miércoles, 25 de diciembre de 2019

Ante la Tabla de la Yedra



El murallón maltrecho del molino
que sosiega tus aguas, tan dormidas,
tus frondosos nenúfares, perdidos,
los altos verdes de las dos orillas.

La luz ocre en las copas de los chopos,
los vientos que te rozan, que te rizan,
las mudas armas del oscuro fondo,
los caminantes que aman las umbrías.

Tabla donde el Bullaque se detiene
a la mitad del curso de sus días,
donde inclinado el sauce busca, bebe
crepúsculos, quietud, melancolía.

A tu paisaje está mi voz sujeta, 
contigo supe lluvias y sequías,
he crecido y amado en tus riberas,
hacia el mar, por tu cauce, va mi vida.

                (Fotografía: Mercedes Espinosa Victoria)



jueves, 19 de diciembre de 2019

Cuento de Navidad con Miguel d´Ors



     

     Tengo con el poeta Miguel d´Ors varios asuntos pendientes que poco a poco voy, o iré, solucionando. Estorba un poco que él sea gallego y yo manchego. Una rima tan rotunda como pueblerina. Siempre me he negado. Viene la pelea desde una edición de Codex 3 que -oh sorpresa- apareció patrocinada por el Museo de Ciudad Real allá por 1981. No me digan que no es una excentricidad. Me ganó la sencillez de su ironía, la sagacidad mordaz con que se destila, la limpieza del trazo, el vareo aceitunero con el que trata las imposturas del mundillo. Tengo mucho papel suyo. En secreto, claro. Esta es la primera vez que viene a casa descaradamente. Por Navidad, no es frase hecha. Por ser Navidad decidí regalarme sus Poesías completas 2019. Lo hice ayer en una librería de barrio como mandan los cánones. Sepan que volviendo en metro, hallé acomodo sedente, oh fortuna. y abrí el tomo al azar. Esto encontré. LLoriqueas día y noche porque un antologuista dice pestes de ti / Consuélate, Trepario, más injuria te haría publicando tus versos. Y pensé en aquella expresión con que los modistas nos atacaban hace años: menos es más, menos es más, como si hubieran descubierto una islita para el principito. Alguien ganó el Loewe con ella. Miguel es otra pasta. Explica el mundo en el díptico ut supra y pasa de página. Por eso me gusta. Pero no hubiera escrito nada de esto si no fuera porque en el interior del tomo (680pgs.), y garabateado, encontré un texto en la trasera del marcapáginas con el que me obsequiaron. Minucioso y a lápiz. Logré descifrarlo. No son normales estas cosas, pero los cuentos de Navidad sólo son ciertos cuando ocurren. Debía ser del comprador anterior, que asustado por su mujer o la tarjeta, acudió a devolverlo
Dejo aquí la transcripción.

Trasera que se cita


Mesa de novedades,
treinta y nueve noventa.
Resoplé, qué hago ahora:
“Poesías completas”
de Miguelito d´Ors.
Pensando en los poetas
los de Renacimiento
las han puesto a la venta
a un precio heptasilábico.
Tal vez porque desean
vender mucho y barato
aunque no lo parezca.
Y yo que reconozco
mi devoción por ellas
las he traído a casa
calentitas, envueltas.
Venía muy contento,
mas al abrir la puerta,
sentí, avergonzadita,
llorar a mi tarjeta.
Es normal, niña mía,
que estas cosas te duelan,
pero en los culturales,
los del Mundo o Babelia,
sus duchos reseñistas
mucho las recomiendan.
Todo esto le decía
no sin mala conciencia
mientras la acurrucaba
en su nicho cartera.
Mas antes de ser muda
me espetó ¡qué franqueza!
No vas a aprender nunca
te crees cuanto te cuentan,
no ves, panoli, que ellos
no pagan, no les cuesta.



viernes, 13 de diciembre de 2019

Un presentador renuncia a presentar

Rafael Soler y David Morello


No son normales estos gestos. Ocurrió ayer, jueves y 12, Uno de los convocados a presentar "La mujer que abrazaba los árboles", de David Morello, declinó hacerlo en el instante mismo que le correspondía. Dejando la labor en exclusiva al poeta Rafael Soler. El dimisionario tuvo la delicadez de leer en publico la carta de renuncia donde motivaba su decisión. Más de 60 personas la escucharon y lo entendieron. Se la pedimos como testimonio y accedió. Hela

