José Luis Torrego (Foto: Moreno Galán) |
Un
poeta capaz de escribir anagnórisis en un poema y que el poema no sucumba es un
poeta a considerar. Un poeta capaz de
trenzar, a lo TS Eliot, una espléndida amalgama de alusiones culturales en
elementos visuales y al mismo tiempo beber de la sencillez humana y poética de personas
como José Luis Morales, es un poeta a tener muy en cuenta. Tal es el
caso de José Luis Torrego (Segovia 1967), que desde la doble
fecundidad de sus lecturas y su despierta sensibilidad está siendo capaz de
levantar un edificio poético de recia personalidad y novedad profunda en el
panorama hispano. Si ya Suzanne era un texto que lo
consagraba como el Eliot español del siglo XXI, ocupando un espacio vacío en el
mosaico poético español, el vigor de este Una novia judía (Lastura 2019) viene
a asegurarle en un camino que debe y tiene que atravesar en beneficio de todos.
En su edición el libro viene rematado en la contracubierta por un texto que no
nos resistimos a reproducir y que suponemos de alguien cercano a sus estadios
creativos. Dice así: Una novia judía es una elipse generada
por dos focos adversarios y proteicos. Cambiantes parejas de opuestos que van
tomando en el desarrollo del poema las siguientes dimensiones y formas: una
historia de amor en pleno conflicto, la serenidad y el orden de la poesía de
Heine frente a las vanguardias aniquiladoras de Schwitters, el mythos y el
logos; la fecundación y la incineración; el consumismo de neón y la ciudadela
de Corinto; la muerte de la amada y su resurrección. De ahí que la obra
desarrolle su avance alternando campos narrativos y planos expresionistas. Una
lucha entre opuestos que tiene como resultado una obra de arte de autoría
compartida, como definió magistralmente Mijail Tal la partida de ajedrez. Y es que tal planteamiento responde rigurosamente a su contenido. Una novia
judía bebe del momento de la cultura germana de entreguerras y
está empedrado tanto de textos en alemán como de los referentes existenciales de
una época convulsa. Un territorio poco propicio al amor, pero, fuerza
incontenible, siempre existen un él y una ella que se aman. Alrededor de esa tensión, alrededor
fundamentalmente de la propuesta de Max Frisch, en Homo faber,
se van creciendo los poemas, que abandonan lo narrativo para proponernos la
connotación como lugar de maniobras. Razón y azar, ajedrez y silencio, exactitud
y probabilidad, moral y amor. José Luis Torrego, con un decir de cruzados
fragmentos, de teselas vividas y leídas, construye un poemario exigente con el
lector. Sin lugar a dudas menos pensado en el para los otros que
levantado desde la convicción del afán propio, del hacia dentro, desde un canon
estético de fortísima personalidad. El poeta pretende ser hallado, no buscar. Al
lector atento le es posible intuir citas, paralelismos, paráfrasis,
intertextualidades y diálogos con aportaciones anteriores de filósofos,
pintores, músicos o poetas. Todo ello fagocitado con enorme delicadeza por un
texto que subyuga y enriquece. Que premia con creces la paciencia y el atrevimiento
de quien permanece fiel a tan original propuesta. Una novia judía camina, como
texto poético, más allá de un asunto de vida efímera, tiene trazas y vocación
de permanencia dentro del totum revolutum que supone la oferta poética actual.
Le vendría bien verse arropado por un potente aparataje crítico –hay personas en
los alrededores del poeta muy capaces– o tal vez, como hizo Eliot en su momento
para La tierra baldía, acompañarlo con unas notas que remitieran con
prontitud a los referentes utilizados. Y es que el impresionante montaje ucrónico
de los poemas y la esmerada acumulación (a la manera de Schwitters y el collage)
le añaden aromas mágicos, pero también crípticos. Algo que sugerimos para una próxima
edición, que seguro sucederá. Sirva esta modesta nota para acusar recibo de esta
ambiciosa propuesta.
________________
No,
no
somos como el agave: tras la flor seguimos vivos.
Nos
adosan mascarillas
de
oxígeno, nos mantienen
sin
consulta respirando
torpemente,
desvalidos.
Y
sólo nos queda
–alguna
noche de vez en cuando– el sueño
con
una novia judía de Berlín en los tiempos de Hitler
para
aliviar la paz de todo desierto.
__________________
Nadie
lee hoy
Die
Welt als Wille und Vorstellung.
Literatos
diletantes, no dramaticemos:
nadie
lo compró tampoco entonces, hace ya más de dos siglos.
El
editor subastó la primera edición completa
en
un lote por arrobas como papel de desecho.
Schopenhauer
lleva ya tres días muerto
con
su gato
cuando
lo descubre la mujer que va a limpiar la casa.
En
todo momento previsor,
le
había dejado comida
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