martes, 9 de abril de 2013

La noche en que los libros se agotaron


Fotografía de Lidia López



Entre pliegues, entre mares de pliegues leyeron Isabel Miguel y Valeriano Franco el martes 2. Así ocurren las cosas en las casas regionales de Madrid, a las que hay que agradecer su empeño en la poesía, a la cual ceden, generosas, sus espacios. Las casas de La Mancha y de Ávila son ejemplares en este empeño. La Casa de Guadalajara se nos ofreció este martes. Allí oímos los poemas de Isabel Miguel, poemas cada vez más teñidos de anhelo cívico y que están pidiendo a gritos el papel. Leyó bastante Valeriano, también combativo, y sonaron mejor sus sonetos que sus décimas. Pero son demasiados pliegues.

Fotografía de Marcos Canteli



En la librería Rafael Alberti se consumió nuestra tarde del miércoles 21. Libros exhaustos en vez de pliegues. Enorme la actividad poética de esta librería que dirige Lola Larumbe. Aquí quiso Lorenzo Oliván que se presentara Poesía con Norte, libro pre-textos que recoge las reflexiones de nueve de los poetas que pasaron por Santander el año pasado. Acudió a la mesa redonda Luis García Montero, que recordó la serenidad necesaria en el hacer poético, la distancia de la urgencia y la obligada atención a los nuevos poetas. Acudió Carlos Pardo, un poco cansado del sambenito del fragmento, dijo, como dijo que la poesía española se asemeja ahora a una plaza pública ajena a las únicas direcciones, sin enemigos ni prosélitos, algo nunca sospechado, y recordó una polémica añeja con García Martín. Y acudió también Antonio Lucas que habló algo sobre el deslumbramiento y la luz oscura, para refrendar luego las palabras de Carlos sobre el rechazo general al concepto generación, tan querido antaño, y la ausencia de referentes. El coloquio fue magro, pero hubo ocasión para señalar los tiempos de obesidad poética que transitan, así como nombrar a algunos jóvenes: Fruela Fernández, dijo alguien, otros nombraron a la leonesa Sara Gallardo y a la valenciana Berta García-Faet, magnífica, de quien respondo. El profesor Morales Barba escuchó todo en silencio, sentado en los peldaños de la escalera.  

Fotografía de MC Barri





Era ya noche al salir del Salón Castellana, de Mapfre, el jueves 4 de abril. Allí, casi donde trabaja, presentó su libro José Luis Nieto Aranda. Diario de improvisaciones, lo ha titulado. Como titula su blog. Son textos escritos para la pantalla a lo largo de los últimos años. Poemas que abandonan el verso como excusa, poesía casi diarística, al hilo de la sangre de cada de día, de la tristeza de cada día. De la fragilidad del sujeto en primerísima persona. Un salón lleno. Un poeta que lee como escribe, tanteando lo que le duele, y que, sin él darse cuenta, se le va tiñendo de verdad y temblor la garganta. El libro es creación de una joven editorial; Celesta, obra artesanal de otro poeta Rafael González Serrano. Entre los poetas amigos que acudieron podemos citar a Almudena Guzmán, Federico Leal, José Luis Fernández, Rafael Soler, Eduardo Merino, Paco Moral, Ana Ares, Cecilia Quilez… algunos de los cuales fueron captados en grupo.  (Aquí puede leerse la presentación)

De FB



Sesión continua programó el Ateneo para el viernes y 5. En primera sesión una lectura conjunta llamada Voces Nuevas, preparada por la bonhomía de Fernando López Guisado, que es un vendaval protector. Allí estuvo, presidiendo el centro de la mesa, leyendo midiendo, ayudando. Presentó el acto Antonio Daganzo, cuidadoso en el análisis y en el reparto de atenciones. Excelente. ¿Por qué acude tanta gente a los actos poéticos? María Solís, en el aire de tantas jóvenes, remueve con imágenes rupturistas los iconos comerciales y los cielos eróticos-políticos. David Morello, habla del hombre, de la profundidad del héroe cercado, de su respuesta cotidiana, Fernando leyó inéditos que, a mi parecer, suavizan el discurso de su eterna preocupación por el Mal como absoluto. David Hernández anda con el desamor a cuesta, la poesía cuenta lo inexplicable y Berlín 1945 es un precioso poema. Daniel Romero sujetó como pudo su miedo escénico, lo que liberó una voz conceptual que bucea. Nota: todos los poemas (33) fueron aplaudidísimos. Un sofoco. Problemas, tal vez, de un público demasiado familiar.  
De FB


A continuación, en la misma sala, y sin solución de continuidad nuevo acto. Presentación de Toma de tierra, de Federico Leal y de Obligación de Francisco J. Martínez Morán. Pudo haber heridos en el cruce de multitudes por el pasillo. Sala repleta, con poetas en pie, de pie. Dos presentaciones serenas y ajustadas en forma y tiempo. Precisas. De Roberto Loya y Christian Law. Federico Leal, cumplía 14 años desde su anterior libro, advirtió que jamás ha dejado la escritura. Leyó poemas levantados sobre sensaciones. Cavafíacos. Provocados por la necesidad del poeta de incorporarse a las provocaciones que los han hecho surgir. Temblor compartido. Caso distinto el de alcalaíno Martínez Morán, en plena fiebre creadora. Poesía de la música y del conocimiento. De cuido en la expresión. Hombre frente al hombre y frente al edificio de su naturaleza . Cierto toque a penumbra y a Virgilio. El color de acontecimiento se acrecentó al agotarse los ejemplares que el editor,  Juanjo Ramos, había dispuesto. La colección Los conjurados es un espejo en buen hacer. Detalle que la poesía necesita. Ya en el Navalosa, lugar donde se bebe y se exalta la amistad, Juanjo se disculpaba por no ser Chus Visor, anunciaba nuevos ejemplares y reía feliz en la noche en que los libros se agotaron.   

1 comentario:

La calavera de Skeletor dijo...

Muchas gracias Paco, por tus dulces palabras. Se hace lo que se puede.