jueves, 28 de junio de 2018

Soflama confesional (Autoanónimo, 2013)


Querido Vatetardo,
 los lectores de libros
que a costa de concursos imprimiste
nada saben de ti, preocupado
como estás en que nada
de nada transparenten
tus inanes y ebúrneos poemas,
esos metadelgados
ejercicios de estilo para el aire.

 ¿No has ido en autobús
dejándote sobar por otras gentes?
¿no has vivido con vómito?
¿no te ha cercado alguna vez la noche,
alguna vez el vértigo de no saber quien eres?
¿no has amado con riesgo,
aunque sea un instante? ¿no has sentido
la ruina de tu casa, las bombas sobre Irak,
la muerte de algún hijo, la injusticia
del olvido clavándose en tus trajes?
¿no le debes a nadie ciertas cartas?

¿De qué marfil escribes? ¿Para quién?
¿Por qué huyes abstracto entre recodos
de cuanto es evidente?
¿No es posible
que los demás te sepan, que conozcan
tu rostro y hallen
en él una verdad tranquila o curva?

Pregúntate por qué
insistes en obviar
el hecho de vivir, leyéndote pareces 
parodia, mueca ajena.
¿Es tu pan extranjero, tu sol marciano?
¿Por qué buscas y encuentras no encontrarte?

Escúchate y escucha, no te pido otra cosa,
atiéndele a la puta, atiéndele a la vida,
pisa su fango,
atiende y cuenta...   o calla.

No hay comentarios: