domingo, 19 de enero de 2025

Una carta a y tres poemas de... ANA ARES

 


Ana,

Dice Miguel Casado que la escritura surge cuando se produce un clic, algo que rompe con el discurrir del texto inerte. Y del inerte tiempo, añadiría yo. Entre los años 2008 y 2024, se produjeron en ti, Ana Ares, numerosos clics. Numerosos fuegos escritos para romper rutinas o para proclamar excitaciones. Casi novecientas revelaciones. Ya sé —he leído libros tuyos de antes— que eres poeta atenta a las provocaciones: la ciudad, los viajes, los once minutos… y que las anotas rápida, nerviosa, intuitiva, feraz, encendida, con rabia, bondadosa, desnuda y escuchando. “Me gusta caminar / conmigo solamente, / tú a mi lado”. Si tuviera que espigar un solo poema de La caja de costura porque alguien me obligara a definirte, sería ese. Y es que no puedes dejar de ser sola, una, tú; y al tiempo no puedes dejar de compartir, de ser con. Sé de tu tierna ilusión con este libro, con esta miscelánea compilación de las anotaciones poéticas, con este dietario que te ha ido recopilando durante tanto trecho. Compartí la ilusionada, ilusionante, presentación que en la SGAE tuvo lugar; y sabes que aprecio en mucho la cuidada sabia edición que Paco Moral ha gestionado para Tigres de papel. Tengo siempre cerca de mí el libro, el costurero: abro, leo hilvanes hilvano encuentros y coso desasosiegos. Lo necesito a veces: ayer mismo. Dices: “Soy la que invoca la noche cada noche. / Quiero que me convierta / en nocturna flor”. Proponer a tus lectores, a mí en concreto, un libro de esta amplitud formal y literaria es un desafío que te acepto. Pequeños dulces, manjares al gusto, lugares en donde el amor, sus dobladillos y sus misericordias, son el pespunte capaz de unir la palabra con la vida. Nada es real hasta que no se escribe, hasta que no se cose, dicen. Y yo lo creo. Mira Ana, todo lo que tu haces real vive con devoción, todo revuelto en esas latas (de antiguo membrillo) que devienen en casa de costuras. Y nada pierde identidad. Ovillos poemas, bobinas poemas, acericos poemas, agujas poemas… “Soy / estrella, oscuridad / aunque amanezca”. Debes saberme contento de tenerte en libro cada día, de sentir cerca tus chispazos, tu valor sereno, casi tu historia. Novecientos botones, ninguno igual y sin embargo todos entonan una canción misma y diferente, nunca una caja de costura es semejante a otra, y en todas estallan la vida y las revoluciones. Ana, tu mano sabe remover, revolucionar, tu mano tiende a la belleza, tal vez por eso la poesía la ronda en busca de cobijo: este libro. Y por qué no decirte que es también un libro de afectos, una declaración de amor a la vida por encima de todo obstáculo, un amor recio y tranquilo que ignora lo sensiblero, una declaración de compromiso con lo que merece: con la alegría, con los otros, con el otro, con la felicidad, con el temblor y el miedo, con el riesgo de quien se atreve, con la necesidad de ser querida… y fundamentalmente con el poema. Ana, ningún poeta, ninguna poeta escribe con la intención de contar nada, aunque lo parezca, todo argumento es excusa: se escribe tan solo para escribir un poema, para intentar atrapar, si se deja, la poesía. Te escribo para decirte. Para decírtelo.

 

*

Cae el silencio

en mi sueño, mi hastío, mi pereza,

y es la noche debajo de mi ropa

ese crimen de lesa dejadez.

*

No sobreviviríamos, no adquiriríamos hábitos.

Tan solo ese arrebato seremos, somos, fuimos.

El invierno era ajeno, no fue nunca nosotros.

*

Nunca fuimos iguales,

siempre en nuestro dolor

éramos dos.

viernes, 10 de enero de 2025

2025 y digo

 


      Comienza para todos 2025 y creo que hace 17 o 18 años que inauguré la ventana de este blog. Mientras la luz es también el título del segundo de mis libros (que publiqué en la BAM y que presenté en Ciudad Real y Madrid. Tiempos). Apenas he leído en público de él porque no considero tanto sus poemas aislados como el conjunto de todos. Alguna vez me gustaría leerlo entero, seguido, ante gentes amigas que lo quisieran escuchar. Pero estamos todos tan saturados que da vergüenza siquiera pensar en ello. El blog tuvo para mí sus mejores momentos cuando me apetecía trasladar mis impresiones de aquellos actos a los que asistía, creo que incluso existían algunos lectores habituales. También cuando hacía Consejos de Redacción con la becaria. Intenté, porque quise, que otros amigos, otros poetas estuvieran en esta mi casa, y recuerdo que escribía cartas abiertas sobre lecturas deseadas. Luego todo, con el auge de las redes, se fue amortiguando. Y porque, seamos sinceros, menguó mi afán escribidor. O mi entusiasmo. Llevo tiempo pensarlo en cerrar, en bajar la persiana, pero me da muchísima pena porque fue cancha de alegrías. Durante el pasado año he intentado mantener una agenda poética madrileña en atención a algunos amigos que la visitaban. Tal vez la continue porque les sirve a ellos, dicen, y a mí, digo. Escribo poco (pocos poemas). Me ocupo más en colaborar con las ediciones de Mahalta (la que trajo Aquí), tan próxima y cercana, tan querida. De alguna manera es variar de horizontes, de costumbres. Desde la ventana que supone la editorial percibo el momento actual de la difusión poética, su escasa amplitud y sus limitaciones, ante el fervor de tantos y (en muchas ocasiones) buenos poetas. Desde esa ventana, digo que ha crecido mi aprecio por los editores que siguen cuidando su trabajo, y que he tomado nota de los que persisten en los descuidos como si solo desearan ser impresores. Vuelvo a decir que escribo pocos poemas, pero algunos. En los últimos meses (¿años?) he continuado creciendo aquel cuaderno -Fuentévar- que edité y difundí graciosamente entre mi familia poética, tan amplia y querida. Son poemas nacidos de la contemplación de la Naturaleza; y de algunos rastros de mi memoria y mi cuerpo en ella. También de su anuncio como casa futura (no tengo prisa). La colección Adivinos, de la editorial en la que colaboro, acogerá una primaveral edición de tal gavilla. Hace 4 años que no edito, nunca ha habido tanto tiempo mío entre un libro y otro. 

El pasado día 9 encontré en el camino (que hago acompañado, bien sabéis) una piedra miliar, un mojón con un 7 y un 8 escritos e invisibles. Me dio tiempo a preguntarle, a preguntarme. Todo sigue de momento. Todo sigue mientras la luz.

 

Piedra miliar 
 
 
La luz va por las ramas, se alabea.
 
Hacia un norte que espera regresamos.
Hacia el invierno. Vemos
cómo escapan los ciervos, sigilosos,
cómo huyen
los años jóvenes.
 
Dices: El tiempo sopla fuerte.
Digo: La vida nunca ofrece son ni tregua.
 
(Ocultos
tras los robles, dos pares
de ojos herméticos, de cifras
—4 y 7 las unas, 5 y 0 las otras—,
vigilan que no huyamos).
 
Un vendaval de gestos
y un oculto reloj, que calla y cunde, vienen
al paso con nosotros:
enhiesta nos detiene
una piedra miliar.
 
Dime qué hicieron
—pregunto al hito— las gentes que por ti
antes pasaron, que tú supiste; qué hicieron cuando
las sombras acudían con sus hambres

a este mientras que somos.