sábado, 29 de octubre de 2016

Poemad in, Poemad off

      Lleva unos años celebrándose Poemad, Festival de Poesía de Madrid. No con la envergadura de otros más allá de nuestras fronteras pero con cierta dignidad. No conocemos sus medios ni sus pretensiones. Suele mezclar lecturas con mix musicales y alguna que otra conversación entre poetas. Este año ha tenido sesiones off, esas que se realizan en locales habitualmente poéticos y alejados del Auditorio del Conde-Duque, su centro solemne.


      Estuvimos, miércoles y 26, en el acto central. La conversación –más de 200 personas los contemplaban– entre Antonio Colinas y Pere Gimferrer, Pedro le llamaba en ocasiones Antonio. Dos enormes del panorama poético español. No hubo tal conversación, sino dos insulsos monólogos recordando cuándo y cómo se conocieron. En Barcelona, paseando por la Plaza de la Universidad, intercambiándose folios, leyéndose. Ya lo saben. Advirtió Antonio que estaba allí para presentar lo último de Pere, el libro con que regresa al castellano. Siete libros lleva editados el académico de Arde el mar en los 6 años que preceden. Síndrome de efervescencia o de cajones vacíos llaman a esto. Escojan ustedes. El presentador, no sin antes recordar que estuvo viviendo cuatro años en Italia, dijo que Gimferrer sigue escribiendo bien, que se intercambian libros, que su poesía tiene tensión, que las palabras cuando las escribe él aportan nuevos significados, que la poesía y el lenguaje… y esas cosas. Nada grave. Luego leyeron alternativamente. El leonés con serenidad y tono. El catalán de su No en mis días. Sucediendo que su débil vocalización y su escaso sentido del ritmo frustraran la degustación de los poemas, inaudibles en la mayor parte de sus fragmentos. Aunque no fuese por esta anécdota, el barcelonés advirtio antes de leer de la posibilidad de que su poesía no fuera entendida.  Desazonado, nos pareció, el banquete de los dos colosos.  Aquí pueden ver algo

Entre las lecturas de Pere estuvo este soneto alejandrino que de yuso rescatamos .

2

      Todo lo contrario en Enclave de Libros, viernes 28. Jordi Doce había preparado una terna lectora variada -poetas con veleidades críticas- que él se encargó de presentar con viveza y sencillez. Para no más de 10 personas. La librería se transformó en un bistrôt. Media luz íntima para degustar exquisiteces. Era condición leer inéditos, mostrar la obra recién próxima de los tres. Una situación idónea para escucharse uno mismo ante otros y poder testar los textos.José Luis Gómez Toré está, al parecer de los oyentes, en un poemarios con tintes cívicos, donde la inquietud y la perplejidad ante la situación actúan como trasfondo de situaciones. ni lo confirmó ni lo negó. Hotel Europa dice que piensa titularlo, aunque hay en él poemas africanos. Es poeta de escrupuloso decir, tono lírico y tiempo sosegado. Es Walter Cassara argentino, y fue joven posmoderno. Dijo de él Doce que es crítico de consolidado prestigio, tal vez por eso su poesía tiene menos audiencia, ya se sabe. Trasplantado a España vive en la Sierra de Madrid, de ahí que su poemas hablen del y por el paisaje. El hombre que pasea y dice, el que se asombra y toma notas. Luego habló de la ajeneidad del sujeto ante el paisaje. Dos mundos otros que se miran. Pero no poesía rural, como en algún momento del debate alguien tildó para enfrentarla a la que de dice urbana. Cerró Pilar Martín Gila, de Aragoneses (Ávila), que suele escribir sus poemas alrededor de un centro de interés. Si en su anterior Ordet, fue el film de Dreyer, ahora organiza su próximo en torno a la conciencia de lo violento. De la respuesta ante lo injusto. Y para ello toma a la Baader-Meinhof de los 80 como referente. Lee como escribe, proyectando desde lo íntimo hacia lo íntimo su voz interior, voz que parece salir de ella momentáneamente para volver a entrar. Todo es posibilidad futura o ya frustrada, palabras que se mueven sobre hilos inestables.  Dijo Doce de ella en el coloquio que algunos de sus versos tienden al aforismo, que podrían aislarse. Ella dijo después que en la poesía, al contrario que en la prosa, no es precisa la coherencia, que cada plan previsto termina desbaratado. Y puede que tenga razón.   