CARTA QUE SE CITA

     
   Les dije a los editores que no puedo ni debo presentar a David Morello, él es un hombre cualquiera transformado en ternura. Cómo acercarse, cómo domar con párrafos inertes su voluntad escribidora. Rellenaré este folio, le dije a mi tocayo Rafael Soler, luego, tú le miras a los ojos y le preguntas. Cuídale las heridas, añadí, recuerda que su padre todavía sonríe en los trigales de sus ojos y que solo posee aquello que perdió. Lo sé porque he visto palabras rodar sobre los empedrados esperando a que David las recoja y las lleve al poema. Él las busca en las noches levantando la nieve. Rechaza las que son certeza y ampara a las que viven desdichadas. A veces es mujer, a veces no comprende otro modo de amar la belleza. En otras ocasiones se siente un árbol abrazado por la melancolía, por el cristal y el algodón del sueño. Hay tardes que es un tigre sigiloso. Y ruge tientos, tonás, soleares. En primaveras dulces le crece un bosque en la bóveda del vientre. Por todo ello te digo, compadre Rafael, que lo trates con mimo, que lo trates sin miedos. Que le preguntes por qué laten tan fuertes en sus almas la bondad y el silencio. Hoy que es un hombre editado en papel amarillo de junglas, un nombre escrito con minúscula, un totem alzado en el centro de la aldea, del misterio. Un niño que pregunta: Madre, ¿para qué sirve el mar? Una alondra me dijo que le tiembla la mano cuando escribe un poema, que hace el amor con los ojos cerrados y la sangre en vilo. Él que no teme los cuchillos del aire, él que barrunta que será un buen muerto. Pregúntale despacio, senador Soler, tiene piel, tiene huesos que conocen el frío, es un olmo frondoso a cuya sombra una mujer hambrienta acude, viene para saber de la paciencia, de la calma y el tiempo. Dicen los chopos de David que la escritura le salvó de convertir la vida en una obligación, que anuncia los murmullos de los nidos, que su sosiego levanta arquitecturas con el barro de sus orígenes. Y su palabra alza habitaciones. Sus poemas son cimbras, venas rotas, ventanas de extravío, alfileres, desconsuelo, balanzas que confrontan el dolor y la nada, hospitales del mundo. Son nudos que sujetan la memoria. Y duelen, y le duelen. Pregúntale y escucha, poeta Rafael, no olvides que sus caminos tienen tu misma estatura, no olvides que su vida es ir, ser y regresar, que David Morello pisa presentes, pero también acuna desvalimientos. No somos, no sois de otro metal, sois hombres cualesquiera tocados por el asombro de la poesía. Y porque conozco a los que viven el poema como refugio inane sé de poetas como David de emoción encendida, poetas que acuden al poema como hoz e identidad, como futuro y avenida, como alto faro desde donde vigilar el conocimiento, como horno de la recíproca congoja. Por todo ello, por lo dicho, comprenderán que yo no pueda, ni sepa, ni deba presentarlo (perdón Paco, perdón Mara) y me limite a leer este folio, algo prieto, este papel que busca íntimas arboledas. Esto les dije

lunes, 9 de diciembre de 2019

Inédito de Carmen Jodra: Nuestra futura casa en Tjarnargata

             Nunca dejó de escribir. Aunque los últimos años no tuviera necesidad de editar. De Carmen Jodra iremos conociendo gota a gota nuevos poemas. Como este que ofrecemos gracias a la gentileza de Diego Román, su amigo. Viene provocado por una estancia de ambos en Islandia. Diego lo leyó el día del homenaje en el Ateneo. Comentó que fue un regalo de cumpleaños que la poeta le hizo. Se lo rogué.
Mientras la luz se complace en darle luz escrita. Gracias, Diego.





NUESTRA FUTURA CASA EN TJARNARGATA



No puedo precisar por qué aquellos días tienen
la cualidad del sueño (mucho más que otros viajes,
que otras vacaciones). Tal vez era la luz,
tan oblicua y dorada en el camino de la falla de 
     Almannagjá;
sí, la luz; también vivir con gente tan joven – aún se 
     me representa
Lukas en la piscina caliente: qué deliciosas
las diminutas arrugas junto a sus ojos; qué dulce niño.
Estar contigo. Los gruesos gatos que, acostumbrados
a la atención casi reverencial que les profesan
los más civilizados de entre nosotros, se dejaban 
     acariciar tranquilos, displicentes.
La luz; la llovizna. Nuestra futura casa en Tjarnagata:
un pequeño jardín muy verde en el que cuelga
un globo rojo. La cualidad amable del ensueño,
mirar hacia un futuro tan incierto y velado
como el cielo lechoso; por lo mismo, a veces se parece 
     a la esperanza,
cuando estamos de buen humor. Ovillos
de todos los colores, siempre de pura lana
de ovejas islandesas; la chica a la que vimos 
     esa primera tarde
(estaba despejado, una tarde preciosa),
que se había sentado en el césped, al sol, para tejer.


