El texto que aquí
ofrecemos fue recogido, de entre cenizas, tras el incendio del domicilio de
Latus, en Lavapiés, el pasado 17 de febrero del presente año; hecho del que
dimos cuenta en el blog con la entrada del día 12 de marzo, véase. Se hace
notar, para más escarnio, que ocupa el reverso de una tarjeta que invitaba a la
presentación del último libro del propio Latus.
Tus
poemas de ahora, que me envías,
no
han de dar testimonio de tu oficio,
son
palabras costumbre que proclaman
tu
tristeza y la edad, mustio tu canto.
Guárdate
la intención pro domus tua,
acógete
al silencio, no embadurnes
tu
altivez de remero, del poeta
que
fuera por Homero saqueado.
No
envíes a concursos, no malgastes
tu
espartana pensión con quien edita,
ni regales más libros, ¡no los leen!
y
acepta la verdad que dicta el hado.
Decídete,
por Zeus, da a las llamas
de
una vez tus papeles, calla Latus.
A nuestro juicio,
el documento puede explicar la depresión del pertinaz Latus, poeta convencido
de la transcendencia de todo cuanto escribe; a la vez que nos hace comprender
aquel suceso, tan sorprendente. Aunque algo chamuscado, Mientras la Luz lo ha
obtenido en exclusiva tras largas gestiones. Y todo, hay que decirlo, gracias a
la amistad de la becaria de la redacción con la portera del edificio, la cual
conserva cosas de Latus salvadas del fuego. Ambas desean que conste la ausencia
de contraprestación económica. Y es justicia.
Moraleja: ojo
con las palabras que se usan porque las metáforas pueden ser tomadas al pie de
la letra y tener entonces consecuencias no previstas ni deseadas. Desde luego
que el autor endecasílabo -desconocido ahora, pero que se sabrá, tenemos la
letra- debió, con su juicio y consejo, influir gravemente en el ánimo del
milenario poeta griego, remero que fue de Ulises, a quien desde aquella fecha
no se le ha vuelto a ver. Ni a oír, claro. Son cosas que pueden pasarnos a
cualquiera al recibir una nota así.
(Foto: Fragmento de una imagen de M.A. García)
(Foto: Fragmento de una imagen de M.A. García)
2 comentarios:
Anda! El blog de F.!
¡Qué sorpresa! ¡Cuánto tiempo!
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