La
gente del mundillo, dicen los que de esto saben, está agotada y algo más. Aunque
de ello suele hablarse después, mientras los vinos. Esto es un sindiós, un sin
parar de noria. Esta feria infinita de las presentaciones, esta ovoide espiral de las
lecturas. Este Madrid lírico que a veces nos aturde en sus atardeceres. Miren
las redes –dijo enfático el Jefe–, algunos y algunas denuncian ya su cansancio de
asistentes sistemáticos. Otros, sin proclamarlo, renunciaron hace tiempo a
comprar libros de cualquiera. Los primeros terminan cediendo, rehenes como son
de las sanas amistades y su voluntad de abrazo. Los segundos se mantienen
erectos en su decisión. Alegan que tienen la casa desbordada de papeles
ociosos, alegan lo precario de su bolsa. Y tiene razón bastante ¿no les parece?
Calló un instante el Jefe, lo preciso para un sorbo de café. A nosotros nos
parece, interrumpió el novato, cada vez más desenvuelto, pero me explican los editores que tan sólo venden en
las presentaciones, que los libros tienen luego poquísimo recorrido en
librerías, que es preciso aprovechar el momento afectivo de la presentación,
que no pueden dejar esta rutina. Además, ocurre que el autor, cansado de
escuchar 30 veces a otros, desea que a él le escuchen 30 otros, cuando menos una vez. ¿No es razonable?
La redacción se resolvía poco excitada ante un tema sobradamente sobado. La
becaria, que va desarrollando un sentido común de enorme densidad, se atrevió.
Aplicar el do ut des, o el quid pro quo, como sé de algunos,“ir a quienes van,
comprar a quienes compran”, termina por reducir horizontes y fomenta sectas
dentro de la secta. Sin perderse de vista unos a otros es necesario salir de,
abrir ventanas a, airearse en libertad, visitar nombres desconocidos, seguir a
la espera, no desfallecer. Quiso el Jefe responder a tales ánimos, pero se le
adelanto el redactor colmillo. Lo mejor es que te echen a faltar, yo quiero
mucho a todos, pero vivo lejos, y aún así la poesía me encuentra, y los poetas,
si lo desean, también; haga usted lo que desee, Jefe, pero no le vendría mal darle unas vacaciones a ese escuchante-comprador que lleva dentro, nosotros mantendremos mientras el
kiosko, no se preocupe. Y el Jefe, muy callado, no sabía si seguir o si
dejarlo, si invertir en el bonotransporte de febrero o si ahorrárselo, si leer o escribir, si encargar una estantería nueva o sacar a la calle diez cajas de
libros. También le preocupaba la obsolescencia.
jueves, 31 de enero de 2019
sábado, 26 de enero de 2019
Las poetas, los poetas, Tour Madrid, enero y 2019.
A pesar de los Uber clandestinos, de que no pagan impuestos, del Madrid trabajador sintaxis, de tanto desasosiego, la poesía mueve, nos mueve, revuelve, agita, convoca, levanta, llama. Y vamos. Hacía tiempo que no lo contábamos. Sepan que el Jefe está contento,que hoy le han pagado, en cash, sus primeros derechos como autor. La becaria, incrédula, lo ha contado varias veces. Escribimos esto para no soportar semejante visión.
(Foto Librería Alberti) |
Uno
dos y tres, tres bande… maestros en el ruedo de la Alberti. Venían de la mano a
presentar sus ejemplares de poesías completas que ha preparado para ellos
Austral. Los tres alabaron su físico: pesan poco, son muy flexibles y tienen un
precio al alcance. El libro con todos los
poemas vale menos que mi último libro exento publicado, dijo Joan Margarit. Y los otros asintieron. Antonio Jiménez Millán es
granadino-malagueño, amigo y compañero de clandestinidad de Luis García Montero. Razones que le
hacen visitar Madrid y la Alberti (estuve en la anterior) con frecuencia. Es
poeta aseado y un poquito previsible. Luis se mostró dicharachero y cordial, cómo
no, y amable como anfitrión. Margarit rechazó con efusión lo aportado por los
maestros (escolares) en su formación como persona. Que él se hizo no sabe como.
