sábado, 31 de octubre de 2020

Consejo de Redacción de noviembre: El cristal

 





Otra vez reunidos y virtuales. No cesa el escozor de los contagios, la extensión de la sospecha. Añadan los dolores taifas de nuestros territorios. Tengan muy presentes las retrasmisiones virtuales de lecturas y presentaciones. La nueva anormalidad, dicen sin sonrojo. Invitados al zoom. ¿Vivimos en zoom? Vivimos perimetrados y en queda, diagnosticados por ignorantes de buena intención y de distintos tonos. ¿Alguien sabe qué hacer? Vivimos solos, sólo la red nos atiende. Aunque no nos entienda en su infinito guirigay. En el Consejo de hoy nadie quiere hablar en, por, tras la pantalla.  Si se cierran los bares, nosotros también, no somos menos, dice disparando el redactor colmillo y sus escasas ganas. Siguen apareciendo libros, excelentes y como fantasmas que se ofrecen al envío. Algunos van llegando, ¿qué hago con ellos?, pregunta el novato que hoy tiene amplio el turno. La becaria muestra algunas portadas. Estos que veis, dice acercando antes de volver a un mustio silencio que incluso ella se desconocía. Es entonces cuando el Jefe, vista la oposición en abulia, saca el papelito y lee:

Entre aquello que se desea decir y el decir que producimos hay siempre un cristal purísimo y grueso. Cristal al que curiosamente atraviesa sin mancha el cuerpo de las palabras, pero no (todo) el espíritu alado de las palabras. La fatalidad primitiva del lenguaje es tener que acomodarse a cápsulas de sonidos y significados ya establecidas. Al poeta le es concedida la capacidad de sugerir nuevas oportunidades, nuevos vuelos y horizontes, pero (casi) nunca alcanza la conciencia de si estos atrevimientos han sido hábiles y han podido atravesar el cristal invisible y cierto que separa el pensamiento pálpito del papel. Reconoce que ese es su oficio, el de saber balbuciendo, porque advierte que la limpidez de la idea, de la emoción, se ve embarrada de inmediato cuando se intenta hablar de ella, escribirla. Lavar, limpiar, secar se convierten entonces en el primer y único oficio. Es necesario vivir esa tensión, en esa tensión. Y luego está el tiempo, el imposible presente, ese devenir que duda entre ofrecer el deterioro de los intentos o permitir la belleza entre sus ruinas. Buscar estrategias con que atravesar sin excesivos daños, desaliños o mutilaciones el cristal que separa es la cuestión que nos afecta. Misión inexistente para los que desconocen que tal muro transparente se alza. Y misión perenne para los que buscan el concilio entre ambos lados, lo permeable. El poeta, digo el poeta, no halla sosiego en la lid, y hay ocasiones en la que le parece obtener pequeñas victorias. Le parece.

jueves, 22 de octubre de 2020

Un poema: ¿Nace la poesía de lo triste?

 















Una noche de octubre envenenado
te nació la pregunta: ¿Nace
la poesía cierta de lo triste?
 
Contempla –respondí­­–
en el cuadro de Frida los dos ojos
que la vida
puso en su falda luego
de habérselos sacado,
respira de seguido
y hondo el lienzo,
notarás que su cuerpo aún despide
silencio y los aromas del limón
 
tal pretende
el acto del poema frente al mundo
 
escribir
un poema es callar, vivir de lo que vimos
y no vemos,
poner fin a los ruidos que no importan,
no hablar para los otros,
no hablar, sino
dejar que las palabras 
que fueron tuyas te abandonen
 
no es lo triste,
es el instante exacto en que invertimos
el espejo y el alma en que se mira.
 

