miércoles, 25 de mayo de 2011

Dos tardes de voz serena y/o estremecida

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Han sido dos tardes iguales en intensidad y apenas separadas por unos días de soles y papeletas airados y airadas. Han sido dos martes plenos de intensidad poética para este blogero. Lo esperado se confirmó.

Martes, 19

Todo ocurrió desde el sosiego con el que se adereza el trallazo poético, la intensidad del nombrar. Cuando Guinda hablaba de José Cereijo, precediéndole, dijo aquello de “a dónde miran los ojos de la muerte tan fijamente”. Leyó luego Cereijo, publicado e inédito, una poesía elaborada desde la máxima exigencia, crecida en un decir profundo, equilibrado y grave. Puro tuétano. Tuve la sensación de escuchar una palabra vestida con el ropaje exacto para el camino. Un discurso que es diálogo entre la vida, que siempre es un don, y la sospecha de la nada. Y en la mitad de todo, la pregunta del tiempo. La balanza de lo dicho y de lo silenciado. Mientras leía este gallego afincado en Madrid, y a quien publica Pretextos, sentí que la poesía nos acompañaba a los dos de la misma manera, nos amparaba, compartíamos juntos los mismos interrogantes. Dejó en el aire la complicidad con lo moral como imperativo, como inquisición permanente del alma, dejó en el aire la superioridad del prójimo sobre las cosas. Toda la sala quedó en perfume cuando calló. Ocurrió en la Casa de Castilla-La Mancha, martes, mayo y 19.

Martes, 24

El mismo gesto elegante. En el porte, en la voz. Apenas 20 privilegiados en la Tertulia Montesinos para escuchar a Fernando Beltrán. Es peligroso que a un poeta se le identifique con el titulo de su primer libro. Julio Mas, un bisturí activo, abrió en canal con justeza sus posteriores títulos. Fernando leyó, con azar ya prevenido, de su nuevo libro “Donde nadie me llama”, hiperión que reúne su poesía seleccionada desde Aquelarre hasta casi hoy. Dijo que los poemas le encuentran, que escribe desde la sensación de una experiencia, que nunca sabe exacto aquello que va a escribir. Leyó. Sus versos acrecientan la emoción que los provocaron, acuden directos al pecho de quien escucha. Maxi Rey me dijo que escapan por la garganta desde las vísceras, arañando. Un lenguaje a la vez en dispersión y contenido, una ruptura sintáctica que provoca y conduce. Los poemas como caminos que ofrecen cuanto a su alrededor ocurre. El dolor, la inestabilidad, la fiesta, los otros. Todo en orden, todo roto. Y la misma serenidad en el discurrir y la misma seguridad en lo que fluye, en lo que atañe a la esencia del hombre, en donde la experiencia no es fin, sino excusa del yo. Toda la sala quedó en perfume cuando dejó de leer. Era martes, mayo y 24.

Paseo 

Paseas, esta tarde de verano,
por la grata alameda de tu infancia,
buscando unas imágenes perdidas
para jugar con ellas, simplemente.
Pero otra imagen terca se interpone,
un acecho insidioso.
Te ves, y no te sientes, paseando
por esta misma tarde en que caminas.
Ya es la tuya nostalgia de ti mismo,
de tu propio presente. Mala cosa,
cuando tu mismo ser es una despedida
silenciosa y secreta.

                                               José Cereijo

De "Bar adentro"

Son ya siete miradas
sin mirarme de frente.

Siete nubes vagando
con las alas nerviosas de quien tiene
todo el tiempo del mundo
y sin embargo prisa.

Estas noches a veces
sin amor, sin verdad, sin corazón,
para decir a gritos lo que sientes.

Ahogados en alcohol.
Náufragos ambos
en la alta mar de Oviedo.

                                    Fernando Beltrán

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3 comentarios:

Laura Gómez Recas dijo...

Dos crónicas deliciosas y dos deliciosos poemas.
Lamento habérmelo perdido. Gracias por alcanzármelo.

Besos.
Laura

Anónimo dijo...

Fui testigo de la primera, me perdí la segunda por azares del vivir y de la suerte, pero doy fe de que es cierto cuanto aquí se dice sobre ese martes castellano manchego de Madrid. Y del perfume, ese que mana generoso de la verdadera poesía.

Gracias, Paco, por estar y por contarlo.

Ana Garrido

fcaro dijo...

Mis amigas, fueron dos tardes distintas. O por lo menos a mi me lo parecieron. Sobre todo por el tono. Mi abrazo.