lunes, 20 de diciembre de 2010

María González y el año que murió Jean Genet

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Habla de arrebato en la carne, de senderos que llevan desde las insinuaciones hasta el tacto, de versos de ron-cola y tardos despertares con hormigas en hileras, habla de cuerpos adyacentes que salven de lo blanco, del reto de la herida: Vamos a comernos los cuchillos / y a naufragar en los charcos del jardín. Habla María González de la posesión y la desposesión al mismo tiempo, del deseo y el miedo de forma simultánea, de la distancia y del ofrecimiento. La tercera parte, la que titula Las criadas, es una descripción de las manos atadas por la ausencia, de la necesidad del vómito, de las manchas de amor por suelos y paredes, del deseo que aguarda en la espesura o el vacío que lo lejano oculta. Poesía deslumbrada por el reto de ser en otro, con otro. Poesía deslumbrada por los brazos azules de Fernando Merlo. “Estos cauces que ves amoratados / y de amarillo cieno consumidos…”

María González es cordobesa, de habla y mirada, reside ahora más al centro, donde en mayo pasado y próximo -editado por La Bella Varsovia, ese atrayente proyecto cordobés, anárquico y decidido- presentó su primer texto “El año en que murió Jean Genet”, o sea, cuando ella nació. Le atrae la imagen, la canción, el teatro (lugar con que sueña).

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Goodbye blue sky


¿Viste como caían las bombas en la arena?
Hacían dibujos mientras nosotros jugábamos
a ser alguien distinto.
¿Viste como nuestras pestañas se congelaban?
Curvándose asustadas, escondiéndose en las córneas.

Imaginemos una realidad diferente,
nos adentramos en ella dándole la espalda al mundo.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Dos centenarios: Luis Rosales / Màrius Torres

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No sólo Miguel Hernández nació en 1910, también lo hicieron Luis Rosales y Màrius Torres. Con vidas, obras y audiencias muy distintas. Algunos actos los han recordado, pequeñas acciones que apenas han logrado abrirse paso entre la marea popular que ha supuesto el recuerdo del oriolano.
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Luis Rosales
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Luis es uno de los grandes. Uno de los grandes poetas de la España del siglo XX. Aunque solamente sea por haber escrito la maravilla de “La casa encendida”, allá por 1949. Pero sobre todo por la personalidad de su voz. Un surrealismo de timbre humano y una construcción del verso personalísima han hecho de su voz un referente para la poesía en lengua española. Los accidentes de la muerte de Lorca y de su posición política tras la contienda en nada enturbian su enorme valor poético. En junio, el centro cultural que lleva el nombre de su libro, “La casa encendida”, le dedicó un homenaje con una multitudinaria lectura poética del texto. Y hoy, 16 de Diciembre, la revista “La hoja azul en blanco”, editada por Verbo Azul, hace público en Alcorcón el número homenaje que le dedica y en el que colaboran numerosos poetas madrileños. La poesía de Luis Rosales tiene su lugar asegurado, por encima de olas y modas.
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Màrius Torres
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Poeta leridano. 1910-1942. Las mismas fechas, la misma tuberculosis que Miguel. Murió inédito y solo, aunque no sin cuidados, en una clínica de montaña. Su familia, burguesa y republicana, estaba por entonces en el exilio. En 1947 aparecen en México sus Poesies, con 96 poemas de los casi doscientos que escribió en su vida. Poeta en catalán, el ámbito de su conocimiento ha pasado de la Lérida natal a Cataluña y poco a poco a España. Hay una edición antológica y bilingüe de DVD, reciente y aceptable y otra de su obra completa por Milenium. La Revistatlántica, gaditana, que dirige José Ramón Ripoll, le ha dedicado un monográfico, que con escaso público se presentó ayer, 15 de diciembre, en la Biblioteca Nacional. Poesía rigurosa, música de la soledad, de la serenidad en la derrota, de la aceptación.
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Por menos conocido, ofrecemos este poema de Màrius, en traducción de Alfonso Alegre Heitzmann

Dulce ángel de la muerte, si has de venir, mejor
que sea ahora.
Ahora ya no temo tu beso helado,
y una voz me llama en la tiniebla clara
de más allá del vado.

