lunes, 27 de noviembre de 2023

Carta pública a y dos poemas de: Jesús Aparicio

 


       Querido Jesús, porque bien lo sabes, y porque desde siempre habita en ti el silencio, la contemplación, la luz y la brisa de los amaneceres, dices ahora que “la poesía es/ presentir el misterio”. Llevas toda la vida esperándolo, escuchándolo, escribiéndolo, buscando con la voz en sus anexos, jamás perturbándolo, jamás rompiendo su ser, el ser del elixir manantial que nos mantiene alerta: el misterio de la vida. Vivir es la poesía: vivir sin ruido, vivir sin daño, vivir con, vivir para. Cuando el hombre logró la palabra, logró la poesía. Tal vez la poesía no sea el modo de acercarse al misterio, sino el misterio que presentimos. Lo es.

       Tú sabes del enigma de las cosas pequeñas, tu sabes de los gestos pequeños, cotidianos. Tú sabes de la misericordia, esa bondad continuada que nos usa y nos premia. Tú la ejerces. Y en Cómo vencer al ruido ––tu último libro–– el agua de la piedad, del afán compasivo, por más que intentas contenerla, se derrama. Vencer el ruido es vivir en la verdad del silencio, de la atención, de la memoria, es buscarse en el tic-tac de quien nos mide, es saber que la ambición es una calle rota, lo imposible. Vencer el ruido es, como decía el de Yepes, salir sin ser notado, pero salir, pero hacer, pero estar, pero dar.

       Jesús, tiene tu nuevo libro temblor de hojas, almas que la suavidad inagotable de una brisa franciscana mueve. Hojas que van desde el corazón, desde los umbrales del día a los presentimientos oscuros de la noche. Sin miedos. Pero con la sabiduría de que “ante el propio dolor/ estamos solos”, aunque una voluntad imperativa nos haga acudir a mitigar el dolor ajeno. En eso estriba la belleza del espíritu. Dices en un poema que es necesario sentarse ante la hoguera y contemplar con mansedumbre los pétalos del fuego para saberse hombre en el tiempo, palabra en el tiempo. Para entender el silencio sonoro, la música callada de Fray Luis y traducirlo en poemas.

       Tu libro traduce letra a letra tu delicadeza moral. Algo conocido, pero que en esta ocasión no viene a buscarnos a través de las enseñanzas de las cosas anónimas y pequeñas, sino que alza la mirada y busca las conciencias en un Tú poético que es tuyo y de todos: el que guardan las llanuras de los pechos. Cómo vencer el ruido es una introspección, pero también un camino, un Tao occidental y universal. Para algunos un espejo, para otros un sendero indicado por donde encaminarse. Poemas sencillos, inquietantes y consoladores a un tiempo, palabras enteras que buscan decir y dicen sin disfraz, sin adornos, sin justificaciones.

       Sé, sabemos, de cómo tu tiempo sin ruido está ocupado por el amor, por los cuidados; por eso agradezco, agradecemos tanto, que el enigma de la poesía encuentre calor de nido a tu lado, y fructifique, y vuele. Gracias por esta renovada entrega, tan limpia, tan sin vacíos, tan serena, tan de semillas.

Elijo dos poemas que pretenden hablar por todos.

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POÉTICA DEL CUIDADO

Que la palabra limpie heridas,
sea bastón seguro para unas piernas débiles,
lente para esos ojos
a quien la niebla oculta su horizonte,
altavoz de gargantas sin campana,
pañuelo de esas lágrimas
que no esperan volver a ver el mar,
y cuchara que nunca titubea
ante bocas cerradas negándose a la vida.
 
Y que el hombre que cargue a sus espaldas
su mochila repleta de bastones y lentes,
altavoces, pañuelos y cucharas,
haga de sus silencios
escuela de secretos
y trono de humildad.
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FESTÍN


Sobre la mesa
desplegado el mantel de la esperanza
presento un pan virgen
del que respiro
su sentido y su magia,
y ordeno con cuidado
la fe cual medicina
que se administra lentamente
para favorecer un firme crecimiento.
Entonces mi corazón
busca sus nuevos labios
y el agua fluye amando entre mis dedos
para el mejor poema:
alimentar un ángel.