Y que su caída del caballo ocurrió cuando se dio cuenta que escribía en su
lengua cultural y no en su materna. Hace tiempo que se corrigió, nos dijo. Fue,
de los tres, el que mejor y más fuerte reía las ocurrencias. Nos aviso de que temía
caer en el ridículo cuando escribía. Antonio se atrevió a confesar que su abismo temido era
la cursilería. Él sabrá, no he leído todavía obra suya. Montero señaló a la
ingenuidad como el animal de garras que sentía al acecho. Por esa creencia suya en la bondad
de las cosas, remachó. Apenas se habló de poesía, sí de sus alrededores. Por
cierto, Joan leyó los mismos poemas que hace 13 meses cuando estuvo en la
Residencia de Estudiantes. Con los miles que tiene. Martes y 22.
El
jueves 24 unas 200 personas ocuparon el Centro Riojano para escuchar, por
separado, a dos poetas. En salón inferior, Milagros
Salvador presentaba su libro T (se les conoce por la letra inicial del
título) Tierra sin luz que mira al cielo, dedicado a las diosas de las
distintas mitologías. Diosas que ella salpimentaba en las entretenidas
introducciones a los poemas. Es dueña, Milagros, de una poesía sin complejos,
directa, clara en sus intenciones. Milagros es conocedora de que al otro lado
de las cosas está siempre el lector. No necesitó presentador. Estuvo con ella
el ingenioso editor que logró acallar el murmullo de la sala imitando, y bien, el
sonido de las cigüeñas (pronto San Blas). Aclaró que se llamaba crotoreo a tal
proceder.
Antonio Daganzo (Foto Pablo Méndez) |
En
el piso superior de Alcalá 25, Antonio Daganzo
reventaba la sala para presentar su nuevo Vitruvio, Los corazones recios. El
editor, Pablo Méndez puso voz a un
texto del ausente Sergio Macías.
Leyó el autor con forma más sosegada, más íntima, más convincente que en anteriores,
textos de un poemario de doble provocación. Ambas viven en su conciencia. Una
es la de los afanes culturales, la belleza y sus modos, la música en especial. Forma
parte indisoluble de su levantar los ojos. Y se desborda en multitud de poemas,
casi todos con destino expreso. La otra provocación es la necesidad de
responder a los retos del amor con las armas de un corazón templado, sabedor de
los premios y castigos, abierto y recio en su estar, en su proceder, en sus
respuestas. Los tules que el decir poético procura al lenguaje no logran velar
la potencia y la presencia de una fortísima intimidad (con destino no explícito).
Antonio expuesto a los soles y la lluvia del existir. Como deben estar los poetas.
__________________
(el tiempo de los versos)
hago un puzzle
o eso digo
en realidad
pongo palabras
en un mismo poema
hoy puse
alrededor
de los arándanos
la avidez de la lengua
nueve palabras
tres horas casi.
Paloma Corrales
_________________
Distancias.
En la vida hay distancias.
JUAN JOSÉ DOMECHINA
Quiero que no lo olvides,
nube roja y dichosa:
durante largos años
estas canas que ves las tejí con distancias.
Mentirá quien te diga
que la nieve no es hilo:
es el hilo mejor,
y más aún:
el perpetuo bordado que junto al sol espera
sabio y solo en la cima.
Si he de seguir tejiendo,
si mis días auguran la completa nevada,
por si de pronto muero de fiel sabiduría
y no alcancé a decírtelo,
yo quiero que lo sepas,
nube roja y lejana,
fresco cántico:
jamás la espera fue tan luminosa.
Antonio Daganzo
martes, 22 de enero de 2019
Seis haikus de Vicente Barberá
Día
de lluvia.
En
la linde el agua
la
flor de loto.
***
Chicharra
inmóvil
en
el tronco de un árbol.
Las
hojas tiemblan.
***
Flor
de cerezo.
Agua
de primavera
llena
el arroyo.
Atardecer.
Un
gorrión en el árbol
bajo
la lluvia.
***
Pasan
volando
un
grupo de libélulas.
Sigo
su sombra.
***
Brisa
marina.
Nenúfares
y lotos
en
los estanques.
