sábado, 13 de diciembre de 2014

Un diciembre apretadito


No son dueños de las palabras, como algunos creen, son apenas tahúres afortunados que las barajan con mejor o peor destreza. Lo importante no son las palabras, lo que importa es decir, decía muy bajito una dama escuchante a su compañero. Lo que importa, continuaba, es que las palabras muden, se conviertan en sospecha, tiemblen de nieve cuando formen parte del poema. Alguien le indicó silencio. Calló. No hubo más. Jefe, siento no poder recordar en que acto ocurrió porque diciembre marcha confuso y apretadito.   

María Luisa Mora
Foto MCBarri
   Con apenas días útiles para el tráfico poético, las gentes se afanan para hallar huecos, cuadrar agendas, poder circular. Ocurrió en el Aula Juan Alcaide que dirige en la Casa de Castilla-La Mancha Alfredo Villaverde. El viernes 5, la voz candente y tierna de María Luisa Mora vino desde Yepes a Madrid para presentar Simulacro cero, su último libro, premio Nicolás del Hierro 2014. Dijo que ahora, tras tantos años, puede escribir al fin lo que escribe, los fantasmas y demonios, las brisas y las esperanzas de lo que ha sido su vida. Tras una precisa y sentida presentación de Manuel Cortijo, miembro que fue del jurado, que tuvo la virtud de encender la atención, María Luisa leyó para una repleta sala. Expectante. Es el caso que la poesía de la toledana bebe de pálpitos reales, de escenarios que duelen, pero establecienfo una medida distancia con lo confesional. Hay en ella una sabia lejanía, un estudiado pasado-presente, que permute el vuelo poético, que no ahoga. Es un libro que crece desde el mismo venero que vio surgir El don de la batalla. Llegaron poetas de diversos puntos de La Mancha para escuchar a una de sus voces más sinceras. Amador Palacios y José Ángel García entre otros. Pero sobre todo, al acto acudió el poeta que da nombre al certamen, Nicolás del Hierro, una presencia largo tiempo añorada, quiso vivir con la premiada un momento esparado.

José María Prieto y Carolina Barreira.
Fotomóvil



 El martes 9 José María Prieto ocupó la tribuna de la Tertulia Montesinos. Presentado por la frescura literaria de Ana Ares, José María repaso una obra surgida al hilo de su devoción por las formas orientales –Japón y Corea, haikus y tankas– a la que decora con intenciones suavemente irónicas, críticas con la modernidad, con el uso del pensamiento débil. Poesía del momento y/o la sugerencia. Amable siempre. Provocadora de tímidas sonrisas. El asunto terminó con una puesta en escena magnífica entre el autor y Carolina Barreira. Un extenso poema dialogado sobre el tiempo y sus circunstancias que ambos leyeron mientras sus cuerpos dibujaban en el espacio las maneras del reloj. Aplaudidísimo.


Antonio J. Sánchez
Foto: Ángeles Fernangómez
   
Aplaudidísimo, en cada poema, Antonio J. Sánchez. Sevillano-madrileño que trajo a Libertad 8, jueves 11, un libro sevillano al que titula Tebeos. No hay trampa, el poemario se desenvuelve en la provocación de los personajes de la historieta, del cómic, de la novela gráfica, que dicen ahora. De los tebeos, para entendernos. Pidió para el Ibáñez de Mortadelo y Filemón el Premio de las Letras. Y todos lo entendimos. Antonio se aproxima a los personajes con un lenguaje cuidado y culto. Es poeta de una técnica apreciable, que atiende, y es muy de agradecer, al cierre del poema. Desde el Capitán América a Carpanta, pasando por 3 Rue del Percebe hasta llegar a las gafas de Clark Kent, Antonío hace un repaso -no exhaustivo, advirtió– no sólo de los personajes sino del mundo que rodea a los lectores del cómic y a su fans. Él es confeso y logró contagiar. Leyó con una seriedad subrayadora que provocaba. Se lo perdieron tantos como no asistieron. Igual que se perdieron la chispeante presentación de un Enrique Gracia en modo maestro de la complicidad.   



Jesús, Fernando y María
   Y más. El Comercial registró un buena entrada para el bautizo en papel de María Solís Munuera. Libro en negro-vitruvio que ha titulado Mortífero, ingenuo, transparente. Y que reúne lo mejor de su producción hasta el momento. Un público amical y familiar llevó el acto en volandas, sobre todo al final, cuando la emoción estalló y aparecieron los gritos de otro, otro, otro. Hasta tres bises hubo de hacer María. Presentadores de lujo: Jesús Ferrero, el afamado novelista, leyó comentando el prólogo que acompaña al libro. Los prólogos, dijo, deben iluminar el libro sin destrozarlo. Y eso hizo, aunque dotando de un énfasis especial algunas partes de su discurso. Fernando López-Guisado, feliz y mentor de la autora, describió el momento y circunstancias del encuentro poético entre ambos. Dijo de ella que es potente, distinta, imaginativa y audaz. Amiga del conflicto masculino-femenino y paseante de los mitos cinematográficos. Y que escribe poemas y versos largos, asunto complicado para principiantes, dijo. Leyó María una decena de poemas que hicieron honor a los entrantes. Pareció una poesía con tentación escénica, narradora desde pinceladas controladamente surrealista y con voluntad de instalarse en los alrededores de algún centro de interés propuesto: la saliva, el supermercado, el maquillaje. un viaje a Grecia… La poeta explora los campos semánticos del asunto a tratar y procura que estén bien representados a lo largo del poema. Los toques oníricos y los giros de muñeca sorprendentes le confieren un toque generacional, reconocible. Y lo dicho. Los bises. Estupendo. Bautizada.                                     

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