Dice JL Martín que los poemas son una partitura, que no
pueden ser leídos como prosa. Por eso es tan importante su disposición topográfica
sobre el folio. Y la disposición del lector al enfrentarse a ellos. Deben ser bien leídos si queremos
que conserven la pureza de su magia. Leídos primero por el autor para el autor con el fin de romper la
soledad en que han sido compuestos, Y leídos después en público de la manera más convincente. Es preciso que la perfecta comunicación potencie su valor emotivo. Que
las pausas, convertidas en silencios, se llenen de significados. Tanto o más
que los que guardan las palabras.
Así hay que leer este poema de Pedro A. González Moreno,
titulado Patria infame, que traemos a Mientras la luz al hilo de la muerte del
longevo Carlos Bousoño. Ahora que parece tiempo en que una generación de poetas
se empeña en dejarnos. Si bien es cierto que Bousoño pudo conocer en vida su reconocimiento
como poeta y como crítico, son más aquellos que sólo tras su muerte logran una fugaz
aparición en la memoria colectiva. O comienzan a ser leídos y cantados.
Patria infame
A Luis Rosales
Es costumbre entre la tribu honrar a sus poetas o, más
exactamente, a sus cadáveres,
y condecorar sus esqueletos, sacar brillo a sus momias o
pasear bajo palio sus cenizas.
Pero antes de ser urnas funerarias los poetas vivieron. Vivieron
y tuvieron sed y frío y a algunos les negaron la luz y hasta esparcieron sal en
sus umbrales.
Con mayor elegancia, a otros prefirieron ignorarlos. Y les
pusieron trajes cortados a medida:
unos trajes de sombras que tenían la extraña propiedad de
hacerlos a ellos y a sus versos invisibles,
o les pusieron trajes más estrechos, con olor a celda y
trajes más exóticos que olían a los campos lejanos del exilio.
Y en sus labios, que tanto habían besado, no sembraron besos
sino la amarga semilla del rencor.
O los fusilaron con balas de luna en cualquier descampado, a
ellos que tanto habían amado la vida.
Patria infame la patria que honra sólo a sus muertos y
deshonra a sus vivos.
Alguien con muchas ínfulas (o tal vez poderoso) alzó la voz
y dijo: Que se vayan muriendo los poetas.
Que se vayan muriendo…
Ya habrá tiempo de hacerles después un homenaje. No hay muerto que rechace una
medalla. Costumbre es de la tribu…
Que se vayan muriendo.
Con un poco de suerte no hará falta matarlos, tal vez, piadosamente, ellos
mismos decidan morirse por su cuenta.
Que se vayan muriendo…
Siempre habrá un centenario en el que recordarles, y por si no tuvieran buen
perfil para estatua, habrá al menos una flores que llevar a sus tumbas.
Continuó la voz: Que canten aunque no los escuchen. Hacen falta
palabras.
Hacen falta poetas que
nos llenen el mundo de palabras, para que así nosotros podamos enturbiarlas y
nombrar la ignominia y amasar con ellas el pan de la traición.
Costumbre es
de la tribu honrar a los poetas…
Patria infame la patria que recuerda a sus muertos pero olvida
a sus vivos.
4 comentarios:
magnífico, gracias, jaime
Ay!, don Pedro A. González Moreno, poeta. Siempre es un lujo, leer, saborear, desgranar y paladear, lento, sus poemas. Un saludo
Extaordinario poema de un extraordinario poeta. Un placer poder leerlo. Abrazos
Magnífico poema. Magnífixo poeta nuestro Pedro Antonio. Gracias Paco
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