______________

Soneto

Me leyeron las manos una noche de plomo.
Un café de París, oscura pulpería,
fue la noche de dagas que mi pecho pedía
y me crucificó con su espada hasta el pomo.

Tanto mi vida era un diamante romo
que leyó la gitana de Bretón mi sangría
en la linea de vida, desfigurada estría
donde a mirar mi muerte cada noche me asomo.

Porque la vida viene hecha de bataclanes
y el silencio nocturno con fragor de batanes
nos repite lo mismo, como Heráclito vio:

así la flecha tensa, así el arco combado
tiene el nombre de vida y el de la muerte al lado,
la tempestad de flores quemándose en rondó.

                                                                       Pere Gimferrer

domingo, 23 de octubre de 2016

Enredado en el tiempo de la escucha

1

Valentín Martín en Libertad 8
Fotomóvil

      Tal vez él no lo sospechara, pero era necesario. No podía retrasarse por más tiempo la oportunidad de oírse y de hacernos oír. Valentín Martín es un poeta que ha vivido sofocado por la profesión periodística, a la que se ha entregado con enorme pasión. Nunca olvidó la poesía, que, alojada en su entraña, ha ido poco a poco creciéndole hasta reventar en grito. Hasta supurarle. Incorporado al runrún de los otros a través de las redes sociales, editado en cortísimas ediciones, poco a poco sus poemas, llenos de referencias, transitados por la  enorme ductilidad de su lenguaje, empapados por la necesidad de apresar los aires y el enigma, caminadores desde una infancia sin culpa hasta el refugio de la redención, necesitaban sentirse pronunciados. Necesitábamos sentirlos oralmente levantados. Agitadores, denunciadores. Y levantados. Y sucedió al fin. Lunes, 17. En Libertad 8. Con un diseño de poesía musicada que permitió, qué acierto, incorporar a Ana Bella (voz) y José Luis Hinojosa (guitarra) para así distribuir tiempo y espacio con luz sensible. Ellos iluminaron la noche hermosa. Hermosa porque nosotros, todos, estábamos en ella. Y estuvo Valentín tenso en su primera mitad, en su primera comunión madrileña. Y estuvo Valentín espléndido en la segunda. Claro, comunicativo, sosegado, audaz. Agotó, ante la petición del público, la lectura de los poemas dispuestos. Poemas de largo aliento, demorados en su construcción, entrometidos entre la autenticidad y los vericuetos del vivir, anotadores de los desasosiegos, bebedores a bruces en los remansos de la memoria. Poemas nacidos de alguien que vive el día y su alrededor como un acervo de preocupaciones. Hizo bien, bien, leyéndose, leyéndonos.     

2

      Vino fugaz de Albacete, martes 19, Arturo Tendero a la tertulia Eduardo Alonso que mantienen Manuel Cortijo Rodríguez y Juan Pedro Carrasco en la Casa de la Mancha. Arturo es uno voz consolidada en la tierra de los Llanos, como gustan llamarse los poetas de Albacete. Tierra que vive una efervescencia poética fuera de lo común con voces valiosísimas y coetáneas de varias generaciones. Arturo pertenece a la intermedia, a la que se configuró en el grupo La Confitería. Tras la ajustada presentación de Manuel Cortijo, la lectura del poeta, bien seleccionada en el aspecto cronológico, comenzó con un poema de su primer libro Una senda de aldeas cotidianas y terminó con algunos inéditos. Es poeta pulcro, de tono suave, meditativo. Los poemas nacen de provocaciones exteriores prontamente interiorizadas, llevadas a la solución subjetiva. Por el moldeo de los poemas, por su atención paisajista, está cercano a la escuela valenciana. Los hijos y el hogar estuvieron también presentes, y –cómo no- el paso de los años por la vida. Cuestión melancólicamente tratada, sin desolación ni angustia. Poeta honesto y claro, ha visto su hacer recompensado con diferentes premios que le han permitido publicar en editoriales de referencia. Vive dijo, y muy a gusto, en el silencio de Chinchilla. Para donde escapó con prontitud acosado por la salida temprana del ave hacia los Llanos. Su lectura provocó la asistencia de Alfonso González-Calero, periodista, crítico, y sobre todo promotor que fue, es y será de la cultura en La Mancha, liberado recién de sus obligaciones laborales. Bienvenido.



