lunes, 5 de octubre de 2015

Prosa / poema / lenguaje hablado / lenguaje escrito


Consejo de redacción de octubre.

 
Foto: Javier I. Sanchís (r)
El jefe habla,
los demás escuchamos, a veces oímos. Ya desde Baudelaire –dice– como punto de partida aceptado, hay escritos en los que el fondo y la intención de un texto no coinciden con la forma canónica de su presentación. Hubo que buscar una terminología nueva para una nueva realidad. Prosa poética apareció como algo posible. Pero no. Devino en débil, devaluador de la poesía y de la prosa. Quienes aún la utilizan revelan su condición. Hubo que buscar alternativas. Se intentó con los neologismos proema y/o prosema, que se mantienen sin cuajar. Hizo fortuna, sin embargo, poema en prosa. Como expresión y como práctica. Lo que animó a innumerables a abandonar el renglón fragmentado y pasarse a la caja. O  alternarlos. Subyace en todo un coqueto rechazo a lo que algunos llaman el corsé del verso, a pesar de la enorme libertad que éste se ha dado a sí mismo en acentos y extensiones. Todo esto es sabido.  

Por supuesto –apuntó por lo bajo el nuevo, que parece leído.

   Dicho lo anterior, es preciso aceptar que los contrarios se tocan –continuó el Jefe. Y es que lo aprosado –¿lo prosaico?– acepta cada vez más la tentación del verso para presentarse. Hace unos meses escuchamos de un poeta, moderno y conocido, decir que cuando no le es posible encontrar con prontitud el lenguaje poético preciso para aquello que desea comunicar en el poema, no se detiene demasiado y dice lo que quiere decir sin pararse en formalidades ni torturas (entiéndanse tensión, medida, cadencia). Me sorprendió, pero comprobé, al leerlo después, que era sincero en su afirmación, que abundaban las situaciones así anunciadas, lo sin madeja. Para estas realidades cada vez más comunes, para estos alardes, sería necesario acuñar una nueva expresión, que por supuesto no debe ser la de poema aprosado, que le procuraría cierta sombra peyorativa, sino la más selecta, por paralelismo, de prosa en poema, que sin duda le añadirá valor, postmodernidad. Y así lo haremos en Mientras la luz, oíd bien, cuando comprobemos que la prosa, abocada como está, en lo formal, al renglón completo, renuncia a terminar su recorrido, el que el papel le ofrece, tentada por el deseo de aparentarse poema.  

¿Podría poner ejemplos, Jefe? – reclamó la nueva figura- porque, al margen de su disposición topográfica, la prosa y la poesía son como el día y la noche, el problema no está en sus opuestas realidades, sino en distinguir la penumbra de sus fronteras, si es que fuera preciso establecer fronteras. 

   Por si lo fuera -respondió (todo parecía preparado)- traigo cuatro dispuestos para mostrar. Comencemos por uno de mi autoría  construido al efecto en donde destaca tanto su compromiso con la realidad, con el lenguaje cotidiano, como el excelente uso de los encabalgamientos -léase sabia segmentación– y la sencillez de su ironía. Ante situaciones semejante empleen la expresión prosa en poema. No teman equivocarse.

Tres chocolates



Se llama así por la exquisita
combinación de los tres chocolates
usados para 
prepararla: negro,  
con leche y blanco. En tres
capas sobre una base de galleta,
es una
tarta para sorprender
a tus invitados, gusta
tanto a jóvenes como a mayores.

Preparar la tarta tres chocolates
con Thermomix es fácil
y en muy pocos pasos,
además no es preciso
uso del horno ya que se deja
cuajar en frigorífico.

La tarta de tres
chocolates es postre
ideal para amantes…
del chocolate y de los tres en tarta.

   ¿Qué les parece? Al fin y el cabo la poesía castellana, al decir conocido de Cernuda, ha vivido siempre en la dialéctica del lenguaje hablado / lenguaje escrito. Obsérvese en este segundo escenario la extrema tensión a que el lenguaje es sometido, terso casi, y la también sabia segmentación en este poema reciente de Julieta Valero, con él intenta llegar por el camino opuesto al mismo fin: a la cocina, a la belleza poética. ¿Es posible el encuentro? Esa es la cuestión, la permanente duda.

