sábado, 29 de junio de 2013

Intención de estío






Por lo visto, por lo oído. 

Es preciso respetar, y tal vez alentar, la existencias de lugares techados en donde se perfeccionen técnicas y destrezas en la versificación. Los oficios requieren de aprendizaje, desarrollo de habilidades. Como así mismo es aceptable, para nuestro común, el viento por el ágora que suponen las gnomos editoriales, los subalternos blog, las cofradías y los cenáculos, las opiniones ágrafas, aquello que esparce feisbuk. Todo deviene en fraternidad plural. Es más deseable, sano incluso, el riesgo de que vuelva la crítica y que cese la loa tributaria. Sin embargo, no es tan evidente la necesidad de animar a la construcción de poemas. Su abundancia no es en sí misma un bien. Tan útil para nuestra república es la diligencia en algunos poetas como la pereza en otros. También por omisión – sugiere Caballero Bonald- se escriben libros. Y salen buenos. Piénsenlo y dense al ocio. No carguen, carguemos, la sentina. Buen verano.



miércoles, 26 de junio de 2013

Todo lo que comienza tiene final.


Pedro A. y Antolín
Fotografía Cristina HD
      No tuvo la originalidad ni la marcha que se pretendía. Los amigos de Antolín Amador habían preparado, para el 21 viernes, una buena partida: músicos, pintores, artistas del vídeo. Hubo veto. La cara que pongo cuando llueve se presentó en el café Comercial cerrando el ciclo de Vitruvio. Al modo tradicional, con formas repetidas. Poemario de negra cubierta y explosivo relleno. Buen fin de temporada. Lenguaje que vive entre el desenfado y la provocación. Él y ella. Dos que se necesitan para levantarse juntos. A veces para olvidarse, a veces para volver al duelo. Poesía enemiga del paréntesis, agitada y amiga del regate a lo trascendente, del juego de muñeca, preocupada con la música que acomoda a cada manera de conocer el sexo. ¿La lluvia? ¿La cara que nos deja? Leves pretextos, músicas, ingles en donde escuchar el mundo. Algo de esto, o casi, dijo Pedro A. González Moreno en un derroche de presentación. Que desbordó por su reconocido saber leer. O por su mejor contar. Gustó muchísimo la americana azul verano de Antolín, tan dado a no usarla. Primera sorpresa. La segunda, la presencia de Nieves Fernández, poeta manchega, que vino porque sí, para estar y ver a los amigos. Sin remedio, así es Madrid, hubo que calmar ambas novedades con amplios y variados largos de cerveza. También hubo tiempo para preparar, comme il faut, una nueva presentación. Sin lastres. Pero en Julio.  

Gónzalez Ortega y Davina Pazos
Fotografía: García Sánchez
 



    Siempre hay un antes, siempre un después.  Antes, la lectura pausadísima de  José María González Ortega en la Casa de La Mancha, martes 18, de su poesía enamorada y vocativa, flanqueado por las voces de Davina Pazos y de Marina González.
Y después, y como entendido acabarse, la visita a EspacioReina37, un lugar habilitado además, con inteligencia y sensibilidad, para la poesía. Allí, el 25 martes, y con gran alborozo, estaba de público Isabel Miguel, hermana de Mientras la luz en brindar compañía y escucha a quienes tanto leen. Sabe mucho esta soriana de las corrientes poéticas y sus rostros.
Luz Pichel
Muy cerquita, Lidia López, nueva estrella emergente en el mundo editorial. Llena de proyecto y de realidades cuando todo el mundo parece estar con la lengua fuera. Su recién editorial. Lastura, tan castellana como gallega, ha editado ya los Desvanes mínimos de Isabel Miguel en edición bilingüe. Y 18 poemas, antología de Ángel Guinda. Sin descanso, desafiando al sol de Ocaña, prepara textos nuevos del aragonés y de Luz Pichel. Que leía. Porque esa era la causa de estar en Reina, porque fuimos a oír de nuevo a Luz Pichel. A renovar la impresión que nos dio en su lectura del Matadero hace unos meses. Estuvo felicísima. Sus poemas calan tanto como su decir. Por allí estaban Nuria Ruiz de Viñaspre y Julio Santiago, valedor desde el principio de este bajo derecha de la calle Reina 37, donde se lee parapetado, protegido, tras una cómoda de nogal.

Y fin de cronicar por esta temporada. De verdad, así de abrupto, pero fin. Que fin.     

lunes, 24 de junio de 2013

La hora del cierre. Un poema de Eugenio Arce

     

Tiene la poesía de  Eugenio Arce Lérida una tentación moral. Un tono que la inclina hacia la reflexión melancólica sobre actos y actitudes. En sus palabras habita una confianza segura en que la poesía es utensilio de belleza tanto como de conciencia.  De la conciencia que busca la luminosidad en la virtud. Y en la crítica.. No hay pizca de amargura cuando el verso detecta la feble voluntad de los humanos, sino que su respuesta lírica es persistir en voluntad. Cuidadoso hasta el extremo en la elaboración de sus poemas, tiende hacia una poesía útil, de claridad.. Su buen hacer procura que ni la elipsis excesiva, ni el fragor emotivo, ni el barro de la acumulación oculten la eficiencia del lenguaje, su inmediatez y economía. Su sentido musical.

     Eugenio es manchego, poeta y narrador. También amigo. Vive en Ciudad Real, donde es responsable actualmente del grupo Guadiana de poesía, de sus actos y tertulias. Como poeta tiene publicados Yunque de luz herida (BAM 1996) e Interna geografía (GL Guadiana 2001). A los que durante el pasado año se le ha añadido Siempre será mañana, editado en Campeche, México, por la Casa Maya de la Poesía.
De esta última entrega, el poema que ofrecemos.     

La hora del cierre

El bar está a apunto de cerrar.
Un camarero barre
papeles y fantasmas.
Son restos de naufragios
y de celebraciones.
El impulso del tiempo
desaloja el local.
Todos corrieron hacia su destino
apartando la niebla con sus manos.
Aquí convivieron, por un momento,
las simas de los sueños,
el halo de las cúspides
y el espacio desnudo
de la resignación.
En esta tibia atmósfera aún flotan
verdades y mentiras
unidas por los lazos no verbales
de toda representación teatral.
Ya el bar cerró sus puertas
y un manto de silencio 
nos va borrando a todos.

jueves, 20 de junio de 2013

Melocotones. Un poema de Manuel Juliá





Por muchas causas. Porque Hiperión le abrió sus puertas, tan cerradas para todo aquello que no sea libro premiado o traducción. Por las críticas recibidas del profesor Morales Barba, del intuitivo Ramón Tamames, del solitario Dionisio Cañas (en El Mundo). Porque recién ha presentado su libro en La Central del Raval (Barcelona) de la mano de Corredor Matheos. Porque me habló con entusiasmo de la poesía de Dorothy Parker momentos antes de ofrecer su voz a Lur Sotuela. Porque su labor como gestor no puede cegar su mena de hacer poético. Ni debe. Porque El sueño de la muerte es su mejor libro, el más arraigado con sus orígenes, con los puentes de niebla que supone atravesar la vida. Por atreverse a soñar la muerte tras tanto visto, tras tanta ausencia llamando. Por un verso que escapa del corsé de lo castizo. Por beber de los mejores aires de la mejor poesía anglosajona sin olvidar la emoción. Por usar sabiamente el adjetivo. Por muchas causas, este poema de Manuel Juliá (Puertollano, 1954) que titula Melocotones. 


MELOCOTONES

Hoy estoy triste, quizás no pueda subir en este momento
a través de las calles sin luces
a las primeras lluvias del colegio,
estoy triste porque escondo en los sueños
de una habitación quieta en el papel amarillo
una imagen que está sola, velando
los recuerdos que aún no la abandonan,

y por eso no puedo hacer otra cosa que pensar en ti
mientras llevo un albaricoque a mis labios
como si tuviera sangre, y cuando lo muerdo
pienso que estás enfrente, que me lo arrebatas,
que con una inmensa dulzura lo desnudas
para que pueda consumir su carne
con el olor de tus dedos,

estoy triste porque hay una soledad
en el vestíbulo magullado, una soledad sin alma,
algo parecido al silencio de la ropa sucia,

y un álbum que se abre y una ventana que se cierra,
una inmensa piedad herida en cada una
de las fotografías que observas callada
meciéndote en el sillón,

la casa derrumbada es un mundo recién vivo
que tiene tu ternura y tus ojos pequeños,
tu alma de pan blando, de vino dulce,
tus labios delgados dentro de una manta
alrededor de mi congoja interminable, madre,

hoy estoy triste porque vuelve a salir el sol
sobre el mundo aunque ya no haya mundo
y tu mirada en el comedor
observa como recojo mis juguetes, siguen vivos,

y los árboles siguen moviéndose
en una llamada de auxilio imperecedera
y no encuentro tus brazos, el sol y el viento
siguen su viaje por la bruma buscando
palabras viejas para dormirse en ellas.