(Tal vez sea en Valencia y Albacete donde más crece el cultivo del haiku. Vicente Barberá es valenciano y poeta de edición tardía. En 2018 ha publicado Después del amor (Olélibros) y el libro de haikus Flor en el agua (Lastura) que prologa con una aproximación al sentido y a la forma de la estrofa japonesa.)
viernes, 18 de enero de 2019
"Paliques en paloma" de Valentín Martín
Valentín
Martín Martín es un poeta encendido, es una voz que arde en mitad de todos los
silencios y pantanos. Basta leer su sorprendente, ya desde el título, Paliques
en paloma. Más sorpresa todavía para los que acostumbrados al desborde
de sus longitudes nos hallamos ante una contención verbal que golpea los
hígados. Valentín es aquí lenguaje enjuto, sonoridad, sugerencia provocadora,
acción ausente, peso y decisión, palabra encinta, sorpresa. Y también lo inestable.
Poemas como vilanos de ligereza y densidad no acostumbrada. Desasosiego existencial.
Represada violencia que busca la rendija por donde. Luz en copos. Desprecio de
mayúsculas. De signos, horro. algo físico
y hermoso/ por ejemplo// y que te dejes. Poesía cierta. Segura de surco. Trazo
de tierra adentro, seriedad de toreo vitigudino. Versos como picas que ahondan
las grietas del amor. …memoria sin
alamedas/ el tiempo se escurre/ culebra/ deprisa/ eso era antaño. Palabra versus
sintaxis, a muerte. Hábiles descoyunturas que anhelan cómplices. Ante el papel,
delante de la tablet, hay siempre en Valentín Martín una necesidad de origen,
de orfandad contradicha. Y de deseo como vocación, como alambrada limes o como jardín
elíseo. Tan explícitos. Incontinentes, incontenidos. Y la palabra hallada tras
esquinas y migraciones –la que vino al cobijo de su gesto– es torre y pozo por
donde ascender y donde, Sísifo, sucumbir. O deviene en palabra huerto, lugar
donde doblarse para fructificar. Paliques en paloma es una tensión
sostenida, es una provocación de cavidades, una azada postista y efervescente.
Es una tentación personal-ísima. Un cielo sin estrellas, cuajado y surreal. Un menhir
que reta la desmesura de los prados antiguos por donde las yeguas galopaban.
Lenguaje sin azar que se sorprende a sí mismo en sus hallazgos, en sus referencias
culturales. O vitales. no te olvides/
pasarte de amapolas/ suben la caligrafía/ de los chopos/ y otros versos/
neuronales. Y en todo juego, revancha, sublimación: paso de sólido a gas,
edad en revuelta, lo no conforme, lo no con forma. Las arenas movedizas de la
aventura film. Flor donde explorar los recovecos. Dulzor que inquieta y dura.
Lo que eriza. Paloma y silex. Relectura. Vuelo y eternidad de aristas. Yo le
preguntaría qué disfunción, qué dolor nuevo, provoca el escribir un libro como
este.
V
habitar
tu corazón
beberme
todos tus ríos
crucificar
una clavija
que
amarre mi sangre a la tuya
y
luego quizás
sólo
quizás esperar
a
que pases y me hables
calumnias
que ya están muertas
o
peor aún
abrasadas
mártires
de tu poesía
XXX
me
corres río
me
escribes tan azul
serás
concubina
o
serás abril
resulta
inevitable la ecuación
XXXIX
tahúr
chamán
arrabal
apóstata
gamusino
falangista
el
mono de un sueño loco
todo
por conseguir
bailar
pamplinas
horizontales
con
el insomnio
de
tu esqueleto
lunes, 14 de enero de 2019
Poemas de César Simón: Cuatro poemas de amor en Al-Andalus
El valenciano César Simón nació y murió dos años antes que Claudio Rodríguez. Por edad es miembro de la generación del 50, pero el canon de la misma nuca ha recogido su nombre. Mas su obra no palidece. Los lectores le acuden. Y las ediciones. Fue poeta capaz de verterse, con exquisito cuido, en cuanto escribía. Lugares donde el amor inacabado campa a su placer. Como sucede en la poesía andalusí. Con la que juega en estos cuatro poemas.
Palabras de Abu Salem
¿Quién
os narró los días
en
que yo con mi amante
paseé
por la Alhambra?
Era
después de Aben Azán
y
su Collar de la Paloma.
Ya
la muerte en mi pecho germinaba.
Habla Ibn Saíd
En
su azotea se peinaba,
mientras
en mi azotea yo escribía.