Del sufrimiento pasado tengo el alma madura
para bien morir.
Todo aquello que he amado solamente perdura
en mi corazón como una prenda de ayer,
fría de tan pura.

Del limo de esta tierra, empapada de lágrimas
mi anhelo me separa.
Morir debe ser bello, dejarse sin esfuerzo
llevar por una nave sin remos, timón, velas,
¡ni lastre de recuerdos!

Y todo mi futuro sembrado está de sal!
Me da pereza vivir aún mañana...
Más que el dolor sufrido me hace daño
el dolor que aún me espera,
aquel que se prepara.

Y casi ofrecería, por morir ahora
-¡morir para siempre!- mi alma inmortal.
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lunes, 13 de diciembre de 2010

Un poema: Como la playa...

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Como la playa ociosa
a final de septiembre, allí
donde la luz asume
que su vigor caduca
ajeno a la existencia de los otros,
así contempla el hombre
mansa y leve su mano, la herramienta
con la que atesorara
el esplendor azul de cada instante.
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sábado, 11 de diciembre de 2010

"El Juramento de la pista de frontón". Presentación del Ashbery de Julio Mas

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La poesía española vive en el atraso de creer que el poeta debe creer a las palabras, en las palabras. Ahora veo más claro: son las palabras las que deben creer a los poetas, fiarse de los poetas, que no lo hacen. De ahí la tiritera. Ashbery dijo -o no dijo- que la palabra es su pincel abstracto. No se fían, no le fían, está claro. Por eso Ashbery escribe de cuanto falta, habla con ausencia de dibujo ¿Pollock?, sonoriza lo que de ritmo tiene la violenta luz ¿Rothko? Lo pensaba la tarde del jueves 9 oyendo a cuatro voluntarios -JCMestre, ACéspedes, VanesaPS y GGrande- beberse en público el credo oral que les habían fríamente ofrecido. Bien cierto que cada uno con distinta fe, como veremos.

Todo porque Emilio Torné, el editor de los últimos premios nacionales, dijo sí a cierta propuesta. Él es un hombre con sentido del humor. Quedó claro. Otro sentido, el púnico del negocio, le dicta que lo único rentable es la poesía traducida (la otra, la de andar por casa, precisa de ministerios, diputaciones, ayuntamientos, obras completas, poetas septuagenarios y precios prohibitivos). Ashbery vende: acepto tu propuesta, Julio Mas. Julio es todo voluntad alargada, inteligencia capaz, amor anglosajón. Pepsi, Coca, Sexton, Ashbery. Tal el trayecto del ómnibus donde viaja. Y de donde parece decidido a no apearse. ¿Qué paisaje deparará la ventanilla a su próxima mirada?

En la sala del CírculoBA, 46 personas y dos máscaras (Alejandro tras una) escuchaban a las tres que llenaban la mesa. “The tennis court oath”, 1962 -las palabras tienen que creer, tienen que creernos- ha sido vertido al español. Ya habla. El milagro de Julio Mas. Calambur arriesga. Entre los 48, uno por cada año que tiene el original, multitud de vitruvios huérfanos de jefe. Ya estuvieron hace dos años en el Ateneo besando una sombra, bebiendo la perfo del monólogo de Sexton. Dos años de “Vive o muere” y lo físico de aquel milagro no vive ya en sitio alguno. Ahora se trataba de escuchar a los invitados. Subieron a leer, a beber las versiones, primero JCMestre, un sorbo de luz grave e inicial, cristalera extravagante de la estación de Atocha, el famoso poema esquina, dijeron, donde cambia su sentido la poesía universal del siglo XX, VanesaPS fue vértigo no vencido, GGrande, voz en sombra ovalada, y ACéspedes, drama pautado: “Nuestra juventud de ladrillos ¿quién la construyó?”

