lunes, 5 de mayo de 2014

Parece que abril....

    Parece que abril quiere morir con dignidad, me comentó el jefe cuando le comuniqué la agenda de sus días finales. La redacción estaba alborotada con la cercanía del puente. Que luego no ha sido para tanto. Cumple, me dijo, tráeme noticia de lo que tienes subrayado y puedes irte. Durante cuatro días callan los poetas. El ocio culto cambia sus formas. El sol ya calienta, nos calienta. Treinta horas después tenía mis folios sobre la mesa. Los retiene. Resulta que ahora quiere corregirlos, visionar dice, porque últimamente ha sonado su teléfono en demasiadas ocasiones. Y bastante airado. Dice que por cositas, que por gratuidades que se podían haber evitado. Me dice: De lo esencial no he de tocarte nada. Vale, le concedo. Pero yo sé que no sabe qué es lo esencial. Lo digo porque a veces lo esencial suele esconderse, sin que yo lo pretenda, en lo que él llama pasajes gratuitos.

Alfredo y Cristina en el Círculo
(Foto: MCBarri)
    Leyeron el martes 29 en la Casa de Castilla-La Mancha dos poetas a los que une una gran amistad: Cristina Cocca y Alfredo Piquer, miembros activos del grupo Aula de Encuentros. Tienen su sede en el Círculo de Bellas Artes madrileño. Allí cultivan la poesía. Realizaron lectura conjunta y alternativa, en general de poemas de largo aliento, característica que también los une. Cristina, poeta de las emociones, modificó en parte su tono melódico para dotarlos de mayor contundencia, Alfredo, poeta del mar y de lo heleno, buscó en su decir la suavidad y el rumor del oleaje. Si bien es cierto que no introdujeron demasiadas novedades en la elección de sus poemas, si la encontraron en el presentador, Francisco G. Marquina, el cual anduvo por el hacer de ambos con envidiable habilidad y finura de análisis. Lo que se agradeció. Como el regalo de los comentarios finales de Juan Pedro Carrasco y de Manuel Cortijo, responsables de la tertulia, que todos cinco estuvieron en la mesa. Numerosos amigos poblaban la sala.

Elvira Daudet y Paloma Corrales en el Comercial
(Foto Andrea Andreu)
    El aire se alteró el miércoles 30. En la terraza del Comercial esperaban la hora Elvira DaudetPaloma Corrales. Elvira presentaba a Paloma y un libro de Paloma: El runrún de las palabras. Lo ha editado La Baragaña, editorial que lleva Jorge Espina, y que suele acoger autores de conciencia crítica, poetas que se piensan no asimilados, denunciadores sociales. Esto podía prevenir sobre la poesía de Paloma. Nada más lejos. Elvira lo dejó claro desde el principio. Si es un primer libro tardío, lo es porque la autora ha querido apurar la destilación de su lenguaje, la decantación de sus emociones y estar conforme con la concreción de cada uno de los poemas. Estoy con ella. Paloma es poeta volcada a la poesía, suya y ajena. Son muy conocidas y valoradas sus entrevistas televisivas a poetas con fuerza y actualidad. Pero ella es otra, única, su poesía tiene valor en sí. Es personal, cuidada, íntima, de estilo hallado, potente, transitiva, nueva. Halla, dice, conmueve, hace volver sobre ella. Leyó con temblor y segura esos poemas tan suyos que parecen fragmentos de una suite, abiertos en sus principios y en sus finales. Leyó mientras sonaba la guitarra de Chema Abascal. Tuvo serenidad para introducir algún poema y la gentileza de dedicar dos de ellos a Rafa Soler y a Paco Moral, presentes. Como presentes estuvieron Gsús Bonilla y Roberto Menéndez. Luisa Navarrete, activísima Alacena Roja y emocionada, vino desde Murcia. El acto, 35 minutos, limpio y emotivo, fue grabado y puede verse aquí.   

Eduardo Merino y Víctor M. Carrascal (leyendo)
(Foto MCBarri)
    Un poquito más tarde, en La Tapa de Era, Fuencarral abajo, leían Eduardo Merino y Victor M. Carrascal. No sabíamos que el local tendría vida efímera y con él el ciclo Bájate al sótano que conducía David Morello. Este, hoy lo sabemos, fue el último acto poético. El pequeño local estaba repleto como nunca. Eduardo, dueño de una poesía de construcción clara, nacida de la experiencia y crecida sobre la reflexión, leyó poemas primeros, otros éditos y algunos en espera de serlo. Curiosamente, él, que no se prodiga, fue padrino bautismal de Victor M. Carrascal, poeta oculto a la luz pública, que duda, pero que emocionó con alguno de sus poemas y sobre todo en el último, leído a petición de Esperanza, que es un cántico sereno a la muerte de su padre. A la salida, José Luis Torrego, Ana Ares, Paco Moral, Francisco Castañón, Carmen Bermejo, José Luis Fernández Hernán…, dicharacheros, ocuparon la calle.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Paco, estoy refiriéndome a tu comentario sobre el día 29, recital conjunto entre Alfredo Piquer y yo. Gracias, aunque, debido a la larga y ancha amistad que nos une a los tres,es lógico que no haya habido sorpresas en la lectura. Pero una aclaración: ha habido poemas inéditos (que yo aclaré), pero la intención era hacer una lectura antológica y es
normal que te sonaran conocidos ya que nos has leído mucho. Abrazos. Cristina Cocca.