lunes, 14 de enero de 2019

Poemas de César Simón: Cuatro poemas de amor en Al-Andalus

El valenciano César Simón nació y murió dos años antes que Claudio Rodríguez. Por edad es miembro de la generación del 50, pero el canon de la misma nuca ha recogido su nombre. Mas su obra no palidece. Los lectores le acuden. Y las ediciones. Fue poeta capaz de verterse, con exquisito cuido, en cuanto escribía. Lugares donde el amor inacabado campa a su placer. Como sucede en la poesía andalusí. Con la que juega en estos cuatro poemas.

Palabras de Abu Salem

¿Quién os narró los días
en que yo con mi amante
paseé por la Alhambra?
Era después de Aben Azán
y su Collar de la Paloma.
Ya la muerte en mi pecho germinaba.

 
Habla Ibn Saíd

En su azotea se peinaba,
mientras en mi azotea yo escribía.
Desde allí nos amamos con los gestos.
Cuánta pasión de juventud.
Su padre se la entregó a un príncipe.
Yo me empeñé en guerras sangrientas
por las taifas de Levante.
Cuando volví a subir a la azotea,
tantos años después, tras mi destierro,
qué soledad del mar, azul sombrío,
ya abierto a un reino más profundo
que el del amor y el de la muerte.


Destino de Alarrak

La historia de aquel rico
que se casó con una bella…
Pronto quedó privada
por una extraña enfermedad.
Alarrak pudo entonces,
dado el desorden de los tiempos,
abandonarla, pero no lo hizo.
La amaba más que nunca
con nuevo amor que le nació:
el del espíritu.
Ella lloraba a veces muy consciente
del sacrificio que él hacía.
Entonces él le regalaba versos,
 le improvisaba música,
le hablaba con fervor de Alá.
Yo visité una vez la tumba
de esta mujer, según contaron.
De Alarrak se pierde la pista
en las guerras civiles de Granada.
Algunos dicen que mendigaba.

 
El estudiante Alakén narra su historia

Yo la amé en carne viva,
como sólo se ama cuando
se es joven.
Yo pobre y ella rica.
Su padre me llamó para advertirme
que no me hiciera vanas ilusiones.
Me impresionó la casa,
sus patios interiores,
las alfombras, la plata.
Y ella enfermó y murió…
Algunas veces,
ya pasados los años,
cuando el padre me ve. 
me trata como a un yerno,
y me entregaría a su hija
si volviera a la vida.
Más aún, ya me la ha entregado.
En mí la encuentra si me lo tropiezo.
Nadie le proporciona esta emoción.
¿Qué puedo hacer sino con el laúd
recordar el verdor de aquellos días?
Tiempo, cómo te llevas
lo que amamos.

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Publicados por vez primera en la antología que preparó Jenaro Talens, Por agua de memoria ajena (Hiperión 1997), se recogen en su Poesía Completa (Pre-Textos, 2016) al cuidado de Vicente Gallego.


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