El ladrillo se ha ido de páginas, tanto como de título: “El juramento de la pista de frontón”. De la sala de pelota enseñaban en el insti, cuando lo de Mirabeau y su estado llano. John, niño de Auden, estaba entonces, 1962, en París, junto a Celan consagrado. Torné dijo que el libro exigía la sorpresa de su extensión. Hay un prólogo (que aún no he leído) extenso y documentado de Julio, su entrevista al genio, después el texto, luego notas, notas, notas… que no explican – faltaría mayor atentado – lo inexplicable, sino que contextúan, sitúan – dijo – los poemas. Y un añadido alimentario, una refacción: Jordi Doce, que pasaba por allí, o fue llamado, y es alguien en esto de lo anglo, cubre el epílogo. Cuestión de contrapeso. Que aprenda Cátedra.

Muy serio, Julio informó de sus contactos con los 83 años de Ashbery, agradeció la previa de El Cultural, y enmarcó con referentes el antes y el después. Hubo voz grabada del americano, no imágenes en directo como estaba previsto: se encuentra hospitalizado (nada que ver con que el libro se vendiera a 22 euros). Una magnífica edición para la tercera traducción por Julio Mas de poetas americanos. Todo perfecto.

“Mi obra se sostiene sobre una improvisación interminable”, dicen que dijo Ashbery. Lo dicho. No hay solución. No somos -por fin entiendo su vivencia- creíbles a las palabras. Vivir en filo, en su filo, es escribir.



Rosas blancas


La peor parte de todo,
la luz blanca del sol sobre el suelo pulido,
se pone en marcha
y entonces la ventana se cerró
y la noche termina y comienza de nuevo.
Su rostro se torna verde, sus ojos son verdes.

En el rincón oscuro suena «The Stars and Stripes Forever».
Trato de describir para ti,
pero no quieres escuchar, eres como el cisne.
No hay estrellas allí,
no hay barras,
sino el bastón de un ciego hurgando, por muy torpemente
que lo haga, en los rincones más íntimos de la casa.
¡Nada puede ser dañado! ¡Noche y día están comenzando
de nuevo!
Así que aparta el libro,
las flores que guardabas para dar a alguien:
sólo la espuma blanca y colosal de la calle tiene alguna importancia,
las nuevas flores blancas que comienzan a brotar ahora.
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jueves, 2 de diciembre de 2010

Aarón, con dos aes, García Peña

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Aarón García Peña se morirá en Menorca, a los 84 años, si no lo ha hecho en Oslo un año antes, en cualquier día del próximo 2062. No sé si para entonces recordará que a sus 30 era director del departamento de comunicación digital de la AEAE, profesor de la Escuela de Escritores, director de la Revista Digital “Poesía y Manta” y miembro del jurado del “Certamen de teatro abierto de Hortaleza”; si añorará que en 2010 dedicaba su tiempo a la escritura y la divulgación cultural, a la declamación y a las conferencias. Nadie sabe lo que la vida puede reservarle, reservarnos.

Estuve, a medias, en su lectura del pasado 30 de noviembre en la tertulia de los Montesinos. Inaugural para él y emocionada. La sala casi llena. Buen ambiente. Enrique Gracia Trinidad, su confesado amigo y tutor inicial en el mundo de la poesía, lo presentó con la afabilidad y las maneras en él características; es decir, centrado en su biografía personal, evitó hablar de la poesía del presentado. Por él supe de los múltiples afanes y oficios que Aarón ha ido abandonando en su corta existencia. Hizo enumeración de las cosas que ha dejado. La poesía, dijo, no la ha dejado. Tal vez no pueda, tal vez no quiera. Y en ello está.

