendaval de gestos
y un oculto reloj, que calla y cunde, vienen
al paso con nosotros:
enhiesta nos detiene
una piedra miliar.
Dime qué hicieron
—pregunto al hito— las gentes que por ti
antes pasaron, que tú supiste; qué hicieron cuando
las sombras acudían con sus hambresa este mientras que somos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario