lunes, 9 de diciembre de 2013

Pedro A. Gonzalez Moreno recibió el 24 José Hierro

Durante la lectura




Ocurrió la tarde del 4 de Diciembre, en San Sebastián de los Reyes. Era la 24 fecha en la que se entregaba el premio José Hierro. En esta ocasión también a un poeta de raza, de estilo. A Pedro A. González Moreno. Poeta de medida producción, adepto a los perfumes obtenidos por lentas maceraciones. Con El ruido de la savia ha querido nombrar el libro por el que le han concedido el premio. Pretende aunar en él el susurro del poema y el rumor inagotable de un origen poblado por llanuras y trigos, por los haceres sencillos de gentes laboriosas. 

Con el símbolo del premio Y Joaquín
Benito de Lucas
Hubo en el acto de entrega sobriedad y algo de poca ambición. No tanto porque el premio haya reducido la plata de su cuantía, que también, sino porque los organizadores desconfían de su capacidad de convocatoria. Gran parte de los asistentes lo siguieron de pie ante la escasez de asientos preparados. Eficaz la conducción de Óscar Martín Centeno. Mar Escudero, concejala, fue la imagen del municipio que sostiene el premio. Joaquín Benito de Lucas hizo lectura atenta del texto premiado. Acudieron a  la presidencia Ángel García López y Antonio Hernández, miembros del jurado. Numerosos otros poetas se repartían por la sala. Y los amigos.

Con otros poetas
Si el acto se abrió con este acertado vídeo sobre el Jurado del Hierro, halló su centro cuando el premiado, tras los agradecimientos rituales, quiso hacer comunión de intenciones con las gentes que esperaban, que le esperaban.  Supo el poeta contener en el momento exacto su verbo fácil. Supo el poeta situar cada poema antes de su lectura. Procuró que esta fuera generosa y pausada, lo que unido a la perfección formal de su verso hizo que el recinto adquiriera el color del origen, verdor de higuera. Logró el poeta extender por la sala el frescor oloroso de los patios manchego cuando a final de agosto ven sus piedras regadas. La poesía sobre todo. Siempre.

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Con otra tinta

Escribiré con savia 
cuando se haya secado la tinta 
de los recuerdos. 
Será difícil traducir su ruido 
pero será su voz la que te nombre 
y te hable en cada sílaba. 

Exprimiré una hoja, su verde rumoroso, 
sobre el papel en blanco 
y en su leve goteo 
verás crecer los trazos de una extraña escritura. 

Tal vez no tendrá bordes ni brillos de poema 
pero habrá en esas gotas 
algo vivo, 
                    y tu cuerpo (o al menos su memoria) 
continuarán creciendo 
en cada nuevo nombre, 
                                                en cada rama. 

Verás crecer las letras 
de una amarga escritura 
que hablará de nosotros, de todo lo que pudo 
ser (y no fue) la vida.

1 comentario:

Rafael Toledo dijo...

Acertado resumen de un acto que en verdad debería haber tenido mayor trascendencia. Pedro Antonio es un gran poeta pero discreto, austero y comedido en los eventos. Es como esa higuera de su tierra, lenta y fecunda, sujeta a la tierra por raíces profundas. Un placer haber asistido y también haber conocido y saludado a Francisco Caro, poetas en Madrid pero siempre manchegos. Rafael Toledo