El tiempo es un jaguar insatisfecho
que jamás abandona sus quehaceres
y sigiloso juega
con nuestras ambiciones
ante sus fauces, plenas
de bostezos,
nos deja hacer y hacer, como si ausente,
mientras contempla y se sonríe dulce
ante el esfuerzo inhábil
de quien procura
perdurar ocultándose
en versos y papel
de su campo de acción,
de sus tranquilas garras aparentes
benévolo, nos deja
escribir, publicar, sé que nos deja
en ocasiones parece distraído,
ajeno en su quietud, mientras decide,
harto ya de la escena,
–tanto ir y venir para ser nada–
cuando será el zarpazo.
Ilustración de Manolo Marcos
6 comentarios:
Exactamente es así,tan bellamente expresado. La fiera acecha en silencio -o no- pero nos salva la poesía y la amistad.
Abrazo.
Mayusta.
Mientras haya luz, Miguel Ángel. La noche es el zarpazo inesperado y cierto.
Me encantó imaginar al tiempo como un felino que, juguetón, nos deja ser. Y especialmente después de esto:
(tanto ir y venir para ser nada)
Un abrazo.
Más o menos, la vida, Jorge.
Y el zarpazo llega y te deja sin poesía. Y sin vida.
Todo ha sido un juego consentido. Es bueno saberlo, Ana
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