martes, 31 de marzo de 2020

Consejo de redacción de abril: Y qué decir

                                             Foto: Aníbal BC







      Y qué decir de nuestra madre España, este país de todos los demonios”, leíamos adolescentes en el poema de Jaime Gil. Jamás pudimos suponer entonces este satán ajeno, esta malaventura, este Covid-19 que nos vino. Cada español suponía que el demonio vivía al otro lado de la acera ideológica, así de torpes somos. Con Jaime  comenzamos a sospechar aquello de que tal vez seamos un pueblo que se entrega al albur de los demonios. ¡Ay de estos poetas del medio siglo y qué cosas decían! El caso es que somos un pueblo que aguanta a sus demonios con el mismo tesón con que ha resistido durante muchos siglos sus tentaciones de suicidio como país, como nación y como pueblo. Algo invisible, más allá de los alternativos apegos y desdenes, habrá que nos sostiene vivos y en pie sobre nuestro propio infierno. ¿No les parece? ¿No creen que entre nosotros existen personas, y no pocas, capaces de lograr que la mano y la herida hallen en ocasiones concilio? Inquiría el Jefe, grave, a través del plasma. Y es que la redacción se ha reunido virtual, pero a lo pobre, por teleconferencia de pésima telegenia. Jefe, le reprende o auxilia la becaria, si nos afanamos en buscar poemas de españoles que hablen sin convicción de España no terminaríamos, es algo congénito, recuerde aquello de si habla bien de Francia es un francés, si habla mal de España es español. Vale para los comerciantes y para los poetas. O aquel “España es incurable” que Blanco White pregonaba, sin duda por nuestro empeño en reabrir heridas cicatrizadas. Pero España, al borde siempre de las llamas o las llagas, es un país de enorme fortaleza, de amplia generosidad, tanto en sus errores como en sus aciertos. Además, no es verdad, como dicen algunos, que sea un castigo divino por los tres o cuatro años que llevamos aplaudiendo con fruición a los malos poetas. Quiso terminar la becaria con cierto guiño, con cauta distensión. Pero temblaba el plasma, la gente estaba seria, no para bromas, habían llegado noticias de poetas y amigos de la poesía quebrados o abatidos por el nuevo demonio, noticias de los españoles que luchan a pecho abierto, y no es metáfora, contra un enemigo invisible e inclemente. El redactor novato preguntó: ¿Hay sitio decente para el poema en estos días? Si, claro, respondió el jefe, lo hubo después de Auschwitz, que fue provocado por la voluntad de hombres nacidos de mujer y a los que cuesta llamar semejantes, y lo hay ahora. Pero, por Dios, procurad si lo escribís que sirva, procurad que alivie, procurad que tiemble dentro. Calla rotundo el Jefe y puede que llore sin gemido. El silencio cruza la escuadra de feroces guerreros, y una voz inflexible grita: ¡En marcha!


martes, 17 de marzo de 2020

Dos poemas de José María Álvarez. De "La mirada de la esfinge"




No tengo la fortuna de conocer su persona, la de José María Álvarez, digo. Cartagena y 42. Pero bon vivant, hedonista, mediterráneo o el castizo retozón, no son calificativos a despreciar. Lo digo para el que desee acercarse a su poesía a través de la selección que ha realizado Noelia Illán. Fiel admiradora, de lo cual se confiesa. Tan fiel que ya abrió con uno de estos poemas aquella aventura de La galla ciencia, de tan buen pasado. Creo recordar que era el impagable poema del autoéxtasis solitario (léase masturbatorio) que titula “Como asegura Karl Kraus…” Reconozco que no he leído en profundidad la obra de José María, ni puedo asegurar por tanto que sean libros de esos que se leen sujetándolos con una sola mano, pero esta selección de Noelia, tan oportuna, viene a chocar con la mojigatería de los correctos (y las correctas) que está poniendo en jaque la literatura mundial. Esa que niega, o cuando menos disimula, a la mujer como objeto del deseo masculino y al hombre como objeto del deseo femenino. Y el esplendor, y la explosión consiguiente. Y la necesidad de contarlo hasta las cachas. Hablo de la vida, del más gozoso de los misterios de la vida. Qué hermoso deleite –cuando ahora tantos (y tantas) enfundan sus tactos con papel de fumar– que haya poetas capaces de entender que la carne, ese enemigo con el mundo y el demonio, fue el primer motor engrasado de la poesía. Pregunten si no a Safo, que ahora cuida refugiados en Lesbos. 59 poemas como 59 disparos a la línea de flotación de los tiquismiquis. O de los cuentasílabas que somos. 59 oportunidades lectoras ¿por qué no 69, Noelia? para congraciarse y congraciarnos con las razones placenteras del Arcipreste. Dicen de él, de José María, que ha tenido una vida agitada y viajera, llena de amistades, espiritosos, madrugadas y hoteles enriquecidos. Dicen que le tomó de la mano Castellet para aquellos novísimos de peste que no hay manera de agotarlos ni de evitar que te los restrieguen. 
Pero es el caso que a mí, 50 años después de aquella juerga editorial, me llega para campo de lavandas este libro que titulan La mirada de la esfinge, y me orea. Este acierto bien editado por Olé Libros, en Valencia, que estalla y hunde, que renueva y desborda. Y es poesía. Valga como estímulo en estos tiempos del cólera, que diría Gabriel..
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Una historia inmortal o Mein Bettschatz