lunes, 17 de junio de 2013

Junio feliz


Miércoles

Davina Pazos
Fotografía de Maxi Rey
    

 Davina Pazos,  melodioso albor de pantera, hizo una lectura íntima, recogida, casi extraña para su furor. Colmillos sosegados en matiz. Silbo entre dientes que subrayaban el fuego. No leyó, dijo. Con saliva de acero y miel, dijo. Fue el miércoles 12 en el blancor subterráneo de Galileo 52, lugar donde se fabrican libros bellísimos que apenas se venden en España. Éramos 12. Dijo poemas de la tierra usurpada que es la muerte cuando vuelve al amor desde el amor. De su próximo Voces. Dijo poemas de ese enigma en pedazos que es el deseo cuando Tánatos araña. Una lectura exacta, sazonada, porque así lo quiso, con una copa de vino mientras. Davina Pazos es un enigma agreste, bosque de océanos, voz que como mano tienta. Qué belleza ser pocos cuando es tanta la hermosura. Aquí está el video.


María Jesús Fuentes en Velintonia
Fotografía de MC Barri
Jueves    

 María Jesús Fuentes es vándala voraz y ajena. Vive entre mares. Desde el azul de Ceuta vino hasta la arcilla vidriada de Pepa Nieto. Al sofoco que llaman meseta. Algo dijo de ella Miguel Losada para presentar su lectura en Arco Poético. Algo dijo ella de sí. Luego, su poesía tiene cien vientos, mil ventanas, corceles de lumbres que atraviesan. Intuye, mira, resuelve. Hay en ella una rebelde serenidad que las formas no sujetan. Todo estalla porque le estalla. Vándala dispuesta a no callar. Poemas donde el coraje sabe del hambre y la misericordia, del dolor, donde la voz ignora los pronombres. Poemas imposibles para conciencias acomodadas. Dijo ser malagueña y en Ceuta feliz. Leyó con sal de ida y vuelta, sujetando el acento. Rompe mapas cuando el grito le urge. Y deja que lo poemas supuren. Digan. Estuvimos allí el jueves 13, por eso sabemos. No fuimos demasiados, pero sí José Cereijo, Carmen Jodra, Marga Clark, Jesús del Real, Milagros Salvador o Jesús Munárriz, entre otros..   

Viernes

Luis Rosales Fouz
Fotografía MC Barri

   Alegría y tristeza. Emoción y elegancia también en el patio de Velintonia 3, bajo el cedro que plantara Vicente en 1926. Con fondo de luz encendida, de casa iluminada. Unos 20 lectores se turnaron para dar voz al texto más conocido de Luis Rosales. La Casa encendida. Comenzó la lectura su hijo, Luis Rosales Fouz y la concluyó Alejandro Sanz con aquello de Gracias, Señor, la casa está encendida. Algo de música.en la noche serena para las 150 personas que llenaban el patio. Y algo de tono reivindicativo. Estuvo Telecinco para reforzarlo y estuvo Mientraz la luz con amplia representación. Hubo ambiente generoso y cuidado estilo. Al finalizar Alejandro Sanz, presidente de la Fundación Vicente Aleixandre comentó para los asistentes el recorrido por las habitaciones del abandono. Estuvieron Pureza Canelo y Elena Diego, de la Fundación Gerardo Diego que soportó económicamente el acto. Y Maxi Rey grabándolo. 
La batalla continúa. ¿Vendemos? ¿Compramos? La que fue Casa de la Poesía se ofrece a la venta para seguir siéndolo. ¿Por qué no se vende? ¿Por qué no se compra? Un drama su estado. Eduardo Merino y Carmen Bermejo, incorregibles y acalorados, seguían discutiéndolo a las 3,34 AM. Les digo: no se venderá. Habrá más actos. Para nuestro bien.