Anunciación

Cuando nos hayamos diluido, y el último rastro 
       de humedad y de afecto sobre nuestros retratos
cuando entonces
cuando esto
cuando los objetos no tengan a nadie que los 
        reconozca o tú y yo seamos un libro y una 
        caja china que 
ha inventado el silencio
el silencio como perfección del más doloroso de los gritos
cuando el olvido siga constituyendo al mundo 
       como es su deber, su compost, su premura
seguirás de pie en nuestra cocina, escuchando a las 
      cebollas, la frente perlada de generosidad y de viajes
al centro de la Tierra. La mujer que le lee sus derechos 
      a la belleza. Nuestro hijo ahí.

Y en esta pugna de contrarios, ¿cabe la síntesis? -preguntó el novato, que al parecer de muchos  estaba resultando un poquito sobón.
   
   En estos tercer y cuarto territorios escritos que ofrezco a vuestra observación crítica hay algo que puede moverte a reflexión -condescendió el Jefe con misericorde generosidad. El tercero está extraído de una entrega reciente de Elena Medel a Visor con su poesía reunida. Parece rico en posibilidades para que podáis anotar y valorar la sobriedad de la síntesis lograda entre poema, prosa, tentación de huida e intención metapoética. Espero vuestro análisis, vuestra, opiniones.


a)  Mi padre es viajante, me dice. Recorre carreteras día y noche, enseñando sus tesoros en puntos que un mapa no registra. Conoce curvas, socavones. Viajantes y poetas: no tienen memoria, no saben cuantas veces ejercitan sus costumbres.

b) La poesía es una forma de memoria. Encierra cuanto hemos vivido, y cuanto vive quien la lee. Me pregunto, entonces, si sería aceptable volver a ignorar los géneros literarios canónicos, e incluir ciertos libros de poemas en las estanterías dedicadas a la historiografía.


(De La caída del Imperio Romano)

    Y para terminar, que se nos va haciendo tarde, este cuarto ejemplo que su autor Vicente Luis Mora, excelente narrador y crítico, ha dado para las librerías aprovechando el otoño, en ejemplares titulados Series y publicados por Pre-textos. ¿Lenguaje hablado? ¿Lenguaje escrito? ¿Mix sabio? ¿Confusión? Repitan la lectura de la primera estrofa antes de responder. 











Apenas en agosto cantaba,
rodeado por los suyos,
en crepitante polifonía
simétrica, de pies binarios,
el arco arcaico
de su complexión sonora.

Ahora está ahí abajo,
en el jardín común,
solo.

Por qué fascina el grillo,
el último grillo de noviembre
cuando los demás han muerto,
dejando para mayo nuevos huevos.
El grillo terminal,
rasgando por costumbre,
con su cri-cri en legítima defensa
cantando mientras siente
que ningún otro grillo le responde.

Quien dice cantar duele ignora
lo que duele ser el último
que canta.

(De la serie Visión del grillo)

8 comentarios:

La Solateras dijo...

De todo lo anterior solo puedo deducir una obviedad: me siento incapaz de poner nombres. Existe la poesía -como magia, como tensión, como transmisora de emociones- escrita en prosa, a la caja que decís los entendidos. Y existen versos -que no poesía- absolutamente prosaicos. En cuanto a los ejemplos que nos propones, me abstengo de opinar.

fcaro dijo...

Ana, lo poético y lo aprosado son calidades distintas, eso parece tenerlo claro el Jefe, el problema para él es de terminología al verlos transitar caminos que se entrecruzan. De acuerdo contigo, buena amiga, en lo del arco tensado hacia la emoción. Tú sabes bastante de eso. En cuanto a los ejemplos, el Jefe nos dijo, por lo bajini, que parecían un campo de minas.

Anónimo dijo...