Desde
allí nos amamos con los gestos.
Cuánta
pasión de juventud.
Su
padre se la entregó a un príncipe.
Yo
me empeñé en guerras sangrientas
por
las taifas de Levante.
Cuando
volví a subir a la azotea,
tantos
años después, tras mi destierro,
qué
soledad del mar, azul sombrío,
ya
abierto a un reino más profundo
que
el del amor y el de la muerte.
Destino de Alarrak
La
historia de aquel rico
que
se casó con una bella…
Pronto
quedó privada
por
una extraña enfermedad.
Alarrak
pudo entonces,
dado
el desorden de los tiempos,
abandonarla,
pero no lo hizo.
La
amaba más que nunca
con
nuevo amor que le nació:
el
del espíritu.
Ella
lloraba a veces muy consciente
del
sacrificio que él hacía.
Entonces
él le regalaba versos,
le improvisaba música,
le
hablaba con fervor de Alá.
Yo
visité una vez la tumba
de
esta mujer, según contaron.
De
Alarrak se pierde la pista
en
las guerras civiles de Granada.
Algunos
dicen que mendigaba.
El estudiante Alakén narra su historia
Yo
la amé en carne viva,
como
sólo se ama cuando
se
es joven.
Yo
pobre y ella rica.
Su
padre me llamó para advertirme
que
no me hiciera vanas ilusiones.
Me
impresionó la casa,
sus
patios interiores,
las
alfombras, la plata.
Y
ella enfermó y murió…
Algunas
veces,
ya
pasados los años,
cuando
el padre me ve.
me trata como a un yerno,
y
me entregaría a su hija
si
volviera a la vida.
Más
aún, ya me la ha entregado.
En
mí la encuentra si me lo tropiezo.
Nadie
le proporciona esta emoción.
¿Qué
puedo hacer sino con el laúd
recordar
el verdor de aquellos días?
Tiempo,
cómo te llevas
lo
que amamos.
________________
Publicados por vez primera en la antología que preparó Jenaro Talens, Por agua de memoria ajena (Hiperión 1997), se recogen en su Poesía Completa (Pre-Textos, 2016) al cuidado de Vicente Gallego.
miércoles, 9 de enero de 2019
Algo deleitoso
Foto: Javier I. Sanchís |
No acostumbra este blog a comentar sucesos que tengan como protagonistas a algunos de sus integrantes, pero la regla se cumple a base de excepciones. Digamos que ayer, 8 de enero de 2019, una concentración numerosa de personas ocupó sin previo aviso y confabulados la planta de arriba del Café Comercial. La excusa pública era darle una sorpresa amable y de cariño a un tal Francisco Caro, de esta casa. El detalle se concentró en la presentación de una antología poética del referido redactor bajo el título de Este nueve de enero que ha editado Lastura premiosamente, preciosamente.
Se complementó con la edición de dos opúsculos. Uno que comprende retazos de versos escritos por el susodicho y escogidos por lectores y amigos. Muy interesante. Y otro compuesto por siete centones de gran valor organizados por Pilar Geraldo y levantados con versos de la persona de la que hablo y de poetas amigos. De igual tamaño, distinto color y muy interesante.
Durante la tarde noche de ayer se dispuso y expuso lo descrito a la vista de todos. Se sabe que actuó un mago. Al que se requirió para hacer creíble el acto. De pie y algo turbado, el interfecto lo finalizó con un exordio de agradecimiento a los que, no cansados aún de su presencia en los eventos de Madrid, insisten con estos actos de soberana ternura. Todo ello porque dijo (nuestro redactor) que hoy, nueve de enero era su aniversario y que en cierta ocasión oyó decir a sus mayores que cuando nació el cielo estaba nevando.
De la antología son responsables gentes como Davina Pazos, Manuel Cortijo Rodríguez, Pedro A. González Moreno, Rafael Soler, Francisco García Marquina y José Luis Morales. Estos dos últimos pretendieron moderar el acto y lo consiguieron. Poetas, familiares, amigos y gentes que pasaban dijeron que la ocasión merecía.
Tuvo especial relevancia la actuación cantora de Ana Bella López-Biedma
Dios tenga piedad de todos nosotros.
Foto: José L. Torrego |
miércoles, 2 de enero de 2019
Consejo de redacción de enero: Desafecciones
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