 3
Eduardo Merino, Antonio Capilla, Antonio Daganzo y Antonio Pastor
Foto Nuci Bahamonde
   
   Escasas veces he escuchado leer con tanta pasión, con tanta fe en lo escrito, tan agarrado a la literalidad sin dudas de unos poemas tiempo y tiempo rumiados, amasados, resueltos. Antonio Capilla logró trasmitir al público de la Casa de Fieras la sensación de estar ante un acontecimiento, no ante una lectura más. Me impresionó. Jueves y 20. Su libro Piedra de la honda, fue presentado por Eduardo Merino con acierto y prudencia. Había indagado Merino en la obra anterior de Antonio y tildó los versos de la actual como aguerridos, como un compromiso que llama a la acción. Nada más veraz. Heredero, el autor, de una tradición familiar republicana, que deseó dejar patente, los poemas de este su último libro pretenden ser – en su mayor parte– una apelación a la conciencia, un revulsivo contra la inacción social, contra el acomodo ante las injusticias. Poemas de un tiempo en efervescencia, Antonio Capilla inyectó con su lectura extensa un vigor añadido que a nadie, ni siquiera a los más tibios, pudo dejar indiferente. Desde el convencimiento, autor y libro parecían fusionarse en su proyectada voz. No son textos escritos desde la complacencia, sino desde el riesgo del hombre que sale al balcón para gritar a todos hombres los crímenes contra el hombre que desde allí se observan. Escribir es también –y allí, en el silencio de la sala, se ponía de manifiesto como en pocas ocasiones– un necesario descargo de conciencia. Más allá de la floritura verbal, del gusto almibarado por el estilo, está la reciedumbre de la verdad sin límites que significa la presencia de la justicia entre humanos. Y la denuncia del pecado de la dormición, de los que niegan. 
Antonio Pastor Gaiteros, compuso tres canciones, bellísimas con poemas del libro, que ofreció, y Antonio Daganzo, ante la ausencia justificada del editor, puso con elegancia innata el libro de Vitruvio sobre la mesa.    

4
Viktor Gómez durante su lectura
Foto José Luis Torrego

      Poca gente, pero atenta, en Enclave. Viktor Gómez, tras presentar su libro Mediodía en Getafe (Centro José Hierro), volvía a Madrid para lo mismo. Viernes y 21. Y volverá en unos días a La Casa del Lector para presentar un nuevo título. Es hombre dedicado en Valencia y full time a la poesía. A su escritura y a mover las aguas de sus alrededores. Mediodía, el lugar de las luces y las sombras más definidas, ha sido editado en León, por Eolas, iniciando una colección –Tercer gesto– que se vende a 15 euros. Fue presentado a longitud de reloj por Patricia Esteban y por Juan Hermoso. Señalaron ambos una estructura dispersa, de fragmentos agrupados al azar. Patricia dijo que puede abrirse a leer por donde se desee, el autor asentía, que sugiere caminos para quien pretenda. Juan hizo un discurso lírico apoyado en el parafraseo de los mejores versos de Viktor. Señaló tanto la presencia de las lecturas y de las citas de poetas mujeres –Julia Castillo en referente- como la importancia del tiempo –mañana, mediodía, noche– en la intención del libro. Leyó por fin el poeta, casi una hora después. Y leyó humana y hermosamente débil. Poemas de compromiso con las gentes, con lo real, con el lenguaje, digresiones emocionales sobre el hacer poético. Libro plural en provocaciones, de poemas que tal vez antes de verse allí no se conocían demasiado. Cerró con este texto-oración:  a mí esperanza la llamo derrota   a mi derrota la llamo combate    a mi combate   lo llamo vida    a mi vida la llamo nadie  nadie somos todos    a todos os llamo    mi esperanza.

martes, 18 de octubre de 2016

Dos poemas de Jesús Montiel

     
      Obtuvo el premio Hiperión allá por la primavera. Con Memoria del pájaro. Su quinto poemario. Dijo Jesús Montiel que se siente más novelista que poeta, pero… Está casado y tiene 4 hijos además de 32 años.  De Granada y con declarada amistad con Miguel d´Ors, del que tiene reflejo en la naturalidad con que desarrolla los poemas. Lo presentó en la Alberti su paisano García Montero, que destacó la sencillez de la propuesta y la profundidad de su mirada, el sentido del ritmo, su gusto por la escucha de los ruidos del mundo. Un mundo donde el hogar tiene un lugar destacado. Hubo anécdota en su presentación madrileña, lunes 10: la presencia de dos editores afamados. La de Jesús Munárriz parece lógica, pero fue sorpresa ver a Chus Visor escuchando desde la escalera metálica. Del libro, ganador de la 31 convocatoria, ofrecemos dos poemas. Dos distintas provocaciones, aunque de fuste. Helos.