El preferible de los cuatro ejemplos es el de "El jefe". Está hecho mal a propósito, pero el buen poema acaba saboreándose y esas líneas al menos hablan de algo sabroso. Tampoco está tan lejos, al menos temáticamente, del celebrado poema de las ciruelas de William Carlos Williams. Siguiendo ese proceder, Joan Brossa, que dominaba las formas, que se esforzó en conocer el oficio, llegó a ofrecer una poesía que Andrés Sánchez Robayna denominó poesía sintética. Se nota una sutil diferencia entre quienes hacen eso con conocimiento, como el caso de Brossa, y entre quienes lo hacen porque nunca escriben un verso como es debido.
De la autora del segundo muchos hablan maravillas que otros, con razón, no alcanzan a vislumbrar. Es difícil conectar verdaderamente con su personalidad literaria (tan desgarrada y ¿profunda?) y su manejo del ritmo poético no facilita lo contrario. Lo de "la mujer que lee los derechos a la belleza" lleva a las cabezas la imagen de una policía repugnante. Y eso mata a cualquiera.
Lo de la tercera, al lector del blog, para valorar críticamente el apartado a) tal vez le falta el contexto. Del apartado b) también es difícil hacer una justa valoración crítica. No parece poema en prosa, ni poesía de terrenos fronterizos, sino más bien un pensamiento. Y no es lo mismo un pensamiento, o un aforismo, que un poema aforístico como podría ser, pongamos por caso, alguno de los de Nietzsche.
En cuanto al último, al pasarlo a prosa, se ve que el grillo fascinante sigue pasando olímpicamente de él.
Sintiéndolo mucho, ésta es la realidad de todas estas cosas.

fcaro dijo...

Pongamos el poema de las ciruelas de WC Wiliams para que vea el Jefe con quien le comapras.

Esto es sólo para decirte

que me comí
las ciruelas
que estaban
en la nevera

y que
probablemente
estuvieras guardando
para el desayuno

perdóname,
estaban deliciosas
tan dulces
y tan frías

Hay que atreverse con cosas así, las cosas pequeñas también existen. A veces el lenguaje aparentemente plano, objetivo, dice más de lo que parece. Y a veces el lenguaje oscuro dice menos de los que parece. Pero todo a veces. En eso pugnan los dos primeros.
Y desde luego gracias por hacer el recorrido que en la redacción también hemos hecho. Contigo en que falta contexto para el tercer ejemplo. Lo del grillo parece llevarse mucho ahora, tal vez por eso ha sido elegido por el mandamás.

Anónimo dijo...

No hay de qué. No está de más acordarse de Wallace Stevens: "Los autores son actores, los libros son teatros". Porque el poema tiene una parte artificiosa. Y el autor que sobreactúa le resta potencial. Dentro de esa sobreactuación entra buena parte de lo que entendemos por "lenguaje escrito"... No conviene olvidarse de la oralidad. Recordemos a J.R.J.: "Quien escribe como se habla, irá más lejos, en lo porvenir, que quien escribe como se escribe". Pero todo es relativo, todo es "a veces", sí. Porque cada poema puede ser un mundo. Lo ideal poético sería el punto medio, con preferencia para el lenguaje hablado, siempre que éste no sea soez (aunque "a veces" también puede serlo). Si el poema se salva con lenguaje hablado, es que contiene poesía, pero el lenguaje escrito a veces puede dar lugar a engaño.
En cuanto a los autores que trae El jefe, todos son jóvenes y pueden alcanzar todavía la mejor versión de sí mismos.

Anónimo dijo...

La verdad es que leo mis comentarios, escritos sin pensarlos apenas, y estoy como para dar conferencias o talleres. Lástima que no sea nadie para lo primero (el mundo literario...) y que para lo segundo me dé mucha pereza.

fcaro dijo...

Claro que hay artificio en cualquier texto, incluidos los afamados del naturalismo. Los poemas no surgen como un árbol, no son un árbol, a pesar de Huidobro, los poemas son artefactos, muebles, a ser posible útiles, a costa del árbol. El lenguaje ha de ser manipulado, como la madera, por el poeta. La cuestión es los modos y las proporciones, que se transformarán en medida y música. Los poemas son madera limpia, libre de arrendajos que pretendan sofocarla, ocultarla. Como dice un clásico, "no son camino, no son nieve, sino la forma del camino en la nieve"·

fcaro dijo...

En cuanto a poner una academia o un fábrica de conferencias no puedo aconsejarte, pero cuando menos deberías tener el mismo don de gentes, la misma sabiduría y la misma capacidad motivadora de EGT. Ponte en contacto con él si deseas iniciar ese camino.