Tu cuerpo era un espectáculo más hermoso
que el Cuerno de Oro en el crepúsculo
La música de tus suspiros tus gemidos hondos
llevaban tan lejos como Mozart
Lo que podía presentir tu pasión
no era menos que lo que veo en Macbeth
En aquel cuarto sucio ruidoso
de radios pegajoso de los olores que subían
la isla bullendo en la Ismael Sabry
bajo aquel calor que la intención
de una brisa como aire de mariposas
hacía propicio para el deseo

y sobre aquella cama tu
juventud esa belleza hija
de la copulación furiosa de mil razas
el pelo suelto mojado de sudor
tus labios húmedos y entreabierta la boca
la sonrisa sabia Eso que no se enseña
sino que va en la sangre de los siglos
de saber lo que es la cama la que es joder
Y allí me devolviste
lo que hemos sido en épocas mejores
cuando éramos libres y el placer
una corona de alegría

Tu carne me decía
Han querido destruirnos tantas veces
tantas veces han querido asesinar el sexo
Pero aquí estamos
y estamos orgullosos
y lo estaremos
como lo habían dicho tus ojos obscuros y sensuales
en la calle
más ardientes aún por el hiyad.
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Templar

Qué magnífico momento
cuando en los ojos de una mujer
te has muerto.


jueves, 12 de marzo de 2020

Un poema: Aniversario



Sucedió un año menos un día antes del atentado de Atocha. 
Diecisiete años del hecho que rememora.este poema en dos estancias 
Del golpe que derribó trata la primera. De la posterior visita salvadora, la segunda. Hablo de la llegada de esta pasión que -siempre entre tanteos y dudas- cultivo y me mantiene. Gracias doy.

12 de Marzo 02:13  PM


Caí como la lluvia en la serena
grisura donde beben los basaltos,
caí como la lluvia

un cansancio de sombras, era sólo
rendición sin ayeres y sin labios,
un cansancio de sombras

era viaje sin hebra que ofrecía
a la noche de furias las dos manos,
era viaje sin hebra

necesité las hojas, su acarreo,
para saber que estaba derribado,
necesité las hojas

hilo y nada mi voz, sólo silencio
mi corazón manaba, sólo barro,
hilo y nada mi voz.

II    

Me ataron a la cama,
cuatro días,
se jugaron con pétalos la muerte
y un corazón en deudas, casi inerte,
si debía callar o si debías
acudir tú a mi cuerpo por las vías
granates de mis venas

tuve suerte

mas por miedo a no ser ni a merecerte 
disimulé mi voz,
tus compañías

diecisiete hace ya,
fértil, contado,
tu reguero llegó para que dieras
caridad a lo oscuro de mi estado,
que me encontraste así:
herido y tarde,
agotado en la luz de mis cegueras
y me trajiste a la palabra que arde.


martes, 10 de marzo de 2020

Dos poemas de Francisco J. Carretero. Aún se forjan navajas





      Hay libros de poesía que convocan a pocos lectores y otros que se desparraman. El que traemos hoy es de estos últimos. Tal vez porque su disposición pública viene a glosar y cantar un sentimiento colectivo cierto y sano. Y para estos asuntos está también, desde Homero, la poesía. Para ser canto en alto que une, para ser dicha juntos, para alzarnos en identidad colectiva. Mi buen amigo, el poeta de Albacete, Francisco Jiménez Carretero (aclaremos que nacido en Barrax) disfruta estos días, y yo con él, de la tercera edición de su libro sobre la navaja. Es un clásico en la tierra llana del solar manchego. Nació de puntillas y va crecido. Uno de estos pasados días se presentó la edición actual de Aún se forjan navajas, tal el título, que ha impreso la Diputación Provincial. Fue en el Museo de la Cuchillería, en ese palacete modernista que es cofre y orgullo del acero labrado, de la artesanía que ha dado nombre mundial a la Ciudad. Los poemas acuden al molde clásico, donde con suma habilidad se desenvuelve el poeta, y lejos de complicaciones metafóricas, buscan el lugar donde los lectores guardan la emoción y el cariño por tan cotidiano objeto. Décimas, sonetos, romances y algún versolibrismo, acarrean en su decir una defensa a ultranza de ese bien humilde y proletario que es la navaja. Y de sus usos. Cierto que la vida moderna la va alejando de nuestros diarios quehaceres, pero las gentes del campo, esas que ahora levantan con justicia su voz, saben de lo que hablo. 

      Digo que la navaja necesitaba un poeta. Y lo tiene. Digo también que el libro agotará esta edición como hizo con las anteriores, y que está a la venta siempre en el citado Museo de la Cuchillería. Por si.

