viernes, 7 de octubre de 2011

Lêdo Ivo en la Residencia

.

Lêdo Ivo en la Residencia de Estudiantes
(Fotografía de MC Barri)
Dicen que dice que la creación no es para él un suplicio, que no hay angustia en el hecho de crear, sino placer alegre. Que publicó su pimer libro en 1944, cuando ciertos jóvenes actuales aún no habían nacido. Dicen que sigue. Yo creo que es buen poeta, sobre todo buen poeta de la gente, mucho mejor que buen poeta de las cosas. No conocí su persona hasta el pasado miércoles, 5 de octubre, en la Residencia de Estudiantes. Leyó. Leyó 22 poemas de contino. Salvo las pequeñas pausas de tres interrupciones por aplausos (tras “Os pobres na estacâo ferroviaria”, “Minha pátria” y “A verdade sobre Homero”).

En la Residencia ha impartido un pequeño taller y se ha visto con sus traductores al español. Con JC Mestre, con G Grande, con Martín Vega.

Fuerte, claro, con el vigor de quien desea continuar diciendo, Lêdo Ivo, 87 años, en Madrid. Parece que el sastre de las mariposas debe esperar, querido Juan Carlos. O tal vez es que actúa cada mañana.


Las necesidades

Una puerta cerrada no es suficiente para que un hombre
esconda su amor. También necesita una puerta abierta
para poder partir y perderse entre la multitud cuando el amor estalle
como un barril de pólvora en el arsenal alcanzado por el rayo.

No basta un techo para que un hombre se proteja
del calor y la tempestad. Para huir del relámpago,
cuando la lluvia cae en el silencio del mundo
abierto como una fruta entre dos estruendos,
él necesita un cuerpo tendido sobre la cama,
un cuerpo al alcance de la mano
todavía temerosa de avanzar en la oscuridad.

En la noche que declina, en el día que nace,
el hombre necesita de todo: del amor y del rayo.

(Traducción de G. Grande y J.C. Mestre)

.

No hay comentarios: