Una
María Antonia Ortega |
Puede parecer
no creíble, pero fue cierto. María
Antonia Ortega, invitada el pasado martes 22 a la tertulia Rafael
Montesinos, leyó con fiereza. Quiero decir con la decisión de quien desea que
su poesía muerda, dentellee, deje herida en la piel, haga presa. Para Mientras
la luz fue novedad. Sabe, como todos, de su figura delicada y frágil, de su pausado porte, de su apariencia
física que insinúa quebrarse. Pero María Antonia puede levantar una hoguera si desea prender su poesía. Leyó intencionadamente textos de libros distintos, a los que
agrupaba en un continuo de fiebres.
Recitó uno de sus poemas primeros sajando la memoria, sin que le fuera
posible permanecer sentada, paseando la madera del estrado en todas sus
longitudes, añorándose, recordándose en los tiempos en que lo decía con una corona vegetal en la cabeza, vestida con
túnica deslavazada.
Mientras la luz,
deslumbrado, quiso seguirle el rastro durante la semana del libro. Al día
siguiente leía en CentroCentro, invitada por Juan Carlos Suñén junto a otros poetas, y el viernes 25 en la Odisea
Poética que organiza Alfredo Piquer para Libertad 8. No nos fue posible. Y todo porque el don de la ubicuidad que se nos atribuye ya no funciona (el jefe no ha pagado a los dioses la cuota que lo renueva). Aunque algo sabemos en ausencia. De su actuación del viernes, dijo en FB Elvira Daudet, testigo presencial, que fue sofisticada y mística, cuya
espiritualidad le ayuda a levitar en los momentos oportunos. Esto es más
creíble. Pero no queda aquí su actualidad en esta semana, que sin duda ha sido suya, porque, a los tres actos citados,
añadan la aparición en librerías de su nuevo libro: El emparrado, surgido de
la mano de Nuria Ruiz de Viñaspre en
la colección M de ediciones La Palma. Visitando su texto promocional hemos
sabido que casi sustituye a la razón como
posibilidad de desarrollo pleno de la conciencia, (sí, la razón es sustituida
por la soledad), cuya capacidad genesíaca, que es la poesía, es capaz de
proyectarse y concebir a mucha distancia. Los hijos de la soledad nacen con
frecuencia lejos de su progenitora, y no siempre coinciden con ella en el
espacio y en el tiempo. También que cuánto
más cruda sea la realidad más suave habrá de volverse la palabra que la alude. Quede
claro.
Dos
Pablo Y Rafael |
Todos
Todos, también estuvieron todos en el salón de la ONCE, recitando, leyendo, cantando... desde las 11 de la mañana hasta las 11 de la noche en un Marathón organizado por Elena Peralta y donde coincidí, mediodía del miércoles 23, con Ana Galán, Manuel Martínez-Carrasco y Rosa Jimena. También con Paquita Dipego, venida desde Lérida. Oí cantar a Diana Trigueros. Volverán. Son tenaces.