 


domingo, 18 de octubre de 2020

En 100 palabras / 5 / Dice Muñoz Molina / (Babelia 17/10)

 






 

A Louise Glück empecé a leerla entonces… (1993), me gusta mucho Averno  En la poesía americana contemporánea la lección de naturalidad fue mucho más poderosa, porque no me parecía haber escuchado algo semejante en mi idioma. Era una poesía muchos menos encerrada en el yo neurótico, más abierta a la vida y a la lengua de todos los días y a la naturaleza, sin hermetismos o amaneramientos retóricos, y al mismo tiempo sin rastro de vulgaridad ni de negligencia expresiva, y muchas veces con un nervio de protesta política social, de vindicación ecológica, de celebración del trabajo con las manos.

jueves, 15 de octubre de 2020

En 100 palabras / 4 / Louise, Nobel

 







No había leído a Louise Glück. Llevo días de atracón (todavía en las redes). No es poeta confesional como tildan algunos. Su yo transciende, busca el tú íntimo y universal. Habla de lo que importa. De lo débil del ser humano, del amor como arquitectura y techo. De lo radical de ser mujer. Del deseo. Como nuestra Juana Castro. Nada de mostrar heridas para hallar compasión o atraer incautos en el ferial. No es preciso sajar un cuerpo que mana. Mis parapetos ante la poesía traducida, mal traducida, me depararon esta carencia. Y el pecado de no haberla leído antes.


lunes, 12 de octubre de 2020

La actualidad de José Luis Morante



 


           Reconozco que para mí, José Luis Morante siempre está de actualidad, en este caso acentuada. Y lo está porque su atención a lo que sucede en el mundo de la poesía es permanente, curiosa y eficaz. Y lo está porque su afán creador permanece excitado. Es además un grandísimo divulgador, un consciente oteador y propagador de los vientos más nuevos de la poesía española. Digo también que para mi persona ha sido un acicate la amistad casi reciente con el poeta, con el profesor de Rivas. Amistad cercana y fértil. Vienen al caso estas palabras porque estoy con dos libros suyos sobre la mesa. Uno que habla de su mirada exterior y otro de la llamada interior. Atraído desde hace unos años por las formas cortas, por las fugacidades próximas, cultiva las estructuras del haiku y el aforismo como recipientes del fulgor poético. Varios libros, y recientes, dan testimonio. En las presentaciones de algunos tuve la fortuna de acompañarle. Y sus haikus han visitado Mientras la luz como invitado. Añadan a ello su perenne atracción por lo que le acude significativo de sus alrededores. Son legendarias sus aproximaciones, en Cátedra, a la obra de tres poetas claros: Margarit, García Montero y Rosillo. También su búsqueda de poetas jóvenes que vehiculen el milenio. O el abrir las páginas de su blog a compañeros que transitan por senderos que le son queridos o viven cerca de sus afectos. Todo ello sin abandonar su obra creativa, aunque tengo la impresión de que la mantiene agitada, pero en stand-by, permítaseme el oxímoron.

        Junto a José Luis Trullo y Manuel Neila, José Luis Morante aboma y vigila la producción aforistica española, Dios se lo pague. Ahora, aprovechando la encomiable voluntad editorial de José Mª Cumbreño, ha aparecido en Liliputienses la antología 11 aforistas a contrapié en la que, tras una selección personalísima, se ocupa en diseccionar –qué magnífico prólogo lleno de sabiduría analítica, y qué precisión de vocabulario– la obra de 11 poetas que han caído en la tentación minimalista. Es difícil el aforismo, quiero decir el buen aforismo, sofocado como está por las zarzas de las ocurrencias, de los juegos del lenguaje, de lo ya dicho, de la boutade inane, de… pero es preciso ponerle la atención a un fenómeno que tiene cada más más cultivadores y con mejores frutos. Me he sentido muy cómodo leyendo los que se ofrecen de Mario Pérez Antolín y subrayando algunos, otros, muchos de diversos autores: Comendador, Iribarren, Elías Moro, Felix Trull, AP Cañamares, JM Cumbreño, LA Guichard, JA Olmedo, R Troncoso y S Nuño. Y he disfrutado y aprendido leyendo la introducción en donde, y aprovecho sus palabras, se crean vínculos con la claridad. Qué difícil ser a la vez buen crítico y buen poeta. Qué reto establecer un diálogo entre ambos afanes. Y qué fácil lo hace José Luis. Tal vez porque acompaña y facilita.

