domingo, 18 de mayo de 2008

VERBO AZUL




Acunados por las manos caricia de Ana Garrido y Juan José Alcolea, un grupo de narradores y poetas forman el grupo Verbo Azul. Tienen su centro en Alcorcón, donde surgieron, y a cuyos vecinos sirven, pero cada vez cuentan con más seguidores en toda España. Su bien hacer, su cercanía son señas de identidad.

Cada año editan una ANTOLOGIA que recoge poemas y narraciones de sus miembros. La de 2008 es la número siete.

Podemos encontrar a

Concha Vidal

Ella tenía la paz en los tobillos,
extraño si se cuenta, pero si se cuenta en serio
son el andamiaje perfecto para comenzar el día.

Celia Bautista

Tú que has sido mujer en el silencio
y has crecido hacia dentro como crece
la esencia mineral que han dejado los siglos.

José Manuel Fernández Febles

Desde mi ventana veo,
con párpados sin luz,
la humana sensación de un misterio que amanece.

Juan José Alcolea

Este oscuro silencio que me llama
con su oculto sigilo tan sublime,
esta ausencia de dioses marginales...

Paquita Navarrete

Respiramos el mismo aire
en distinta habitación:
me sientes, te siento...

Antonia Pons

Se alargan las horas y encoge el tiempo
sobre la sombra de las higueras
en un mundo que ya no es mío ni me conoce.

Antonio Pascual

Atrapado en los labios de tu estanque,
mi voz encontró refugio y palabra
como aquel minotauro malherido...

Olga Pais

Ellos, con otro nombre,
dejaron sin ruido sus huellas
convirtieron la sed en copa y bebimos del verso.

Ana Garrido

No quiero hablar del mar
que están los lirios
quebrándose de sol por los cantiles.

Hortensia Higuero

Debí nacer como los peces
entre restos de un naufragio.
Debí nacer sin ojos, porque busqué la luz...

Armando Gallego

Es preciso recorrer
su horizonte con nuestros dedos
cuando todo lo que sangra son flores...

José Madrid

La cortedad de los días
con ese sol macilento
tratando de abrirse paso...

Santiago J. Miranda

Amas con nuevos sentidos
la rediviva carne
hecha gloria de dos.

Cristina Cocca

Sobre la mesa
dejas secar un cactus, olvidas el periódico
y se pierden tus gafas porque no quieres ver.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Sobre"Las sílabas de noche"

Artículo de Nicolás del Hierro



El personal estilo de Francisco Caro


“Pero de lo que no le quedará duda a ese mismo lector/escritor es de hallarse ante una poética personal donde el estilo y el vocablo son dos inmaculadas perfecciones”



Con el libro “Las Sílabas de Noche”, que acaba de emerger en el mundo de las publicaciones, Francisco Caro se alzó con el Premio “Juan Alcaide” de Poesía en su convocatoria del año 2007. Es éste su cuarto libro publicado, pero es muy significativo que, a punto de aparecer el quinto de sus poemarios, “Lecciones de cosas”, Premio “Ciudad de Zaragoza” 2008, en poco más de dos años, Paco está logrando imponer su actividad y acierto en el panorama poético español. Cada uno de sus títulos se ha visto avalado por su respectivo galardón, amén del que ocupó el segundo lugar en su particular “parrilla de salida” (permitidme el símil deportivo ahora que Alonso y Lorenzo están en la mente de los más), que fuera publicado en la Col. “Ojo de pez”, que prestigia la creación literaria desde la Biblioteca de Autores Manchegos, editada por la Excma. Diputación Provincial de Ciudad Real.

Francisco Caro, Piedrabuena (C.Real), 1947, que ha desarrollado su actividad profesional en la docencia como profesor de Historia en institutos de secundaria, tras ganar con sendos poemas los premios “Ángel Crespo” y “Jorge Manrique”, irrumpió en la poesía española con su libro “Salvo de ti”, galardonado con el primer premio que concediera a un poemario la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha, y que el 2006 publicara Ediciones Vitruvio en su colección Baños del Carmen. Fue ésta, su primera salida, como cuando un torero (y nos apoyamos en otro símil distinto) abre la puerta grande de La Ventas o la del Príncipe en La Maestranza. Cierto que la poesía es mucho más minoritaria que la llamada Fiesta Nacional, pero lo que no puede quitarle nadie es que sea una fiesta para el espíritu, aunque la disfruten sólo unos pocos.


