jueves, 28 de julio de 2016

Vicente Martín Martín: memoria y poesía







   Tal vez su delectación por el lenguaje, el íntimo disfrute durante la escritura, el vigor limpio de su imaginación y sobre todo su instinto formado a iguales partes por ternura y aguijones fue lo que caracterizó a Vicente Martín Martín (1945-2012), el poeta abulense que durante ocho años –de 2004 a 2012- estuvo en cuerpo y tinta entre nosotros, sus nuevos amigos. Murió tal día como hoy hace cuatro años, en Torrejón de la Calzada, pueblo que fue su hogar y su destino durante los mejores años de su vida. Mientras la luz quiere recordarlo públicamente de la misma manera como lo hace tantos días del año. Con la lectura de uno de sus poemas. Un deseo que quiere compartir con sus lectores en este día. 

   Hace dos años, la editorial Huerga y Fierro, bajo el título Cuanto de mí puedo contaros, publicó una completa selección de su poesía con un prólogo esclarecedor del poeta José Luis Morales. Libro fundamental para el disfrute y la comprensión de su obra, que desde aquí recomendamos. De él extraemos este poema.



¿Quién llamará a estas horas?
Siempre hay alguien  que tiene la extraña habilidad
de asaltar los relojes con muñecas de trapo y se emborracha
de lapiceros rojos.

Si descuelgo el teléfono,
¿se encenderán las luces de las confiterías
y una voz fluorescente me hablará de que existen
pirámides de luz, biombos chinos
en la parte de atrás del universo?

Seguro que un vidente o un profeta
novísimo ha entendido
que mi felicidad está en sus manos, seguro que ni nombre
ha salido agraciado en un sorteo
y ahora puedo elegir entre una tabla de surfing
o un libro de cocina, qué mas da, ambos sirven
para darse uno cuenta
de que el reloj del mundo se ha estancado..

Quien me llame a estas horas debería saber que ya he limpiado
todos los candelabros y no pago con tarjeta las flores,
mejor aún, quien llame
que sepa que ahora tengo las sábanas manchadas de pequeños cadáveres
y no quiero más mitos ni planes de pensiones
ni disfraces
ni dioses por catálogo

que detesto, lo mismo que aborrezco la autopsia de un pecado,
que alguien quiera salvarme.



6 comentarios:

La Solateras dijo...

No le conocí personalmente, pero ahora me está regalando muchísimos momentos deliciosos. Es lo que tiene ser un poeta como la copa de un pino, que su obra le trasciende. Muchas gracias, Paco.

Miguel Ángel Yusta. dijo...

Hermosa generosidad la que revive la memoria del amigo. La amistad es el amor sin alas (Byron) pero qué grande es ese caminar de la mano del amigo, a ras de tierra; escucharle, hablarle, compartir momentos como la lectura de ese bello poema... Un recuerdo y un abrazo.

fcaro dijo...

Ana, era un hombre de pocas palabras, algo reservado, pero claro en las amistades. tenía verdadero fervor por la poesía, la vivía a cada instante. Enamorado del lenguaje, desarrolló un mundo propio, inconfundible. Muy de Rosales al principio, pero muy Martín desde pronto. Fue mi amigo.

fcaro dijo...

Ay, Miguel Ángel, y qué nos queda sino el destino de ser con otros, con los demás, que no es sino un camino en donde encontrarnos. Me gustan los amigos, la generosidad de las manos que se encuentran. Vive, disfruta.

Javier Díaz Gil dijo...

Gran poema, Paco. Qué gran poeta Vicente Martín, es necesario seguir reivindicándole.
Un abrazo y felices vacaciones
Javier

fcaro dijo...

Ya lo creo, Javier, ya lo creo. Seguir leyéndole es una necesidad. Feliz tiempo de descanso.