El árbol

Sepamos que primero que estas flores
fue paciencia en el frío.
Mucho antes las ramas
crecieron una a una hasta la hoja
y el tronco se hizo fuerte,
tragándose la luz y la tormenta.

Pensemos la raíz y su odisea
debajo de este suelo que nos ancla,
formando laberintos
que luego amarrarían
contra el viento su verde arquitectura.

Miremos la estatura en la semilla:
principio de este fruto
que el hambre hace misión entre los dientes.
 __________

Elogio del pene

                                                           sin ropa.
                                       mirándote
Ya crece su estatura  

Si dejo que el deseo lo prospere
se alarga como un dedo que te apunta
o un raro detector de tus metales.

Que nadie se equivoque
debajo de mi abdomen hay mucha trascendencia.

El pene del que hablo te señala.
Se eleva como un puente levadizo
que acaba en las orillas de tu cuerpo.

Subraya tu lugar en esta noche.
       Me dice que estoy hecho para el otro.

lunes, 10 de octubre de 2016

Carta a JAG

 
¿Qué haces, me pregunto, diecisiete
años después
–años que han ido
metódicos, furiosos, quemándonos a todos–
volviendo a tus papeles,
los de tantos? ¿qué haces releyendo?

¿Piensas que aún,
y entre los automóviles,
talud sobre el asfalto,
sigue tu cuerpo, tu miseria?
¿que no hay otras maneras de escribirse?

Recuerda que el dolor nunca es antiguo
y que sigue extendiéndose,
que no es ajeno,
porque somos nosotros

que otras gentes procuran
hoy también, sí, también, decirse:
simplemente decirse,
sin que a su voz perturbe ni distraiga
que es nueva la violencia,
y el escenario del dolor es nuevo.

Mas lo que extraño,
hoy por entonces, es que no queden,
José Agustín,
pobres que pidan
en las esquinas pan a los poetas. 

                                                           (De Locus Poetarum)

viernes, 7 de octubre de 2016

Llenos y premios


      En esta época de tanto descreído del hacer poético, dos llenos han restablecido el equilibrio en el ambiente madrileño. La temporada había comenzado con un septiembre vacilante, pero octubre sin lluvias vocea su pujanza. Poco a poco han ido despareciendo del cielo y las terrazas madrileñas ciclos y salas de lecturas. O viven mortecinas. Las presentaciones y las jam´s dominan el escenario. El bar Aleatorio, de la mano de Marcus Versus, referente, procura hacer real el viejo adagio: ni un día sin poesía (o música). Hay nuevos aires. que parece no soplan para sacralizar la poesía ni hacerla templo de iniciados, como tampoco para reducirla al ámbito de lo masturbatorio y/o sectario.  Parece que los poetas, abandonados al contagio de las calles, intentaran que sus textos dejen de ser en exclusiva actos de lenguaje para, sin perder conciencia, infiltrarse en el hacer y los afanes de la inmensa mayoría. Y digo bien mayoría. Otra cosa es que lo sepan conseguir.

