miércoles, 25 de septiembre de 2013

No llueve

Está terminando septiembre y aún no llueve. ¿Qué pretenden indicar los dioses con tal señal a los poetas? Tal vez intenten con ello imponerles silencio, como si el índice sellase dos labios en oferta, como si estuvieran cansados de tanta inane letanía y no creyeran en la nueva temporada. La lluvia, la lluvia es lo que importa, decía el poeta Nicolás del Hierro, un temporal que arrastre tanto polvo, tanto murmullo levantado a Moloc. El agua, el agua es lo que importa. Su densidad. La palabra que lave, que nos lave, de tanto callar, de tanto impuesto verano. De tanto zinc ardiendo altivo. Debe llover. Pero mientras tal acontecimiento sea permitido, en la espera de que sea acto irremediable, Mientras la luz atisba las primeras nubes.
Acude a lo que son señales.

Félix Grande escuchando a Paca Aguirre
Las gentes de A-7 en Valdepeñas -Fernando Creis, Matías Barchino, José Luis Morales- vistieron la ausencia definitiva de Agustín Gil del Pino con elegancia en el dolor y en la memoria. Era la primera sesión tras la muerte del que fue último gran muñidor, tras Paco Creis, de las reuniones poéticas en la bodega de A-7. Fue el sábado 7 de septiembre y el empotro se llenó con la voz de Paca Aguirre, acompañada por Guadalupe Grande, su hija, que la presentó, y por Félix Grande, su marido, que escuchó. Paca leyó una muestra de su mundo, personalísimo, ese que deambula entre la expresión coloquial y la propuesta de reflexión, versos que abrazan y denuncian. Un hacer más cercano al pálpito que al concepto, lo que hace que el trabajo poético parezca, engañosamente, algo sencillo. Era la mañana fresca, apta para escuchar los 300 escalones, ese poema emblemático que recuerda y olvida a un tiempo, con el que la poeta devuelve la ternura a lo implacable del tiempo vivido. La lluvia esperada. Parecía que el agua comenzaba su rodar. Así creían sentirla Juan José Guardia Polaino e Isabel Villalta, poetas, con quienes conversé en el patio, y de quienes tengo buenas noticias.

Ángeles y Eusebio tras la pluma de "EL cable azul"
También inauguraron los de Poesía en Sidecar. Jueves y 19. Locos por empezar, por dar rienda suelta a unos poetas deseosos y deseantes del gozo escénico. En su coso, en Libertad8 repletísimo y fiel, Rosa Jimena hizo una declaración de propósitos impecable. Luego, Ángeles Fernangómez, melena al alza de las tardes poéticas de Madrid, y Eusebio Priego, disfrazado de neófito con oficio, ejercieron de actores. Este es un lugar en el que los versos se cargan de dinamita, los cuerpos se afinan y el humor de buen rollo se expande. Poesía activa. Vitaminas para el cole, para el nuevo curso. No llueve

Jorge Arbeleche
Al día siguiente, viernes 20, Jorge Arbeleche, uruguayo, u-ru-gua-yo, en Café Comercial, de la mano y la portada negra de Vitruvio, presentó Parecido a la noche, un poemario que rodea la epopeya troyana y sus personajes. De Príamo a Helena. Es poeta de forma cuidadísima, poso clásico y guardián de la meoria de Juana de Ibarbourou. Fue presentado por la voluminosa bonhomía extremeña de Santiago Castelo, que recordó los hechos de juventud que les acompañaron por el Madrid de la transición. Acudió también Miguel Galanes y Rafael Soler, amigos de entonces, dijeron. Fue momento del abrazo inaugural de Mientras la luz con ellos y con Eduardo Merino, Antonio Daganzo y David Morello, casi en capilla de su nuevo libro. Alrededor de todos, el torbellino chileno de Theodoro Elssaca, que pasaba camino de Rumanía para volver pronto y presentar su antología Travesía del relámpago. Tras mi conversación con él entiendo el título. No llueve.

