Una conversación amena y culta. Con ese tono, y pasión,
cuenta Irene Vallejo la historia del libro. Esa maravilla que nos civilizó.
No es extraño que su El infinito en un junco se convierta en éxito mundial.
Merecido. Pero un capítulo me ha llenado de malos sueños. El que habla de los
pergaminos. Esa piel encalada y raspada, destilada luego en caligrafías y
miniaturas. Cuenta de animales, millones, sacrificados para el scriptorium.
Durante la noche he visto a ejércitos de animalistas gozosos en busca de
justicia histórica saqueando monasterios, quemando manuscritos. Como
reparación. Ay estos tiempos de libros fáciles, kleenex.
3 comentarios:
Muy agudo; y desasosegante porque puede ocurrir: si se derriban estatuas, si se asalta el Capitolio, si uno de los deportes favoritos de la humanidad en los últimos cinco mil años ha sido quemar libros en nombre de creencias innumerables, ¿por qué no quemar pergaminos en nombre del esas "personas no humanas" que son los tiernos corderillo? Un paso imprescindible en la "cultura de la cancelación".
Este revisionismo infantil-moralista, que confunde lo nuevo con juzgar lo anterior, puede llevarnos a cualquier sitio. He leído que en alguna escuela de USA no enseñan a Hommero por no sé que causa. Estamos expuestos a cualquier sandez. Que tendrá milloones de seguidores. Con cuernos.
No entiendo mucho pero te he leído
saludos
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