Primer lleno

Rafael Soler y José María Merino
Foto: Pablo Méndez
     Ocurrió el lunes, 3. Tiene por costumbre Rafael Soler presentar los lunes y en el local de la Asociación de la Prensa. Y tiene por costumbre reventar sus costuras, hacerlo diminuto. Casi 150 asistentes para su cuarto vitruvio: No eres nadie hasta que te disparan. Llenazo. Casi 150 para escuchar al gran José María Merino acercarse y penetrar la poesía de Rafael. No es fácil. Nunca lo ha sido. No es poeta de muleta y acomodo, de toreo de pico. Pero nuestro novelista lo intentó. Más que otros. Y dio claves suficientes. Otra cosa fue su decisión de ilustrar en demasía con lectura completa de poemas. No es fácil internarse en una poesía que ama el riesgo, la tensión lingüística, la concentración de significados. En una poesía a la que en esta ocasión se añade una negra y ligera trama narrativa que ahorma el conjunto sin enturbiar. A las lecturas de Merino se añadieron, claro está, las del poeta. Justas, potentes. Así supimos que hay damas, niñas swarovski, que ven crecer y mermar la pasión en sus riberas, muertos reflexivos que aceptan su derrota, pero que esperan turno. Que hay vengadores a sueldo con mal final y árboles de buen corazón que pagan sus impuestos. También guionistas de atrezzo y versos flahsback, de ida y retorno, que no ceden. Un silencio respirable, transitivo, a lo largo de toda la sala. Un texto que lo afirma en un hacer poderoso, original, exploratorio, sorprendente, joven, decidido. Humor y sarcasmo. Poesía al ras de la vida, a roce de lo canalla. Para contarla, nunca para la explicación. Un libro Soler en toda su pureza. Un libro que dispara. (Vean aquí el video si lo desean.)
Otro sí. Porque es normal que los libros se agoten en las presentaciones de este poeta, es cuestión que precisa ser prevenida.    

Segundo lleno
Ana Galán y Tulia Guisado
Foto: Carmen Fabre

      Ocurrió el martes, 4. en la Casa de Fieras, ahora biblioteca, del Retiro madrileño. La editorial Lastura había convocado para la presentación de Detrás de la sonrisa, el nuevo libro de Ana Galán. Público de pie, lleno, público de pie. Casi 100 contadas personas. Abrió Lidia, la editora, con palabras acostumbradas a la ocasión. Tulia Guisado, que presentó, centró pronto el dilema. El libro basa su hacer en la experiencia docente de la autora, en los problemas acuciantes de los adolescentes, alrededor de los cuales se construyen los poemas. Señaló cómo la autora, orientadora en un insti, se acerca a la angustia, al grito de los adolescente, sin superioridad moral, sin consejos de carril. Cómo todo el libro destila una mano tendida, una silla al lado, el respeto a la libertad de los que se enfrentan al aullido de la vida. Que los poemas, en general, se estructuran a dos voces, la del joven y la de la autora, Declaró luego Ana que se pensó mucho su escritura, pero que siguen vivos en ella los rostros de los mordidos, sus caminos cerrados. Cada poema viene introducido por una petición de auxilio: el maltrato familiar, el desprecio por el color de la piel, la gordura juvenil, la homosexualidad, las drogas… los precipicios estudiantiles de la emoción. La lectura de cada poema se introducía por la autora con explicación del contexto. Pero no. El libro es algo más. Algo más que un escaparate de angustias y desvelos, el libro es un libro de poesía. Y de nivel. Poemas que sin perder lo descriptivo no se embarran sino que se alzan serenos en busca de tensión propia. No son meras ilustraciones. Ana Galán es una poeta que recuerda y que decide volar sobre un mundo de sensaciones permanentes. Clara y alta en su voz. Poesía contagiada del dolor. Poesía que sabe su manantial. Poesía impura, sí, y por lo mismo necesaria.     

Dos premios
Antonio Daganzo, José Elgarresta y Nieves Herrero
Foto: FB

      Dos buenos poetas, dos buenos amigos de Mientras la luz, terminan de ser distinguidos con sendos premios. Antonio Daganzo, por su Juventud todavía publicado en Vitruvio, ha obtenido el llamado Premio de la Crítica de Madrid 2015, que concede la Asociación Madrileña de Escritores y Críticos Literarios presidida por José Elgarresta. Por otra parte, El sueño de la vida, del manchego Manuel Juliá, publicada en Hiperión, ha sido señalada como Mejor obra de poesía de habla hispana 2015. Premio que concede, según la nota de prensa, la Asociación de Editores de Poesía.presidida al parecer por Javier Pérez Ayala, en cuyo domicilio social tienen su sede las asociaciones que conceden ambas distinciones. Nuestra felicitación a los dos poetas.
(Aquí entrevista a Manuel Juliá)