Tampoco lo hizo el pasado 24 martes cuando un grupo de amigos de Luis Miguel Rabanat, poeta leonés de amplio cariño, quisieron recordar su obra con comentarios y lecturas de sus poemas, todo al hilo de la presentación de su ultimo: A lo que falta. Llegué tarde. La Marabunta tranquila y llena. Se oía fatal. Lo que importaba, el cariño, era evidente. Allí: Bárbara Butragueño, Juan Manuel Macías, Nuria Ruiz de Viñaspre, Ana María Puigpelat, Gsús Bonilla, Aurora Auñón, Toño Benavides, Cristina Alemida, Isabel Miguel, Ana Galán, Ángeles Fernangómez. Hubo delicadeza en el reparto de unas postales con poemas del recordado Rabanat. De ellos escogemos uno.

Fotografía de Lostalé que acompaña
la edición de Quien lee vive más
Y se negó, empecinada, a visitar, 26 jueves,  el Matadero. No quiso la lluvia acompañar a Javier Lostalé en la presentación de su Quien lee vive más. Libro que recoge alguna de sus aportaciones al programa La estación azul. Incitaciones a la lectura en formato de folio poético, humildes y rotundas. El acto, conducido por la exuberancia verbal de Jesús Marchamalo, permitió al editor Juan José Ramos, (Editorial Polibea)  compartir felicitaciones por la elegancia del objeto-libro que contienen los textos de Javier. Habló Javier Lostalé y era el auténtico Javier Lostalé. Siempre dispuesto a ser rozado por la belleza y lo sencillo. Todo sucedió en la Casa del Lector. Miguel Losada, Maria Antonia Ortega, Federico Leal, Antonio M. Mansilla y Paco Jiménez Carretero fueron testigos que tampoco allí llovió.

__________







Dibujo de Amancio González

Me creo los motivos, 
igual que se olvidan las semanas 
que disolvió la llovizna. 
Con no mucha dulzura. 

Seré el mismo que caminaba 
los mismos territorios 
de puntillas y de la mano de ella. 

Apenas un vestigio del fresco 
de la tarde, de las gotas 
blancas en el rostro con rubor. 
Me creo todavía el placer que me da.

En su mundo dislocado 
nada es igual, conozco bien el musgo 
prendido en sus cabellos.

                                           Luis Miguel Rabanat

8 comentarios:

Manuel dijo...

Lloverá, amigo Paco, lloverá a cántaros. Pero, como siempre, a su tiempo y no cuando nosotros queramos.

Echábamos de menos tu crónica acertada.

Un abrazo.

fcaro dijo...

Vosotros hacéis disfrutar,Manolo, yo solamente cuento. Sois esperados. Mi abrazo.

Ana Galán dijo...

El cronista mayor de Madrid espacio poético, de luz a raudales mientras lo leemos, ha inaugurado la temporada con su pergamino de impecables y certeros comentarios. La lluvia que moja está cerca, pero la otra, la poética ya empapa, pese a estar en los comienzos de este curso dedicado una vez más a los dioses y diosas de la palabra en verso. Calíope está contenta. Los lectores también.
Un abrazo.

fcaro dijo...

El humilde cronista de las cosas pequeñas ha visto como chispea en Madrid tras escribir aquello que ve y/o le parece. El humilde cronista está contento de haber recobrado su puesto de trabajo, que no es poco, pero sobre todo de haber recobrado a sus lectores. Gracias, Ana. Estoy porque estáis.

Pilar dijo...

Confieso que vengo por primera vez y que me encanta lo que leo, asi que me quedo por aquí.

Un beso!

fcaro dijo...

Bienvenida, Pilar. Ponte cómoda.

Manuel dijo...

Mi querido Paco: lo malo de tratar con la brujería es que nunca entendemos las cosas antes de que sucedan. Pero suceden, y luego no nos acordamos de habían de pasar.

Ya ves, el día 27 te dije "lloverá a cántaros". Ayer, tan solo día 29 de Septiembre, llovió con furor bíblico. O al menos así lo vivió mi cuerpo, que por dos veces se empapó hasta lo más íntimo de la ropa que me viste.

¿Viste? No siempre llueve a gusto de todos, pero llueve.

fcaro dijo...

Manolo, el agua siempre acude a consolar a los poetas. No le gusta verlos llorar. Quiere hacerlo por ellos, empapar sus deseos, colmar sus ansias con su densa humedad, limpiarlos del desasosiego. La lluvia, la lluvia es lo que importa.

Y ahora es nuestra.
Mi abrazo.