Hilario Barrero y José Luis Morante tras la lectura, por la calle Segovia, buscando un bar de cañas. |
Llamado por la tierra, por la poesía, por los editores… y en
llamas. Así acude cada año, desde su particular y observado Brooklyn, Hilario Barrero a la meseta. Este blog
sigue ha tiempo sus actividades, sus esperados diarios, sus ojos tras sus
pasos, su hacer poético. En este viaje 2017 quedó para el final su lectura
madrileña. Al día siguiente volvería a las costas de allá, de enfrente. Acompañado por José Luis Morante, voz señera de la
crítica poética, acudió a la biblioteca Iván de Vargas –sitio a considerar– el
miércoles 31 de mayo para presentar su antología a rayas. La de Renacimiento,
ya saben. La rotulada Educación nocturna. Título tal vez
elegido por resonancias del oficio, tal vez por otra cuestión. Algo que no se
aclaró en la conversación con que Hilario y José Luis abrieron el acto. Dos
buenos amigos, y amigos cómplices ambos de José
Luis García Martín, autor de prólogo y edición. Hablaron de los resquicios
por donde el aire de sus poemas circula. La trascendencia de lo cotidiano, lo
transitivo entre el yo y los otros, lo biográfico, la circunstancia como
semilla del poema, la ausencia de lecciones morales, la presencia del deseo
como máquina. Todo eso iba yo anotando, no sé si con acierto. También de la
mirada reflexiva que conoce la melancolía y la bordea. Hay en la poesía de
Hilario una búsqueda identitaria sin agobios, sin ansias. Una indagación, en
tentación sostenida, por lugares y personas. Y es que la voluntad inquisitiva de saberse
aparece como una corriente poderosa y pacífica, terca: no abandona, no deja de
atravesar palabras y poros. Con ella vive reconciliado, y en combate con el
tiempo y su amenaza. Voz que se concreta con afanes lejanos a lo experimental.
La noté forjada en los manantiales del 50, en aquellos maestros a los que
tantos debemos tanto. Voz que no logró desdibujar siquiera la tensa premura con
que leyó los siete poemas elegidos. Sepan que él, Hilario, dibuja objetos y
obsesiones. Y los reparte, bien de forma exenta, bien como detalle sugeridor en
las publicaciones –plaquettes, revistas- con que su generosidad mantiene lazos,
cultiva afectos.
Es un libro, este Educación nocturna, para lectores
necesitados. Todo dice en él. Todo nos dice. En todo se nota origen y destino.
Todo atiende a lo urgente, quiero decir al hombre v. la soledad. Todo en él explica
por qué la poesía salva. Y escribir es devolver a la vida algo de sus dones. De
sus miserias.
Léase este poema.
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Geografía
En Barcelona fuimos una hoguera
aquel verano del setenta y uno
ardiendo sin llegar a la ceniza.
Después vino una lluvia inadvertida
e inundó el cobertizo donde estaba la leña.
En Nueva York bajamos al abismo
y estuvimos a punto de ser carbonizados.
Crecieron unas sombras en la alcoba
insistiendo en mezclar su sangre con la nuestra,
pero nos protegimos con la muerte
que era todo lo que aún nos quedaba.
Anoche en Alexandria, junto a ti,
dominados por la dudosa satisfacción
del que llega a la meta, éramos dos rescoldos
caminando despacio hasta el hotel
para dormir en camas separadas
sabiendo que al crecer la luz primera
vendrías a mi lado a despertarme.
6 comentarios:
Querido Paco: termino de leer tu entrada y estoy sin aire. Muchas gracias. A manera, con esa prosa equilibrada y justa, has trazado una espléndida reseña iluminadora y para mi emocionada. Lo creas o no, esta mañana fría de junio, he estado leyendo tu libro. Continuará... abrazos
Ojalá y te distraiga Locus. Suerte haber tomado la decisión de estar en tu lectura. fue un regalo. Y mucho más, claro, la oportunidad de entrar en tu libro. Tan verdad derramada, esta Educación nocturna.
Dos de los grandes
Paco e Hilario
y Educación Nocturna
Juan, en lo que atañe a Hilario, seguro.
Muchas gracias por tu amistad, querido Paco y muy de acuerdo con tu trabajo crítico.
Siempre es un placer, José Luis.
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