Inserción solicitada

Tuvo que ir el jefe, tuvo que ver para creer: Juan Carlos Suñén, sombrero, abrigo y jersey negro, 13 de junio, cerró el ciclo Favorables: 32 grados, el sol era un gentío azotando las ventanas del torreón de Cibeles. Ciclo bien diseñado y de escaso público. Incluso con Juan Carlos Mestre, nuestro celta bardo, que cerró. A duras penas el segundo JC sorteó el Derby de Epsom que supone la biografía dialogada que el primer JC ofrece de aperitivo. Advertido, no cabe duda, hizo cuanto pudo para no ser descortés ni mostrar sumisión.  Leyó cuando le fue consentido, posible. Dejó, dicen,  a los que oían, escaso número, en el deseo. Hubo acordeón final para el cavalo morto y el sastre de las mariposas. Suñén y su gin-tónic degustado en público prometen volver el próximo curso. Contaremos.    

domingo, 9 de junio de 2013

Topo enviciado

Si no fuera, mujer,

un simple amanuense
que roza sin objeto y roe

sino topo enviciado
que escarbara con viejo lapicero,
o con pantalla táctil
y arrancase la greda a las entrañas
del papel,
el hambre a las arcillas
o el temblor al silicio amaestrado

o fuera la obsesión
de esos obreros,
los que a las ocho vuelven,
sí,
los que tallan el túnel como recta,
como si fuera un verso,
sólo porque conozca
la luz el corazón de los granitos...





viernes, 7 de junio de 2013

Ángel Guinda vence al vecino incómodo



Otra vez tarde. Esta vez demasiado. ¿Dónde es lo de Ángel Guinda? En el salón, dijo uno de los conserjes poco pagados del Ateneo. ¿Ya ha comenzado? Ya ha comenzado. Con suave parsimonia descorro las cortinas. Granates, pesan. Y sí, asombro. Un nuevo pleno de asistentes que recuerda al de Chicho Ferlosio y al de Mestre. Paso. Pienso. Hay que traer músicos, artistas, gentes, circo. Hay que vestir la cosa. La gente responde cuando atisba espectáculo. Pienso. De todas las formas Ángel es mucho ángel  Su palabra pica, su poesía dista mucho de ser insípida. Pienso. Tiene muchos amigos, Ángel podría nombrar a cada uno de los sentados por su nombre. Camino pasillo adelante. Su capacidad para la amistad es dilatada. Llego a una de las primeras butacas. ¿Pero tantos? Tomo asiento. Se presenta (Rigor Vitae), último libro del aragonés.

Fotografia: Carmen Lafuente
Mi vecino no me dice aún, pero entiendo su intento por decirme que me he perdido poco, que se espera mucho y más. Le escucho. En esos momento el poeta y Marifé Santiago, sillón y micro frente a micro y sillón, mantienen una charla pública. Dice el vecino: Parece publicidad Banco de Sabadell, aunque no vire al negro. Entiendo. Marifé, poeta, profesa el arte de la filosofía. Habla, considera, se atreve, arguye. Ángel calla. Mi vecino explica: La entrevista pretende ser una forma de remarcar el conflicto de la existencia, y de los otros, en que el poeta está empeñado. Le miro.¿Debería callarse? Marifé: ¿No crees Ángel, que el hombre, y el poeta más, son siempre vulnerables, que viven acechados? Ángel: Sí claro, todo agrede, todo es capaz de la herida, anoche creí no poder llegar a este acto, un aluvión de amigos, horas y copas estuvieron a punto de impedirlo. Aplausos varios. Mi vecino también. Aplaude y habla.

Llegaste tarde, me dice, pero a tiempo de ver un vídeo-poema espléndido de Sándor M. Salas. Con gestos pido silencio, no cierra mi vecino. El vídeo es hábil, capaz de recoger la esencia de las preguntas del poeta y remarcar. Menos mal, dije. Esto sí. Pero él no cesaba, mi vecino de asiento digo. Se anuncian lecturas de poemas de (Rigor Vitae) por amigos del poeta . José Cereijo certero: Esta imagen de Guinda que ilustra el libro no es la Ángel, el poeta y el hombre son más vitales. Luego entendería. Leyó David Domínguez con lentitud apresurada. Leyó Zhivka, leeeenta. Interpretaron dos poemas, casi y bien, dos actrices. El público parecía contento. 

