Luis Garcia Montero en la lectura |
Otra vez Valdepeñas. Septiembre tres y 13 horas. Comienza el curso poético en el mismo marco que terminó el anterior para este blogero. Luis García Montero como poeta invitado en el empotro de la Bodega A-7. Un Luis atento y amable, aunque algo desubicado. Un Luis demasiado paseado, con alegría triste. Aquella clásica del olivo. Mucho público, que no pudo cambiar su gesto. Cordial siempre, cercano y cariñoso, tras la presentación de Román Orozco y su párrafo de agradecimientos, leyó los poemas incluidos en la carpeta, esa que para la ocasión se edita bajo la atención de Matías Barchino. En las pequeñas charlas entre poemas, creí notar una cierta desazón. Leyó bien textos suyos clásicos y algunos de su última entrega “Un invierno propio”. Tal vez sea eso, el invierno, la vista cansada.
Estuvo por allí Juan Vila, ilustrador de la carpeta y amigo de Luis. No estuvo Chus Visor. Bajaron de Madrid López Azorín, Vicente Martín, Rafa Morales. Y José Luis Morales, cada vez más maestro de ceremonias. También acudieron mis amigos y manchegos Eugenio Arce, Elisabeth Vozmediano, Manuel Juliá, María José Maeso, Teresa Sánchez, Davina Pazos, Marí Carmen Matute. Noté el faltar de otros. Hubo vino fresco, charla. Durante la comida alguien habló de Valente y de Hierro. De pequeños cuchillos y anécdotas. Todo en orden, como siempre.
Román Orozco, casi tapado, JL Morales, Luis y Matías Barchino |
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