martes, 12 de noviembre de 2019

Consejo de redacción de noviembre: Náufragos junto al Júcar


Pedro Gascón, Ángel Moreu, David Torres y Teo Serna
durante su turno. (Foto MCBarri)


       Se le notaban las ojeras. La lentitud en los movimientos. Venía cansado el Jefe, pero ataviado con un cierto chute de dignidad. O al menos eso nos pareció al anotar los tonos de su voz. El fin de semana estuve en Cuenca –comenzó su exordio mensual–, ciudad y gentes que merecen la pena, deberían ustedes aficionarse. Desde una modestia que ronda lo franciscano y una voluntad que no debe tambalearse, organizan un encuentro poético que permite la reunión y la escucha, el respeto y la informalidad. Cuatro presentaciones de libros, un memorable concierto de piano (La música callada de Mompou), doce lecturas de invitados y un cierre a cargo de dos poetas reconocidos: Antonio Crespo Massieu y Antonio Hernández. La sala repleta, el corazón despierto y tres balcones de luz enmarañada hicieron todo lo demás. Dicen que el poeta Rafa Escobar dirige desde este año la convocatoria, aunque es difícil distinguirle el rango porque muchos otros colaboran con la misma decisión, en especial JA García, M Mula, F Mora, T Pacheco, MA Curiel y M Alcocer. Pero en Cuenca siempre hace frío –espetó la becaria­– y la poesía calienta poco el cuerpo. Cierto, respondió con presteza, sin embargo el ocre de los chopos reflejado en la verdiagua del Júcar lo compensa todo, además el Huécar llena su curva con agua escasa, pero limpia, cantarina. Añadan  el susurro de un viento que ya nace para las piedras. El encuentro se hace llamar Poesía para Náufragos en recuerdo de Diego Jesús Jiménez. ¿Y no será, querido Jefe, que habla usted así de bien porque le han invitado a pronunciar unas palabras? dijo, no podía contenerse, el redactor colmillo, tan complaciente siempre con sus superiores. Ese fue el peor momento, pero logré superarlo, los oyentes, parece que misericordiosos, lo soportaron, y todo pudo seguir su curso normal. Sepan que además acuden editoriales: Amargord, Lastura, Tigres de papel, Chamán… y hay compradores, vaya si hay compradores. En fin, un ambiente festivo con tintes de fraternidad enhiesta.  Eso sí, no todo el mundo aguanta con su presencia todas las horas, pero digo que el fluir de asistentes añade ritmo y color. Y el otoño en Cuenca… y el otoño en Cuenca. 
En primer lugar el pianista Diego Ramos
junto a los poetas que ilustraron
su concierto con lecturas. (Foto MCBarri)

Creímos percibir un tono de melosa melancolía en la repetición final, casi la decadencia del que ya se conforma con la sola contemplación. Aprovechó la pausa el Jefe, el desconcierto. Dijo adiós con un gesto. Vuelvo a mis quehaceres, le oímos; ya de espaldas, con la mano en el pomo. Fue entonces cuando el astuto redactor novato hizo presa: ¿Sabremos algún día a qué se dedica en verdad el Jefe diletante? La becaria calló.

4 comentarios:

Mayusta dijo...

Pero qué prosa tiene este jefe... Impagable crónica de un encuentro con una muy elaborada y bella conferencia de portada ala que pudimos asistir desde el rincón del cotilla... ;-)

M. Luisa García Ochoa dijo...

Si algún día se descubre a qué se dedica el jefe, será una pena, porque a muchos nos gusta el misterio, a veces es la clave del éxito. La becaria lo sabe muy bien, es muy lista y, además, seguro que sabe de sobra la ocupación del jefe.

fcaro dijo...

Yo más bien diría "Pero qué prisa", buen Mayusta.

fcaro dijo...

Lo vigila muy de cerca, aunque algunos quehaceres se le escapan. No dirá nada. M Luisa, es metijosa, pero prudente.