sábado, 26 de marzo de 2022

Carta Pública y dos poemas de Marga Mayordomo




     Querida Marga, si digo del milagro de la poesía, capaz de andar el borde de los acantilados y ser al mismo tiempo amparadora, al mismo tiempo vientre, caverna, tálamo abierto, refugio contra la mansedumbre de la rutina, digo de ti. Marga, tu poesía es un desafío a los enjambres, tu poesía grita pétalo y cereza, habla con los ríos helados. He recorrido contigo el curso del Yukón, he ido contigo en piragua por sus rápidos y meandros, escoltados por los inuit, contigo he atracado en puertos aún no construidos. Hoy quiero decirte que tu poesía estalla, que busca romper el continente, esa frontera que señalan las páginas, que busca lo que brota, no solo en la topografía, también en el mentón de sus imágenes, en los fogonazos con que dejas ver (al tiempo que velas) tus intenciones; en el amor sin piedad por la tierra y su pureza, por los seres que la embarran. Me admira la ebriedad sonora de un lenguaje que doma la sintaxis, o la inventa. Yo creo que la poesía y sus talleres han tenido pocas alumnas más rebeldes que tú y al tiempo más aplicadas. Digo esto porque en la creación poética, las recomendaciones suelen formularse con recta intención, mas son a veces mera trampa para incautos en busca de buen consejo. Tú desbrozas, rasgas y desordenas, descorchas, para poder recomponer desde la espuma de la libertad. Tu Yukón es mosaico de formas y paisajes, de ritmos y ciudades futuristas, de banderas exhaustas y pupilas de lobo, tú anotas en columnas azotadas por las furias del caos. No sé sí bajan desde tu siglo, de las campas mapuches, o de las citas que tan primorosamente ordeñas. Y qué decir del traqueteo vándalo con que transitas por las distintas lenguas, ese guiño a la postmodernidad. Olma sin techo y violeta, te dices. Y en una de las páginas: necesito fabular, reimaginarme, para luego preguntarte: ¿come finirá tutto questo? Como si te preocupara. Yo sé que no te acongoja, porque sé que lo tuyo es fluir, dejarte hacer… y hacer, sentarte a lomos del potro desbocado que es el poema, y luego internarte con él en la niebla hasta oírla crujir. Dice Julio en su prólogo que te perteneces con descaro, ¿qué si no, y quién si no? pregunto. Yo digo que tu poesía apunta a tu pecho, que es ese revólver de cañón que se curva 180º y que hiere a quien dispara. La poesía no te deja indemne, es el cuenco en donde viertes la sangre de tu yo, y es la taza en donde bebes. He visto y leído a pocos poetas, a pocas poetas, con tantos espigones de luz, por decirlo con tus palabras. 

Haces bien en propagar, en soltar yukones, por las calles de un Madrid que nadie desea dormido. Marga, entre los bosques de un granito batido por el agua, tú eres corazón vivo y latiente, tú eres una valquiria, nuestra valquiria.

Valgan estos dos poema

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MEDITERRÁNEO 


y con el sol de Homero enfrente 
 guijarrillos de colores 
chapoteos 
tren de espuma   bordeando la marea 
las gaviotas   no se achican 
yo tampoco 



bosquecillos de palmeras / geranios 
 por todas partes 
amodorrados pinos   estirando el cuello 
 hacia la eternidad de su terruño 
 un Martini bianco— 
“mi amor” 
carrusel de miel y flores —lo trae el aire— 
—otro Martini— 
 aceitunas —tal vez del Lazio— 
 y de los ríos del Norte  __el agua helada 
 —quién sabe—   para el camino 
—dice— 



 ¡ah! las energías las energías 
 universos paralelos en la fiesta de Neptuno 
y el sol  __azul Sorolla fiero 
 y el mar  __no sé 
de otro color

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YUKÓN 


no 
 no se trata del rojo o el amarillo 
en los océanos de hojas 
se trata -de águilas calvas -de osos 
 __ahí   rodeados de montañas que no tienen nombre 
donde los remos son fuertes y los brazos largos 
 los días 
 __bajo la cúpula del mundo 
tenemos soledad tenemos hambre 
intercambiamos con el alce :: un trozo de corazón  
vivo y latiente*

la intensidad sin riesgo no existe 
 en la montaña blanca 
 donde hileras de hombres agotados    un día treparon 
 –sin descanso– 

 con la locura del oro hincada en su cerebro 



 pronto renaceremos limpios 
por toda vecindad :: bayas azules 
somormujos 


* Norma Kassi, nación Vuntut gwitchin. 

3 comentarios:

Chelo dijo...

Muy buena reseña como lo son todas las que haces.
Enhorabuena a la autora por haber escrito ese libro .
Un abrazo a los dos.

fcaro dijo...

Chelo, más que reseña, son apoximaciones afectivas, busco más escribir desde ahí que desde el análisis crítico. Gracias por tu lectura siempre.

silviaconocho dijo...

Enhorabuena a la autora...y a su atelier...con la sinuosidad del agua...que en todos sus estados nos lo refiere Marga...me ha clavado un terruño de Yukon en el corazón