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Así es una navaja

Hoja bruñida de acero,
cachas de ciervo o de nácar,
talón, rebajo, “carraca”,
corazón de cuchillero.
Pestaña vitola, esmero
y filo de luna llena.
Noches de yunque que suena
a ritmo de martinete.
Templa su acero Albacete
para escapar de la pena.


Navaja estilete

Esa acerada finura
que acunaba entre mis manos
aquellos años lejanos
de mi inocencia más pura.
Esa delgadez, ternura,
que en mi niñez primavera
labró sobre la madera
el perfil de una sonrisa.
Esa estilete sumisa
fue mi navaja primera.

martes, 3 de marzo de 2020

Del poeta Mario Míguez y sus "Versos aparte"

El poeta Mario Míguez
Foto de Isabel Míguez. Tomada de las páginas interiores
de la edición de "Versos aparte" que ha realizado
la editorial Polibea 



      El poeta Mario Míguez murió en Madrid en 2017. Había nacido en 1962. José Cereijo, su amigo y posterior albacea literario, recibió el encargo de cuidar y publicar (En Renacimiento, Pre-Texos y Polibea) sus últimos tres libros.  Otros tres habían aparecido en vida. Hombre de una sorprendente memoria, dicen que podía recitar más de mil poemas ajenos, muchos de ellos en sus idiomas originales, se retiró pronto de la vida pública poética, de la que era severo crítico, según recuerdan sus amigos. De su emoción lectora da cuenta la entrega encargada a Polibea, la editorial que sostiene Juanjo Ramos, la cual se presentó el pasado miércoles 26 de febrero. Curiosamente Mario no quiso que se publicara en la colección de poesía “El Levitador” de la citada editorial. Tendría sus razones. Sospechamos que porque no es una poesía de creación pura, sino reflexiones en formato lírico al hilo de lecturas o situaciones. Textos de afán entre didáctico e imperativo, dirigidos a moldear -o modelar- conciencias y actitudes desde una situación de anacoreta contemplativo, del que sabe que las dirige a un desierto del cual no desea salir. De ahí su libertad. Pero también el cierto tono de selecta superioridad ante el común. En puridad, construcciones ni aforísticas ni epigramáticas, aunque en ocasiones lo parezcan. Me recuerda su lectura al último Jorge Guillén, en ocasiones a Juan de Mairena, a veces a Eugenio d´Ors. Quiso como título Versos aparte. Y se compone de 88 textos para los que acude al noble hacer rimado, algo que acentúa la sensación de moraleja a recordar, aroma que orea toda su extensión. Es oportuno señalar que incluye con frecuencia fragmentos originales en otros idiomas, alemán, francés, inglés, latín, principalmente. Como bien señala José Cereijo en el prólogo, en Versos aparte se defiende una poesía no literaturalizada, pero sí mimada hasta el último detalle. Nada más horroroso que el descuido. Una poesía que deje lejos la mecánica del acto, ese hacer degenerado de un oficio sin emoción, lugar que Mario califica de viciado. Una poesía que debe alimentarse de los clásicos, levantarse sin rebuscamientos, clara en su dicción y en la procura de que las palabras trasciendan desde su difícil sencillo uso. Una poesía que es siempre territorio exclusivo, no literatura, no arte. Tal vez música, eso sí. En algún lugar se dice eso de unir lo inteligente a lo sensible.
Mientras la luz se goza de libros así, de que editoriales tan pequeñas como dignas se ocupen de estos asuntos, al tiempo que se lamenta de la falta de difusión y distribución que las acompañan. Proponemos la lectura de esta mínima selección. Y la compra de ejemplares.
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Sabio

¿Sabio ese sin saber cuándo callarse?
Aléjate, hijo mío, es un pedante.

Tecnorexia

Sin medida, sin freno, y con la ciega
inercia del consumo y del dinero:
la técnica por vicio de la técnica.
Patología aguda de este tiempo:
insensata y dañina tecnorexia…

Examen de conciencia

Al juzgarte a ti mismo
Evita estos dos vicios,
ni la autocomplacencia,
ni el hipercriticismo.

Crítica

Mal crítico será cuando confundas
“lo que está bien” con “lo que a ti te gusta”.

Malogrados

Uno contempla triste a los que el vicio
de la literatura malogró
y que escriben poemas ignorando
que un poeta no es nunca un escritor.

Claramente

A un misterio no añadas ni poemas
ni enigmas, si lo tratas en tus versos.
Tú no oscurezcas más lo misterioso.
Tú muestra claramente ese misterio.

Vago

¿Vaguedad en los versos?
Más con palabra exacta.
Nunca esa “vaguedad”
que demuestra vagancia.

Emoción 1

Repásalo pues puede que engañes.
Indaga en tu poema muy despacio.
¿Seguro que es lo más emocionante
lo que has escrito más emocionado?

Ohne warum?

No maestro Silesio,
lamento disentir…
No es sin por qué la rosa,
la rosa es porque sí.

DeGoethe I

Qué fructífero el más pequeño espacio
cuando uno sabe cómo cultivarlo.