Estuve a medias, porque cuando Aarón terminaba el exordio obligado de los agradecimientos, una complicación me obligó a abandonar la sala. No sin antes escuchar que, si todo iba bien, al final anunciaría un proyecto literario al que pensaba dedicar toda su vida futura. Sólo pude regresar para escuchar el último poema. Audición interrupta la mía. Yo que llegaba con la intención de conocer en su voz a quien tanto me sonaba. Pero no defraudó el coloquio. Alguien preguntó por la entidad del proyecto anunciado. Como todo fue bien, Aarón cedió. Confesó que es España el tema que le obsede, que necesita explicársela, explicarla. Que irá por partes, que precisa su tiempo y que tendrá diversas formas, pero ya está escrito el poema-prólogo.

Otra pregunta solicitó la opinión de la mesa, EGT y Aarón, sobre el panorama poético actual. EGT, rápido, se reafirmó en lo escrito (que mis lectores conocen). Aarón proclamó la inútil influencia de la poesía actual española, su falta de presencia pública, debido sobre todo a la vagancia de los poetas, a su falta de compromiso con el lenguaje, a la ausencia de ambición, de exigencia y rigor en su obra. Dicho todo muy serio. Alguien gimió, elevó su queja suave, pidió el modelo. Hubo murmullo. Un aire tibio bañó la sala. Otro alguien buscó seculares culpas en los planes de estudios – el Ministerio de Educación lo aguanta todo- por no enseñar en las escuelas pausa versal y pareados. Inenarrable. Un conato de reto hirió los aires. Luego paz. El cierre fue la lectura del poema-prólogo a todo lo que Hispania provocará.

El bar estuvo alegre. Noté la ausencia de Porta. La turbación de Santiago Tena tras el gemido. La excitación de Juana Vázquez contando que corrige la tercera galerada, eso dijo, de un nuevo libro, en estos tiempos de pedeefes. Julio Santiago marchó pronto, pensentaba en Libertad al día siguiente. Hablé un instante con Aarón. Me dedicó su libro “Dios y su cómplices”. España y Dios ¿no era éste el mundo de Blas de Otero? Le advertí que es de mayor utilidad las reflexiones compartidas que las admoniciones; me previno de la inutilidad de los premios literarios para hacer valer la poesía que uno escribe. Tomé el compromiso de intercambiar el cromo.

“Dios y sus cómplices”. Poesía rotunda, piedra tallada. Resquicio escaso para el aire y la duda. La conciencia del hombre que niega lo revelado. El sermón viceversa. Los poemas no hablan de Dios, ni a Dios siquiera, hablan del hombre agarrotado por Su idea. Búsqueda de modelos, esbozos de ironía. Hallazgo de pasos. Afirmaciones. Dislocaciones: las tres eucaristías son tres sextinas. ¿Obsesión por la rima? Hay liras. Sí, liras. Encadenados tercetos que Le explican (a Dios). Cristo y la Magdalena, una pasión narrada por sonetos. Obsesión por las formas clásicas como vehículo. Conozco otro poeta que camina con esa fe, con ese útil, por el sendero. Todas las veredas llegan.

Os dejo esta contradefinición de Dios. Pertenece al capítulo “Dios se confiesa”
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Contradefinición


Ojos con fe desanimada.
Balcón para mirar a un río
usar de cauce mi mirada.

Soy todo aquello que no es mío.
Camino como el Dios supuesto
ocultamente en el vacío.

Alojo dudas en el cesto
de cuantos no me dan reposo
impropios de mi presupuesto.

Oigo la luz y la desposo
sin que la sombra dé permiso.
En el altar nunca hay reposo.

Nupcias sin mucho compromiso.
Tumba ocupada y sin olores.
Ola en un mar que siempre es liso.

Doy mi consejo a los errores
anchos, a las virtudes cojas
si se enemistan con mis flores.

Limpio el otoño de mis hojas
al mismo tiempo que me trago
sin compartir las venas flojas.

Comparto con el tiempo el trago
aquel que tenga más sustancia,
menos sabor a muerto vago.

Padre muy falto de lactancia.
Arbitro inútil sin objeto.
Nada de mí tenéis constancia.

A veces sólo me estoy quieto
si me utilizan como excusa.
Dios, como Dios, no me interpreto.
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Aarón García Peña en el sillón central de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles