martes, 28 de octubre de 2008

Jesús Aparicio y "Las cuartillas de un náufrago"


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Jesús, amigo


Hace unos días que terminé de repasar tu poemario “Las cuartillas de un náufrago” y a lo largo de toda su lectura me ha quedado un sabor a hierba, a árbol libre, a serenidad y a concilio con la Naturaleza, que me reconcilia con el verso. Entre tanto poemario actual que intenta sorprender al lector con el único argumento de retorcer la realidad, es un vaso de agua fresca encontrarse en medio de este bosque que has ido creando día a día a tu alrededor con la simple contemplación.

No sé si fue querido desde el principio la anotación de las fechas o si ha surgido después, en el momento de concebir el libro, pero es sin duda uno de sus aciertos. Trasmite al lector esa sucesión de momentos en los cuales no sólo notas sino que anotas la relación de tu espíritu, de tu estado anímico, con tu alrededor. Y aunque en la labor del poeta, que es tu caso, hay mucho de creación, de recreación de la realidad, el hecho de hacerlo aparecer como un diario trasmite con intensidad la circunstancia que hizo surgir el poema.

Hay en todo él un toque horaciano de aceptación. Si en la primera parte es más clara la tensión que surge del interior y busca en la naturaleza, he creído ver en la segunda un paso más, que no es otro que la de haber encontrado en la sencillez de lo natural, la sencillez del vivir como guía y virtud. (El poema de la nuez es paradigmático en este aspecto).

“Las cuartillas de un náufrago” es un libro de poesía que aúna fondo y forma, se escribe como se piensa, como se siente. Esa economía de lenguaje, tan lejos de lo adusto como de lo sintético, ese discurrir de los versos sin forzar las formas, buscando simplemente la elegancia en el discurso, se adecua perfectamente al mensaje del poemario.

Creo que es un texto que te fija como poeta, que establece las coordenadas, las atalayas, desde donde vigilar tu quehacer poético, por otra parte ya bastante extenso.

Lo he leído, releído, con placer. Tengo el libro al alcance de la mano.

(Tras escribir esto he vuelto a leer “14 de febrero de 2006”, dime si no es cierto lo dicho)

Tu amigo, Francisco Caro

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De cómo a fuerza del amor parte una nuez


La busco, todavía
no ha caído del árbol.
La espero, pinto el cielo
con tintero de hierba.
La miro, se va haciendo
familiar a mi mano.
La cojo, la comprimo
con el alma, sin miedo,
cuidando que no salte
y huya y la pierda. Cruje.
Se me abre y me relajo.
Le arranco el corazón.
Se deshace en mi boca.

(25 de noviembre de 2006)

De "Las cuartillas de un náufrago" Ediciones Vitruvio. 2008. Colección Baños del Carmen.
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Jesús Aparicio González vive en Cabanillas del Campo, Guadalajara.

Nació en Brihuega(Guadalajara) el 29 de Julio de 1961.

Tiene 7 libros de poemas publicados. Poemas como pasos (1981) Sendas del corazón (1988) Como trago de agua fresca (1991) Las caras del espejo (1996) La casa del siervo (1999) Con distinta agua (2003) y El sueño del león (2005)

Su correo electrónico: jesapagon@telefonica.net
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miércoles, 22 de octubre de 2008

Antolín Amador y "Las letras pequeñas"

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(La verdad es que no solemos vernos en librerías, sino en otras ías)

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Antolín Amador es un poeta de raza, de rabia. Dueño de un lenguaje repartido, mitad por mitad, entre el el cuero y el metal, atiende a las provocaciones de lo cotidiano con una mirada inteligente, proletaria. elegante. Mira el ras de las cosas sabiendo que en ellas vive la trascendencia, y esa debe ser la tentación fundamental del poeta, mirar y ver. Después decir. Y es en el decir en donde se produce el segundo milagro. Antolin es dueño de un atuendo de palabras que no pasa desapercibido, que dirige sus disparos al centro de nuestra inteligencia, lugar en donde él sitúa el hangar de las emociones.

Tal vez por eso le concedieron un premio que, últimamente, parece muy atento a descubrir poetas con miradas sospechosas de no comulgar con rutinas de aldea. El libro titulado "Las letras pequeñas", se presenta el viernes 24 de octubre en Manzanares. Allí estaré, acompañándole.

Os dejo un anticipo, un poema. El que abre el libro.

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Conozco nuevas maneras de estar solo

Recuerdo que antes, mucho antes de ti
y de las noches quietas sin zapatos,
solía conformarme
con el olor a césped de tercera
y el ruido del camión de la basura.
Un murciélago hacía fuegos artificiales
con las farolas
y yo me convencía de inmediato
de la capacidad de acción de las metáforas.

Antes había poco de mí que fuese fácil.
Los dedos parecían una urdimbre
perfecta
para que la caricia
no volviera a encontrarse satisfecha.
Y la voz, la voz sólo era una excusa
para matar el tiempo
sin que se me notasen las derrotas.

Y no es que me resulte complicado
transcurrir rodeado de adjetivos,
lo que pasa
es que conozco nuevas maneras de estar solo
que me hacen intuir

que nunca volveré a ser demostrable.

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martes, 14 de octubre de 2008

Pan de trigo


Pan de Trigo es un grupo poético que, dirigido por Isabel delRey y desde hace casi 20 años, mantiene viva la poesía en La Solana (Ciudad Real). Entre otras actividades, publica, con el mismo nombre, una revista de creación poética y diversos poemarios. También mantiene un certamen poético que se culmina en uno de los sábados de octubre, justo cuando la vendimia agoniza.

El pasado dá 11 se leyeron los poemas seleccionados de Francisco Caro, Manuel Laespada y Alfonso Ponce. Obtuvo uno de los premios el titulado De los campos, de nosotros, que ofrecemos a continuación.



DE LOS CAMPOS, DE NOSOTROS


Hoy estáis solos,
campos que fuerais antes
de yunta y hoz.


En préstamo he tomado este vacío,
el reino pobre de las tierras negras
y de la flor agreste del arzollo.
De estos campos sin nadie, cereales,
que antes fueran praderas de fervor,
hago mías sus densas amapolas,
hago mío su espejo de abandono,
hago mías sus lindes,
las quejas vomitadas
de un callado volcán, mío su llanto.



Pasaron los verdugos, son los restos
del fruto de sus hachas; agostaron
la canción campesina, los sudores,
y nada queda ya, sólo pureza
de una luz que reparte sus harapos
por las cumbres cercanas de los cerros,
de una luz sin piedad, infinitiva,
que supo de estas tierras
-celestes, calatravas-
y ya es sólo tangencia, voz en duda.


Aquí fuera tu cuerpo, en viejos trigos,
aquí fuera el afán, nuestro cansancio,
aquí la dócil presa de tus ingles,
aquí los soles turbios y las tardes
disputadas al lila de los brezos;
aquí celara el sol nuestras prisiones,
abatidas, carnales; fueran verdes
barrotes las espigas,
como tersos poemas
verticales de un libro que guardamos.



En estas tierras altas, labrantías,
que habitamos tú y yo y el solitario
divagar de la yunta rompedora,
tan sólo tibio el cierzo nos recuerda.
Yo he tomado prestado su vacío,
el daño de tu piel, su débil cielo,
y esta tarde sin sol, sin ti, buscada,
por salvar de la ruina
tu voz y lo que fuimos,
estos días tan últimos de mayo.



Ya sé que terminó la juventud;
sé que guarda la tierra en su memoria
los deseos entonces esparcidos,
y que no he de volver.
Con el viento,
aire solo sin fe ni caridades,
trae la noche sabor a despedida,
a cólera serena, que desciende
horizontal y escrita, como un verso,
sobre aquello que fuera nuestro gozo.

Como amara tu cuerpo,
tu rumor y tu nombre,
los amo todavía:
campos de soledad, callada patria.
***