Al que mucho pide, dale poco, me dice el jefe. Pero yo no
puedo. Ruge diciembre. La redacción está tan desbordada en estas dos únicas
semanas útiles del mes que es imposible atender a todos los actos. Hasta los
sábados por la mañana, antes cojos, se levantan, andan. Esto parece el acabose
poético: lecturas individuales, colectivas, abrazos, presentaciones, revistas,
libros, agitación, deseo de estar, de mirar y ser mirada, de ¡a ver si vienes!.
Superados, le digo al jefe. Si le parece no asistimos a ninguno, le sugiero, porque además
tengo cenas prolongadas y comidas de confraternización y viva Honduras. Poco,
me dice, pero algo hay que hacer, se nos espera.
De las revistas
Se adelantó a noviembre La Hoja Azul en Blanco, que edita magníficamente
en Alcorcón el grupo poético Verbo Azul, su nº 17 atiende al vidrio y a la
memoria de Vicente Martín. Espera al lunes 16 para dejarse ver Áurea, que
dirige y sostiene Miguel Losada, y en el martes 17 lo hará Troquel, que promociona Isabel Miguel,
expertísima en el tema. Cuadernos del Matemático, la más veterana, brotará
dentro de nada. Demasiado papel furioso, pero induce al equívoco. Las cabeceras se
reducen poco a poco. Es dura la vida del resistente, del guerrillero.
Desde la mesa. El Ateneo pleno para Chicho Foto de Lisi F. Prada |
El día 11
lo hizo El Alambique con un especial sobre Chicho Sánchez Ferlosio, oportuno
siempre. El Chicho que dijo aquello “Hoy se nace con el sino / de actuar
por actuar, / la gente anda arrebatada / y no se para a pensar.” Lo
cantó Amancio Prada un poquito antes del Ay de mi vida. Y más antes habló Lisi F.
Prada, Isabel Escudero, claro, Carlos Aganzo (que dirige El Norte de Castilla casi desde Madrid), Antonio Bueno y Poni Micharvegas. Todos sobre lo inagotable de Chicho.
Lisi leyó que era matemático, músico, científico, inventor, programador, filósofo,
corrector, lingüista, escritor, poeta, rapsoda, trovador, cantante, compositor,
actor, viajero, vividor…
Buen número el 6 de El Alambique. Incluye uno de los últimos
textos de Agustín García Calvo, tan su amigo de Chicho. Una voz femenina, Diana Trigueros, cantó Gallo rojo, gallo negro con el
susurro de una sala repleta de canos progres y de Fernando Sánchez Dragó, también
cano, porque el tiempo no salva ni a los que mudan. Mi vecino de butaca
abandonó resueltamente la sala cuando apareció Amancio, me dijo que no podía soportar. Tal vez le
faltaba razón a David. Cantó. Contó jugosas anécdotas, aunque no todas. Al terminar, las
más nostálgicas comenzaron a entonar viejos afectos combatientes, antiguas anarcorojerías..
Agustín Porras, el director, contento. Apenas tuvo tiempo para recordar que estas revistas no se distribuyen, que los canos presentes aprovecharan el acto para su compra. Siguen siendo obedientes, proclives a las inutilidades que nos salvan.
Esquina frente a esquina
El jueves se incrementó la furia. No hubo sosiego tras el paso
de Antonio Gamoneda, al que no asistimos porque el médico de la empresa nos tiene
prohibido ver a Juan Barja en directo. Les dejamos el enlace con el que el
Instituto Cervantes propaga el acto. Y donde es posible verlo de un tirón. En otro lugar, en Leganitos, a sala repleta, Enrique Gracia Trinidad provocaba, deleitaba, con el cómo y el porqué de leer poesía. Aquí pueden verlo.
Ildefonso Rodríguez y Juan Carlos Suñén |
Tuvo el volcán del jueves ocho bocas enorme. Nos eligió el
jefe dos cercanas entre sí, dos esquinitas de Cibeles. En la antigua capilla del Palacio de Comunicaciones, hoy llamado CentroCentro, Juan Carlos Suñén ha creado un
ciclo poético. Favorables/Madrid/Poema lo llama. El mes anterior estuvo Manuel
Rico -que anda a correprisas paseando su Fugitiva ciudad por los rincones- y este diciembre le correspondió a Ildefonso Rodríguez, poeta y saxofonista leonés. Hicimos mientras pudimos: el acto comenzó tarde y como Juan Carlos introduce a sus invitados, tras escucharse, con un diálogo que pretende ser
provocador, el tiempo avanzaba inane. Ildefonso es dueño de una poesía tan enjuta como sugerente, mas
como la conversación seguía, seguía... debimos abandonar la capilla antes de la lectura del primer poema. Problemas del
directo, que dicen los cursis canos. Nos fuimos. Las 18 personas que quedaron seguro que
disfrutarían cuando Ildefonso pudiera leer. El lugar es magnífico, sobre todo si se
soluciona el asunto del sonido.
Chema de la Quintana y Soledad Fariña |
Nos esperaban en la esquina de enfrente. En la Casa de América, estaba anunciada
Soledad Fariña, chilena de la Unidad Popular, atravesada por dictaduras y
concertaciones. Dueña de una extraordinaria capacidad comunicativa. Amargord le
ha editado La vocal de la tierra, que recoge sus tres primeros libros. Esther
Ramón la presentó ayudándose de estampas cabalísticas, pero Soledad es un volcán
andino. Ella misma explicó la génesis de sus libros mucho más
pormenorizadamente de los que por aquí se estila: la creación del mundo, el popol vuh, dijo, la mujer y la mujer, el
amor sin hombre, dijo, la voz de la piedra, su clamor, los colores, dijo, el compromiso, dijo,… Niall Binns
que estuvo, y algo sabe de poesía chilena, escuchó con nosotros la lectura de
algunos de los poemas que encontraron hueco. Y le informó de paso que los choroyes, usados por ella como antagonistas en su primer libro, no son aves privativas de Chile, sino que son las molestísimas cotorras argentinas que invaden con su verde cháchara infinita los parques (y tertulias, pensó alguien) de Madrid. Cosas. Bienvenida.
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