martes, 19 de diciembre de 2017

Vermut, Míguez y el poetiqueo. Tres estampas de la semana


Vermut 

Valentín Martín con Ana Montojo
      Martes 12. Un hombre como pocos, un escritor audaz e inteligente –hay alguno más, pero no demasiados– presentó un libro como los de antes, como los de nunca. Es el asunto que  Valentín Martín suele escribir, escribirnos, escribirse, crónicas de actualidad trufadas de recuerdos ardientes, y que a una editora audaz e inteligente le ha dado por reunirlas y ponerlas en el medio físico llamado papel para que se hablen y nos hablen. Él es periodista de sangre zurda y salmantino de alma alada. El libro se titula Vermut y leche de teta, y subraya ser la mirada de un mirón reclinado. No hay trampa ni sueño. Léanlo. Lo ha editado Lastura. Se inauguró en la sala Trovador. Ayer me llamó Enrique Gracia Trinidad para decirme que está entusiasmado con él. Hasta la cachas. Salen todos, presente y pasados. Es un libro de personas. Papel que agita.

Míguez

Mario Míguez
       El jueves 14, día de gran ajetreo, de múltiples convocatorias, mientras hacíamos un nuevo recuerdo a mi paisano y amigo, al poeta Nicolás del Hierro, otro poeta, alguien que resistía en la memoria de unos pocos, dejó de respirar para comenzar otra respiración. A veces ocurren estas cosas. Hablo de Mario Míguez (1962) que desde tiempo vivía retirado del ajetreo público y a quien no conocía en persona. Mas sí por cómo de él me hablaba José Cereijo: con verdadero culto. Por su exquisitez, por su memoria. Pepe Infante ha dicho de Mario que era un magnífico poeta, henchido de lecturas, de una extraordinaria sensibilidad. Publicó poco y en Pre-Textos. Dedicaba su último tiempo a cuidar a personas terminales. El poeta jerezano José Mateos, en su propio sello, ha editado el presente año una antología de Mario bajo el título Ya nada más, que recomiendo. Y que incorpora algún poema inédito.  De ella es el poema Agonizantes que ofrecemos al final. Sabemos que la editorial valenciana valora editar su obra completa, la cual incorporaría libro nuevo. Nadie mejor que la complicidad con su hacer y la amistad de José Cereijo para su realización. Ojalá.  
 

Poetiqueo

García Montero y Margarit al final del acto
      La traca mediática ocurrió el sábado 16. Residencia de estudiantes. Explícito poetiqueo. Y politiqueo. Dicho sea sin afán peyorativo.  Programa doble en sesión matinal. Con famosos de testigos: Ana Belén, Gabilondo, Llamazares, Mendicutti, Victor Manuel, el jemed Rodríguez ¿dónde lo colocaremos?. El que escribe resistió codo con codo con el ugetista Cándido Méndez al costado, aplaudía como un poseso. Hasta Juan Cruz se acercó para hacer la crónica de su País. El Mundo también estuvo. Parece que en tiempos de desencuentros la poesía se ofrece. García Montero y Margarit aprovecharon sus novedades en Visor para echar agua concordia al fuego catalán. Jordi Gracia, que presentó, habló de vivir en la herida. Y allí acudieron todos, los que eran, éramos, niños mientras Raimon cantaba en el edificio B de Filosofía. Con el mismo espíritu de conciencia progre. Inmaculada, ingenua y futura. Luis, que recordó a Ángel González –no teman, no lo olvida– leyó su conocido poema del suspenso general a nuestra historia (personal y colectiva). Margarit, poemas de ambiente madrileño. Aplaudidísimo su poema Coraje, que también leyó en catalán y fue el delirio. Momento que le permitió levantarse a saludar. Lo estaba echando en falta. Dicen que repetirán el acto en Barcelona antes del 21. Como si la poesía sirviera. A la salida Chus Visor, seguido por su corte, buscaba el solecito de invierno y recriminaba amablemente a Benjamín Prado, de la casa, que hubiera llegado a misa dicha. Se vendieron libros, claro.  Tal vez se vendan en Barcelona.

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AGONIZANTES

Luchan por respirar otro aire nuevo
como si el aire nuestro de esta vida
no les valiese ya, fuese muy turbio,
enrarecido y denso, y los ahogase.
Luchan por acceder a otro aire limpio
distinto del de aquí, de una indecible
pureza que es mortal para la carne.
Y hacen gestos de esfuerzo, que parecen
impotentes, inútiles, absurdos:
dificultosamente empujan con el pecho
una puerta de bronce, y la entreabren;
tras ella está el espacio inconcebible
de ese aire que es luz pura y que es la muerte.
No bastan los pulmones. Todo el cuerpo
resulta insuficiente. Sin embargo
su expiración postrera nunca es signo
de abandono o fracaso: es la llegada.
Quedan quietos de golpe: al fin respiran.

                                                         Mario Míguez

4 comentarios:

Unknown dijo...

Ya sé, querido Paco, que hoy elogiar a García Montero acarrea alguna desavenencia con algún amigo, pero el libro nuevo tiene muy buena pinta. Y el primer poema es fantástico. De Margarit, ya sabes tú mejor que nadie mi opinión y gusto. No pude ir pero le hubiera aplaudido aunque dijera misa. Sigues a pleno rendimiento, no hay quien te siga. Hoy nos vemos. Y el 27 te echaré de menos. Un abrazo. Eduardo

fcaro dijo...

Eduardo,
Noté tu falta porque sé tus filias poéticas. La pequeña nota trata de reflejar un acto donde el sano postureo estuvo presente. La figura pública el poeta como un bien útil. Tal vez vuelva a ser precisa. Luis es un buen poeta y de Margarit ya sabes mi opinión. Me alegré de verlo levantarse, porque es su estado de lectura natural en los últimos versos. El hecho de que la sombra de Chus sea alargada no debe confundir. Te hubiera gustado. Y es cierto, hubo aroma de asamblea.

Federico Gallego Ripoll dijo...

Estaría bien que cuando Margarit y García Montero lean en Barcelona, como grandes primeros espadas que son, condescendieran en reivindicar que en la próxima Semana de la Poesía que cada año se celebra en la Ciudad Condal, incluyeran a alguno de los buenos poetas nacidos o residentes allí que escriben en castellano, aunque fuera como dolorosa excepción al ya asumido sectarismo de los organismos públicos que convocan tales actos. Quedaría bonito, incluso exótico.

fcaro dijo...

Ojalá, Federico, que desde la modestia de este blog les llegase tu petición. Los buenos poetas catalanes que escriben en castellano, según nos cuentan, tienen problemas para ser convocados actos públicos que organizan las instituciones. Deben ganarse la visibilidad por su cuenta. No estaría mal la normalización. Ay, de las cosas.