Visto así, a cualquiera podría parecerle fácil el camino, pero hay que tener méritos para ganárselo. Llegado ya con años a la poesía, es el de Caro un ejemplo de acierto personal. Por la prominencia de sus libros puede a algunos parecerles un ciclón. Él, irónicamente, y cuando alguien le hace referencias similares, acostumbra a decir que no tiene demasiado tiempo que perder. Y así lo aprovecha, porque no da puntada sin hilo. Su cualidad y modo de hacer poético le valió y le vale para que se conjuguen en él las mayores esperanza. Singular, estudioso de mil lecturas previas, antes de lanzarse a la productividad del cultivo poético, tuvo y tiene muy claro la semilla con la que ha alimentar el surco del verso. Despojado su estilo de casi todo artificio, sin apenas adjetivos, profunda su palabra, en buena parte de sus poemas algún lector podrá dudar si, temáticamente, el poeta se está refiriendo a la mujer, a la propia palabra o a la misma poesía, como búsqueda de una verdad estética. Pero de lo que no le quedará duda a ese mismo lector/escritor es de hallarse ante una poética personal donde el estilo y el vocablo son dos inmaculadas perfecciones.


Hablamos ahora, escribimos aquí sobre “Las Sílabas de Noche”, que se presentara el pasado domingo día 27 en Valdepeñas, como origen del premio y cuna del maestro Juan Alcaide, y cuando cinco días antes (martes, 22) en la Casa de Castilla-La Mancha en Madrid, con un salón abarrotado por unas ciento veinte personas, la mayoría poetas, se llevó a efecto un acto similar; pero antes y en su tiempo, en estas misma páginas de LANZA, ya habíamos comentado sus libros “Salvo de ti” y “Mientras la luz” porque desde el principio estábamos seguros del acertado estilo de Francisco Caro. Un estilo propio y personal, singular insistimos. No olvidemos nunca que en cualquier manifestación artística lo que cuenta y debe elogiarse es la originalidad. Francisco Caro desmocha de adjetivos el árbol de su poema, para dejarlo puro y limpio en la imagen, libre de hojarascas y ampulosas metáforas. Ya hemos referido alguna vez su inclinación por el desnudo idiomático de Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas, que en este libro podemos incrementarlo con el de Adonis: “Sea viaje a su verso nuestro viaje”.


“Las Sílabas de Noche”, con un dibujo en portada de otro piedrabuenero ilustre, el pintor Castrortega, se nos presenta como un viaje literario; un viaje por ese tema triangular de mujer/palabra/poesía, a la par que nos lleva por algunos lugares de la España que ama y ha vivido (“Campos de Calatrava”, “Barcelona”...), y nos acerca a poetas de su estima, como el ya citado Juan Ramón (“porque a veces el caos / acude silencioso / y los poemas crecen / sobre palabras curvas”), o a Ángel Crespo, (nos descubre, nos abraza / hasta ser atavío”) al tiempo que no deja de llevarnos por del mundo que una vez conociera en la esencia del mismo: Messina, Alejandría, Albania, o por los mares que ya estaban en las literaturas clásicas: el Egeo o el de Mármara. Por último, o por principio, a modo de un modernismo clásico, el libro se nos abre con un poema pórtico, “Liturgia para una iniciación”: “oficiaré de luz / tú serás / codicia y don, la noche / que en el ara se ofrece”. Y luego tres estancias sencillamente enumeradas, para terminar con un sentencioso y concreto Cabo: “no debemos / aceptar más palabras”.

viernes, 9 de mayo de 2008

Manuel R. Mora presenta "Los caminos encontrados"




