miércoles, 29 de abril de 2020

Consejo de redacción de mayo: A bocajarro


Cruz de Mayo en un patio de Piedrabuena
(Foto: McBarri)






       Comenzó a bocajarro, casi atropellando pantallas: Buenos días, no tanto como Scottex, pero casi. La poesía agitada y los supermercados son los grandes beneficiarios de esta crisis. Los bares, no. También los diaristas, puedo dar nombres. Los que escriben diarios vivenciales, no los periódicos, aclaro. Digo también que la oferta de poemas grabados, propios y/o ajenos, continúa siendo atractiva y elevada. Asunto que nos ha permitido conocer multitud de caras y casas. Y modelos convencionales de librerías de fondo. Comienza ahora, nueva moda, a comercializarse el video en común-directo que Face permite. Sólo echamos a faltar poetas, llegarán, que pidan subvención con denuncia del abandono al que se les somete. Añadamos que hemos leídos poemas escritos in illo tempore que parecían hechos desde ahora, rescatados, claro, con precisión y un “ya lo dije yo” por sus autores. De todo esto que nos acontece alguien tendrá que dejar vero testimonio. Digamos también que buscando bulos o huyendo de ellos, la gente cambia de red: Whasapp, Instagram, Twitter… pero esta casa permanece fiel a Face, donde conviven en armonía partidarios y no, poetas y no. Así divagaba el jefe en la pantalla partida y proletaria de Zoom. No veía caras demasiado sonrientes. ¿Qué estáis pensando?, remató. Que hasta cuándo, Catalina mía, conjugaremos paciencia y encierro –se destapó el redactor colmillo desde su terraza dos begonias y pasillo doce pasos–, porque no temo lo pasado, sino lo por venir. Al obligado confi de hoy añadiremos el voluntario de luego, no lo olviden. La gente, mucho menos la mayor, no acudirá a convocatorias ni al abrazo con facilidad. El miedo es libre y a veces necesario. Se iluminó otro cuadro, el de la becaria, que, como acostumbra, pasó de lo de todos y fue a lo suyo. Rápido, así: Quiero citar a nuestro amigo Alfredo J. Ramos, dice que el poema debe ser un barco capaz de navegar en todo tipo de aguas y corrientes, que la poesía está en todo, Y porque todo poema es un autorretrato, sólo puede llevar en sus bodegas aquello del todo que ya está en nosotros. Su derrota es y será errática, sí, pero su arribo es y será siempre en nuestra verdad. Yo estoy bastante de acuerdo con el símil; y en ese descanso miro los días, miro a la gente. Tomó el relevo la cuadrícula del novato: Yo soy de calle saben, de estar en el jolgorio o la pena de las presentaciones, de hablar con quienes escriben y quienes editan, a los que quiero y deseo apoyar, de escuchar en vivo a los poetas, de tomar vinos y regresar tarde, en tres palabras: de vivir juntos. Todo esto me aturde. Por cierto, Jefe, gracias por no acogerse al ERTE y mantener la nómina. ¿Y usted qué ha hecho? ¿qué hace? Volvió el Jefe al uso, a su desahogo: Aparte de pagar, mover libros y celebrar la lluvia sobre los empedrados, escribir en renglones cortos visiones aturdidas del “cuídate” y el “volveremos”. Y dar con veinte textos mi buena lata en Face –día sí, día no– hasta ¿aburrir? Lo esperado, lo vulgar. Pero como la familia de la red es larga, amparadora y de excelente calidad, hemos hallado tiempo y espacio para grageas deleitosas de conversación. En esto no hemos hecho mudanza, como aconsejaba el de Loyola para tiempos de peste, sólo hemos recargado la costumbre. Parpadeó entonces la pantalla, que ya veía venir lo consabido: o bien la pregunta sobre la posible edición del corpus o bien lo de las mascarillas y el 30%. El Zoom rotuló defensivamente [conexión inestable]y zas, huida general, casi escapada por las alcantarillas, aprovechando lo que llaman fundido en negro.



En esto también se ha entretenido la redacción


sábado, 11 de abril de 2020

Los “chiris”





9

A mi sobrino Aníbal,
que los ama y los fotografía.



En primavera vuelven por costumbre,
aquí desean ver nacer sus crías
son rapaces, pequeños, vulnerables,
vigilan con celo nuestros campos.

Llegan y buscan por refugio humilde
los mechinales altos de algún templo,
los aleros, las tejas descompuestas,
las oquedades, el tapial de barro.

Al llegar, cuántas veces hallan roto
o en rígido cemento impenetrable,
el nido en que nacieron, bien tapiada
la rendija que fuera hogar antaño.

Sobrevuelan ligeros los rastrojos,
las laderas del monte, son bicheros:
saltamontes, cigarras, alacranes…
que avizoran en rañas y secanos.

Son pocos los que saben en mi pueblo
su nombre más común, su credencial,
por risueños y alegres desde siempre
les decimos los “chiris”, los amamos.

Venid, volved, volad, sajad los aires,
“cernícalos primilla” de los libros:
traed la primavera, la alegría,
esa que hoy más que nunca precisamos.


Cernícalo primilla en Piedrabuena              
(Foto: Aníbal de la Beldad)