                                                               Carmen Jodra Davó


jueves, 5 de diciembre de 2019

Carmen Jodra



        La recta es la belleza. La limpia tensión. Ayer, miércoles 4, fue trazada por voces prevenidas. Un acto puro de elevada emoción. Más de 15 poetas en pulsión contenida supieron unir dos exactitudes de la vida de la vida de Carmen Jodra: su amor por la belleza y la alegría de su existir. Hay poetas que no necesitan sino ser poetas para tener habitación propia en nuestra casa. No es preciso escribir más de lo que debe ser escrito. Sino ser. Carmen, tan pronto ida, era humilde verdad continuada, era ella para sí y para tantos. Corazón azul. Tan difícil. La recuerdo, lo tengo dicho, con Diego Román, que tanto tiempo fue con ella, y fue compañía. Yo sé que la memoria es indeleble cuando ella lo desea. Ayer. Líbranos de la pena porque elladestroza el corazón larvadamente/ y trae sombra a los ojos de los niños. Ayer la recordaron con la palabra justa en el Ateneo de Madrid cuantos hablaron. Tanto como el silencio duro de los que los escuchaban. En pie la mayoría, en la verticalidad del recuerdo. Dijeron de ella Gracia Trinidad, José Cereijo, Ana Rossetti, Miguel Losada, González Iglesias, Mª Antonia Ortega, L Alberto de Cuenca, Javier Lostalé, Elena Medel, María J Fuentes, Ignacio Vleming, J Ramón Trujillo, Jesús Munárriz… otros y Diego Román, abrazo y lágrima. Habló Aarón G Peña en nombre de Ateneo. El padre de Carmen pidió decir. Un hombre herido quiso sellar el acto extendiendo los aromas de la hija que fue, de su gusto por la bello, ese asidero desde su adolescencia. Carmen descansa de lo intenso bajo la sombra de un olmo castellano. Todo acabó en julio. Pero el acto de ayer, pero el acto de ayer. Acciones tan puras, tan justas y limpias, tienen el fuegolacre de las cosas sencillas, las que ahondan y buscan. Pocos de los asistentes podrán olvidarlo. Podrán olvidarla. Líbranos del placer que nos obliga/ a creer que este mundo es dulce y bueno/ justo hasta que salimos del encanto. Carmen.


lunes, 2 de diciembre de 2019

Consejo de Redacción de diciembre. Del clima y la flacidez




No estaba. Durante unos minutos dudó el Jefe si llevar a cabo o no el Consejo de Redacción de diciembre. No estaba la becaria, se había ido a las manifestaciones por el cambio climático. Nada más llegar dijo, como los famosos, que es hora de actuar. Recogido el pelo en dos trenzas, anunció sonoramente que se iba. Y vaya si se fue. No estaba. Sabe el jefe que nada es lo mismo sin ella, la única que le escucha con atención, casi arrobo, la única que le conlleva. Pero él traía sus notas encendidas y no quiso aplazar el acto. Le oímos decirse en voz baja: La temperatura del planeta subirá lo mismo diga yo algo sobre el mundillo o no lo diga, adelante pues. Y comenzó todo. Sepan que sé porque lo escuché de Pureza Canelo que los poetas de cierto nombre deben cuidarse mucho de publicar libros malos, pues siempre serán medidos por la calidad del peor de ellos. Y muy a mi pesar, porque no suelo, tuve que darle la razón en ese punto. Es preciso dejar de escribir, o cuando menos de publicar, si uno percibe cierto punto irreversible de deterioro. El papel es un animal voracísimo y muy atractivo, pero con la desnuda desfachatez de no tener marcha atrás. Lo impreso dicho está. Uno puede renegar de sus primeros libros (socorrido citar a JRJ), pero resulta patético ir recogiendo los últimos de las librerías o de las manos de los conocidos (nadie sabe si lo ha hecho ya Gimferrer), por lo tanto, adviertan a sus poetas más amigos que vigilen, se vigilen y se hagan vigilar. Vino el silencio. Tras él habló el de la barba cana: Nadie estamos a salvo de esa trampa, Jefe, los parámetros varían con el tiempo, la belleza es un asunto proteico. Sí –respondió ávido–, pero recuerden que para los poetas sigue funcionando la sentencia: una buena muerte honra toda una vida. Callar con dignidad, tarde o pronto, eso depende, es cuestión que importa. El novatillo, manchego de origen, resumió el tema a su manera: O sea, no estirar nunca más la manga que el brazo porque se vuelve flácida a la vista de todos. Entendido, cerró el Jefe.
Rematada la sesión y puestos todos en pie, rogamos con sencillez a la diosa del clima adolescente.

(Foto: Mercedes E. Victoria)