Mi vecino, en un susurro: Para envolver mejor la poesía es precisa la música, aunque venga con el minimalismo de Rafa Mora y Moncho Otero, explicaba pedante. Y así fue. Interpretaron con delicadeza insospechada dos poemas rabiosos del protagonista: soy un hombre con la sombra hasta los hombros decía un verso de una de las canciones. ¿Callaría? No señor, era un caso de conciencia. Otro vídeo, de Sándor. Arriesgadísimo. Aprovechando el juego semántico que ofrece el título, el poeta, o sea el vivísimo Ángel Guinda, se ofrece al rigor mortis como recién cadáver que sueña, que explosiona. Aquí entendí a Cereijo. Aplaudidísimo, Sándor tuvo que salir a saludar, momento que aprovechó para ponerse la americana. Bien. El libro de tapas rojas había logrado su ambiente. Queda el autor, dijo la inclemencia de mi vecino. Lo sé, coño, quieres callar, Maxi Rey lo está grabando todo. ¿Calló? Vino el rumor de una voz rotunda a decir del libro rojo de Olifante. Comenzó a leer, 1,67 y negro, Ángel Guinda. Se hizo silencio el ruido. Llegó la poesía.


martes, 4 de junio de 2013

Amblar, Antolín Amador y un poema.

Antolín Amador es un poeta metálico que se baña en cerveza. De tal costumbre ha obtenido su ductilidad. En su interior suenan interminables golpes de gong, sonidos irreductibles, directos. Antolín es ceño torrencial. Los poemas parecen bailarle entre los dedos, fluyen sin peso. Revolotean. Tiene en casa una tina enorme de madera que llena de líquido rubio y espumoso, de lúpulo y frescor acerbo, donde se inunda. Y es allí, como buen árabe andaluz, donde crea. Despacio. Sabe que hoy otros ojos que miran sin apremio, que sostienen. Los domingos escribe. Cuida la caligrafía. Lo hace para olvidar. Sabe que en algún lugar cercano aún le deben 2500 veces lo que le deben. No es poco. En los próximos días presentará su nuevo libro. Estén atentos a la agenda. Ese día podremos conocer La cara que pongo cuando llueve. En uno de sus poemas aparece una palabra casi en desuso: amblar.  Sí, han leído bien: amblar.

En Mientras la luz empleamos el Diccionario de Autoridades como fuente poética. Algunos se extrañan. Aprendan aquí su error. Hemos hojeado hasta encontrar amblar y observen lo que decían de ella las autoridades a principios del XVIII. Sus dos acepciones.

AMBLAR: v. n. Caminar, andar. Es tomado del Lat. Ambulare, y sincopándolo se dixo amblar. Trahe este verbo Nebrixa, y le aprópia unicamente a las béstias. Está antiquado.

AMBLAR: Vale también hacer movimiento el cuerpo al tiempo de cópula carnal. Trahe esta voz Nebrixa en su Vocabulario: pero yá no está en uso. Lat. Griffare si es en la hembra, y en el varón Cevére.

Porque la cosa no se pierda, Antolín ha querido mantener el uso. Su práctica. Lean si no el poema.

He salido a la calle
y con con jab de izquierdas
la lluvia te ha traído hasta Madrid.

Agua que desde el sur
apura la insolvencia de mis ojos.

Coincido con las nubes
en olvidarme de la sed
y reciclar los charcos por si amaina.

Si pudiera juntar todos mis pasos
y hacerte kilométrica,
si pudiera tu cuerpo
salvarse de la prisa y me esperara.

Si supiese con gula amblar tu nombre
y hacerme permeable.
Si supiera decir
que nunca fui como te quiero.

domingo, 2 de junio de 2013

La mañana





Frente a un balcón, desnudos,
dejados sobre un lecho
que espera, tibia, la enemistad del alba

sobre el calor
de cuerpos ya gozados,
queda tan sólo
mi mano quieta
en la melancolía de tu vientre

tu cansancio conoce el abandono

y podría tocar la luz que vierte
inocencia lasciva
sobre el lino
sobre el fiel de tus labios

del patio llega
la paciencia sin voz de los laureles,
tristeza de las dalias

ya sé
que todo el tiempo
que pueda sucedernos
es inútil

si no ha de contener esta mañana.


 (De Salvo de ti, poemario que próximamente publicará en edición digital Alacena Roja)