 

          Otra realidad, la llamada interior, que a veces parece confundida y tímida entre la fronda de tanto dedicarse a los otros, es la que se contiene en Ahora que es tarde. Son 160 página de La Garúa que contienen su selección personal de 30 años de poesía. Desde aquel Rotonda con estatuas de 1990 hasta los inéditos de 2020. El discurso poético de JL Morante está teñido de emoción intelectual, las provocaciones deben atravesar el tamiz de la idea para poder plasmarse en el poema. Hay una elaboración cuidadísima para que se muestre tan sólo la esencia de lo que se pretende, pocas veces estorbadas por  las anécdotas o los detalles, que cuando aparecen forman parte indispensables de la historia. Leo y veo tras los poemas al hombre que escribe y se escucha, al hombre que no entiende de equilibrios ni justificaciones, al hombre que busca y mira el azar del paisaje que fluye, que es de la Vida a la vez que el de la Naturaleza. Tal vez por eso la cámara, si lo fotografía, le sorprende casi siempre de espaldas a lo andado. Amigo intenso de tantos poetas reconocidos, ha elegido a Antonio Jiménez Millán para el prólogo. Y ha acertado. Se señala en él su anclaje en la mejor tradición de poesía española de la segunda mitad del XX, su búsqueda permanente del otro, del azar del otro que le habita y al que es difícil sosegar. Y la metáfora continuada de la marcha, tan presente en su vida como en los poemas. Siempre a la espera, sabedor de que el futuro no ha terminado, nos ofrece 11 poemas de su meditado próximo libro, Nadar en seco, en donde lo enjuto del lenguaje hace más patente la presencia vigorosa del tiempo, la necesidad de acordar con lo vivido si el trayecto ha merecido la pena. Y cómo. Y cuánto. Termina el libro con un poema ensayo de autobiografía –desde el guiño a Gil de Biedma– que resume ávidamente lo que el arte y la vida se juegan en la entraña del que escribe. Del poeta que escribe. De José Luis Morante.

_______________

Don Juan

La vida imita al arte

Ocar Wilde

 

Un día de pasión no es más que un resto,
una filosa esquirla
que la tarde enmohece.
La realidad futura se convierte
en solar insalubre:
un mercadillo antiguo
en el que trapichean los recuerdos.
 
Cuando no queda nada,
respirar es el modo de esparcir las cenizas.
 
El reguero biográfico malvive
en su estiaje; se cansa y aborrece.
Aquí la vida desconoce el arte.
 

(Del libro futuro Nadar en seco)

_______________

 Estrategia

 

Mantengo una estarategia rigurosa 

que supone continuo aprendizaje, 

con ella maduré tu encarnadura, 

hice de tus espejos refugio protector. 

De pronto la vigilia 

impone su aspereza. 

Te desgajas de mí, 

adquieres vida propia 

y encaminas afanes a otro sueño. 

No pongo en entredicho 

tu postura 

ni te,pido consuelo. 

Pero es larga la noche 

y habito un caserón destartalado, 

sin salidas de urgencia.


(De La noche en blanco)


jueves, 8 de octubre de 2020

Un poema: Antavianas

 


Las palabras
que al sol del mediodía
ordenadas tendí, por si un poema, 
ya no están en su sitio;
antavianas silvestres, huyeron al crepúsculo,
amigas como son de la penumbra.
 
Triscan
por el patio en revuelo,
nada temen, se besan con las tórtolas,
hacen corros, escalan el ciprés,
si no es viento no quieren nada suyo,
cuando me ven se burlan.
 
Paticojas,
algunas no irán lejos, sé que son
rebeldía castrada, otras no volverán
al papel del palacio que intenté construirles,
y saltarán la tapia, las conozco,
son ellas las que eligen, las que buscan.

F. Caro 

domingo, 4 de octubre de 2020

En 100 palabras / 3 / Fernando J. Carretero

 










 
Caminando por octubre
"El cuaderno iluminado” del poeta 
Fernando José Carretero

 
 
Cobre sucio la tarde mientra llega
  lo dudoso, lo exangüe; tiene octubre
  el cielo de cerámica sumisa,
rocas malvas y aldeas de carmines.
 
Hay dos perros que ladran su indolencia
  a una luz que se enturbia, los azogues
  de un aire verdecido me devuelven
hasta un Cuaderno dulce mar de mostos.
 
Paseo los caminos, yunque y plata
  el verso de Fernando, sangran, suenan
en fraguas de papel las amatistas.
 
Por el tibio rubén de los maizales
  los ocasos de espumas carmesíes,
de esmalte voz la poesía suya.


                                                                                               (Foto: Xosé Luis Alonso)