martes, 4 de octubre de 2016

Consejo de redacción: Ben Lerner, de Kansas


      Dijo el jefe: El primero que me avisó fue Alvaro Valverde, en Face, siguiendo al hilo de la entrevista a Ben Lerner (de Eduardo Lagos para El País. (Aquí.). Su ensayo, el de Ben, se titula Hatred of poetry (El odio a la poesía), por lo que rápido pensé en otro descreído del oficio. Intentaba yo comentar algo cuando una entrada, inmediata y anterior me contuvo. Vicente Luis Mora (en adelante VLM) nos advirtió que en breves días daría su opinión sobre Lerner y el asunto. Callamos todos. Parece que el tal Lerner -Kansas, 1979- también es poeta a pesar de novelista. Claro que sus novelas la primera Saliendo de la estación de Atocha – ay, Ashbery- y la segunda 10:04 están protagonizadas por poetas. Algo le tira al chico la cuestión. Tanto que el pasado año salió, como de tapadillo, una antología de sus poemas editada por Kriller71 de Barcelona con el título de Elegías Doppler y traducida por Ezequiel Zaidenwerg
 
.      Decía Ben en la entrevista de El País -continuó- que “la poesía es el espacio en el que el lenguaje está sometido a la más alta presión que cabe concebir, más que en ningún otro medio de expresión verbal. En un poema todo está cargado de significado”. O debería estarlo, aclaró el Jefe. Y es en esta afirmación tan cierta donde radica una de las razones del odio. Dice que el público se decepciona ante el poema, porque el poema es un objeto que suelen venderle como la más alta expresión del espíritu. Aclara Ben que pocos lectores encuentran en el poema el mundo que los poetas, críticos y profesores, la clerecía en general, les venden como hecho sublime. La decepción habitual produce rechazo, devalora su autoestima como lector-consumidor, abre la puerta del desprecio y puedo alcanzar la meta del odio. De ahí el título de su ensayo. Recuerden que Ben es ashberiano. Y de Kansas. Algunos, bastantes, lectores de a pie –añadía el Jefe de su cosecha– entienden que es una estafa. Y ven a los poetas como vendedores callejeros de herramientas, maravillosas mientras se discursea, pero inútiles cuando nos encontramos en casa y a solas con ellas. De aquí el famoso ¿Poesía? No, gracias, es que no la entiendo, con que se encuentran nuestras modestas editoras en sus casetas cuando las voluntariosas ferias del extrarradio..  

      Siguió el Jefe: Esperé el artículo de VLM en su blog –aquí– y resulta que tras leer el libro aporta poco más a lo dicho por Lerner en la entrevista. Eso sí con florida y amasada erudición de citas. Y argumentos de autoridad. Desde Cervantes a Díaz Pimienta intentan en su artículo despejar el enigma. Sin conseguirlo, claro. Eso sí, añade información sobre Lerner y su poesía ashberiana. Esa que apunta a que cualquier poema no es entendible en sí sino que nos remite a otro poema no escrito o no entendido aún. A la cadena de lo inaprensible. Así mismo, avisa el ampuloso VLM de aquellos poetas o escritores que dejan de escribir al sentir su función como algo sucio, algo cercano al autoengaño. ¿Les pasaría eso a Carlos Sahagún y Eladio Cabañero? se preguntó el Jefe ¿Y entones por qué –señaló la becaria– tanta gente intenta escribir poesía o algo semejante en las formas? Y sobre todo ¿por qué aspiran a ser leídos? Ben, que defiende la autoedición, también se lo pregunta –contestó el Jefe– y seguramente también VLM, que de vez en cuando se une al cortejo escribidor. No hay respuesta. O sí la hay, pero no es tiempo de intentarlo.  

   
   Y es que, anterior como es a la escritura, la poesía –el vientre estéril de lo eterno, según RS–, entendida o no, publicada o no, se niega a desaparecer de nuestro campo de juego. Es el único medio de decir, a través de los huecos, ya saben, lo que no puede decirse de otra manera. Algunos lo consiguen. Incluso consiguen que los demás abracen su hacer, su decir. Vayan procesando. Y terminó.


_______



Aún no ha aparecido la poesía.
La imagen no es un sustituto. La imagen es como una anécdota
en boca de un bebé que nació muerto. Y ni la reflexión,
con su infinito espurio, ni tampoco la religión, con su octava parte
de hongos,
pueden causar orgasmo tras orgasmo como la poesía.

(Ben Lerner, The Lichtemberg Figures)