para no ser andados,
sino dichos
yo acomodé mis días
a transitar por ellos porque todos
guardan en sí
yo acomodé mis días
a transitar por ellos porque todos
guardan en sí
una noble belleza: lo inasible
espirales y dúctiles,
nunca, como el poema, se terminan
si no es por abandono, caminarlos
no supone llegar, sino hallar el regreso
no supone llegar, sino hallar el regreso
lo sé porque con muchos
amigos los he hablado
en las calles y noches de Madrid
también porque yo mismo
con mi tiempo, el de ahora,
–tenga o no la razón–
converso hasta el desnudo
converso hasta el desnudo
o porque me sorprendo
andando cuando escribo
con el otro que fui, el que me acecha,
el que inquiere con saña, el que me incita
a justificaciones
una vez los anduve
con el hombre futuro
carente de extrañezas,
ese ágrafo callado que a voces me reclama
el que aún
no quiero ser.
(Para Alfredo J. Ramos)
no quiero ser.
(Para Alfredo J. Ramos)
4 comentarios:
El caminante y su reflejo...
Otro gran poema.
Caminar es ahora una obsesión, Miguel Ángel.
Experimento en mi vida algo tan tangible, que me sorprende la idea de no poderlo expresar con palabras. Hugh Prather, "Palabras a mí mismo"
Alicia, las palabras son siempre un rodeo. No significan siempre lo mismo. Cambian tanto en quien las dice como en quienes las escuchan. Pero no tenemos otra cosa.
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