Ayer, 8 de mayo, a las 8 de la tarde, se presentó en el Salón de Actos de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) el libro “Los caminos encontrados”, del periodista Manuel R. Mora, que hace días lo fue en Ciudad Real. En el acto intervinieron los periodistas Carlos G. Reigosa y Pedro García Domínguez. El primero señaló los motivos por los que consideraba a la novela de Mora de uns calidad y densidad encomiable, sobre todo por su capacidad para crear una atmósfera en el que cabe el lector. Pedro resaltó la propiedad del lenguaje utilizado, la exacta definición de los personajes, la enorme capacidad de las mujeres que la transitan para expresar sentimientos, la tentación a las acciones por parte de los personajes masculinos, pero sobre todo la belleza definitiva de su final, el encuentro de los caminos.

“Los caminos encontrados”, de Ézaro Ediciones, cuenta la historia de dos suicidios, el de una joven de 17 años y el de su padre, ocurrido meses después, en la madrugada del 9 de enero de 1960, que van a convertirse en la llave de que abre un reguero de historias cruzadas que la memoria colectiva de un pueblo tenía enterradas y que al cabo de los años acaban por desvelar su sorprendente y asombrosa realidad; porque casi nada fue como pareció que había sido.

El miedo a recordar se revela como el guardián más eficaz del silencio de un pueblo. Después de una guerra fraticida, cada memoria se convierte en una cárcel blindada, y el olvido se extiende como una consecuencia natural de la tragedia, hasta que un vendaval de preguntas y respuestas quiebra las rejas, descoyunta la prisión, y la verdad fluye inconteniblemente. Todo un pueblo se mueve y palpita en esta obra de una altura creativa que conmueve y entusiasma.


Manuel R. Mora dijo que no ha escrito sobre una guerra, sino sobre lo que ocurre después de ella, que no ha buscado ni el fragor de la batalla ni la clave de su sinrazón, que prefiere como sujeto literario al pueblo malherido que sobrevive a pesar –y por encima- de los recuerdos, sin esperar ninguna redención. Habló de la memoria y la violencia como personajes no invitados que impusieron su aliento mientras la novela estaba siendo escrita. También que en ella se incluye la narración exacta de un hecho histórico, la muerte del maquis Ramón Guerreiro (a. Julio), un comunista gallego que ejercía como jefe de la Segunda Agrupación Guerrilera en una emboscada de la contrapartida. Advirtió además de un pequeño juego con los lectores: difuminados entre su prosa, y sin guiño ninguno, se encuentran fragmentos de García Márquez, de Vargas Llosa, de Joyce, de Prust... al tiempo que nos animaba a descubrirlos.



Manuel R. Mora (Piedrabuena, Ciudad Real, 1942). Redactor de “La Gaceta del Norte”, fue uno de los fundadores de “Diario 16”, subdirector del semanario “Cambio 16” y corresponsal en España del Canal 13 de la televisión mexicana. De 1983 a 1985 fue director de Información Nacional de EFE. Desde 1985, y destacado por la Agencia, estuvo en Panamá, Colombia y México. Coleccionó caprichos americanos y se retiró del periodismo en el año 2000. Vive en Madrid, donde, apenas sin nostalgia de su profesión, escribe.


Los caminos encontrados
Manuel R. Mora
Ézaro ediciones. 2008
22 euros

jueves, 8 de mayo de 2008

NOTICIA DE MIGUEL GALANES


“EL ARTE DE LA ILUSIÓN. ELOGIO DE LA DIGNIDAD”: NOTICIA PASADA Y ACTUAL DE MIGUEL GALANES


Francisco Caro



El último libro de Miguel Galanes, “El arte de la ilusión. Elogio de la dignidad” es un libro inusual y hermoso.

Inusual porque aunque el título sugiera una continuidad con el anterior- “El arte de la profanación. Elogio de la individualidad”- no hay tal. En esta ocasión el autor se despega de los modelos literarios que otros han forjado y con los que viajó en busca de la singularidad del existir que hiciera en el anterior. Ahora, en este nuevo libro, articula un complejo y novedoso territorio en donde buscarse a través de diversos caminos. Caminos entre los que se advierten la permanencia de su afán literario, animal abocado a la escritura; la necesidad de introspección en sus intereses personales más íntimos: religiosos, familiares, poéticos; la violencia moral que le provoca la destrucción del paisaje físico, tal vez del humano, de su tierra... a más de otros que el lector futuro y atento debe averiguar, como también la de múltiples senderos afluentes por donde acuden a los caminos del tiempo los soles de la espera, o la voz tan real como figurada de La Mancha. Y todo ello conjugado en el singular de la persona primera.

Hermoso porque el poeta -en este caso ensayista- no se desnuda, sencillamente se busca, se recorre a sí mismo ante la vista de todos los lectores y se recorre en sus deseos, en sus crisis, en sus ambiciones, en su historia, en su conciencia y amigos, en sus debates, en sus lecturas, en sus escritos, en su deseo de ser uno y ser digno. Uno en su única vida y digno en la necesidad de una herencia que se deja porque se recibió. No es fácil, pero es necesario. Porque es necesario para todo hombre, cuando se frisan la mitad de los cincuenta años, buscar y usar de la balanza, medirse en el qué he sido, dónde estoy y cómo debo mirar lo que me espera. Materia frente a espíritu. Es el enigma de la edad que nadie puede resolvernos; pero es el caso que en Miguel Galanes, y ahí está su estatura de escritor, tal balance se hace público sin miedo a través de una palabra culta, pretendidamente clara, reflexiva y serena. Sin miedo hacia donde se incline el fiel. Porque el intento de Miguel no es ajustar cuentas sino saber del aire y del espacio necesario para la salvación, cuando se está, usemos las palabras de Dante, “en mitad del camino de la muerte, en mitad del camino de la vida”.

Amalgama sutil de la plata de los días y su mercurio, es “El arte de la ilusión” un libro inusual y hermoso porque se estructura como un extraño y ordenado dietario, recuperado en parte, porque en, sobre y entre los textos grises de lo escrito en el pasado, -cuadernos amarillos, los llama él- se reparten e imbrican las reflexiones presentes, las cuales reafirman, matizan o contradicen los estados anímicos y las ambiciones morales que los escritos recuperados ponen sobre la mesa del tiempo actual, mientras que por los intersticios se introducen, de forma casi violenta, los vigores de la infancia, la frescura de las higueras idas y las norias, las cavilaciones y los diálogos que rodean a Iluminado de Néminis, trasunto del autor, las campanadas de las citas de escritores leídos y anotados, la necesidad del silencio como la forma más severa de la dignidad; y porque, en todo ello, las constantes oposiciones entre abatimiento e ilusión, entre literatura y vida, entre pasado y presente actúan como las tres dimensiones de su espacio íntimo; de un espacio íntimo que, sin renunciar al análisis, se acepta en la conformidad. Para contarlo, el mundo y la prosa de Miguel Galanes se mueven con clarividencia desde el instinto a la intuición, desde el ansia interior a la exterior y desde la conciencia de las sensaciones a su inteligencia.


De algunas de estas cosas se habló durante la tarde del último 30 de abril en la Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla”, de la Complutense -mientras en los pueblos manchegos las rondallas se preparaban para levantar el grito primaveral y redivivo de los mayos y ante un público tan numeroso que obligó a gran número de los asistentes a seguir el acto en pie- por parte del profesor Luis Martínez de Velasco, que presentó la obra después que Antonio Lázaro recorriese los motivos de la edición por el servicio que dirige y poco antes de que el poeta de Daimiel recordara el espíritu reflexivo que presidió la elaboración del libro, se reafirmase en la convicción de que se aprende tanto de lo vivido como de lo leído y nos advirtiera que el camino a recorrer para vivir con dignidad no es otro sino el de comprender la dignidad de la vida, sólo entonces.


El arte de la ilusión. Elogio de la dignidad
Miguel Galanes
Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Toledo. 2008